martes, 28 de diciembre de 2010

Tocó el Corán con las manos sucias: 25 años de cárcel

Lahore (Pakistán), 23 Dic. 10 (AICA) Munir Masih, un cristiano acusado y condenado a 25 años de cárcel por blasfemia, fue liberado bajo fianza por el Tribunal Superior de Lahore, según informó la agencia vaticana FIDES.

El suyo es otro caso de abuso flagrante de la ley sobre la blasfemia: Munir fue condenado "por tocar el Corán con las manos sucias". El hombre siempre declaró su inocencia, explicando que las acusaciones eran infundadas y que las había creado un vecino después de una disputa entre sus hijos.

Munir, un trabajador que vive en el distrito de Kasur, en el Punjab, está casado con Riqqiya Bibi y es padre de seis hijos. Riqqiya, también condenada a 25 años para el mismo cargo, aún permanece en prisión, pero los abogados esperan que, después de la liberación de su marido, la mujer corra la misma suerte: el Tribunal Superior se pronunciará sobre su caso la próxima semana.

Ambos, detenidos en diciembre de 2008, fueron condenados por un tribunal de primera instancia a 25 años de prisión, pero después de nuevas investigaciones y verificaciones, el Tribunal Superior de Lahore se está preparando para revocar el veredicto: la liberación bajo fianza es la señal, dijeron a Fides los abogados que están siguiendo el caso y que son miembros del Centre for Legal Aid Assistence and Settlement, con sede en Londres y Lahore.

La solicitud de libertad bajo fianza para la pareja cristiana se presentó tres veces y el matrimonio ya había sido liberado en enero de 2009 pero fueron arrestados de nuevo tras las protestas de militantes musulmanes.

"El caso de Munir Masih y Riqqiya Bibi –señala Fides- confirma la tendencia por la que muchas de las sentencias injustas impuestas en primera instancia por blasfemia, sobre la base de acusaciones falsas, son rectificadas después de nuevas investigaciones por la Corte Suprema: esto sucede en el 95% de los casos. Esperemos que esto ocurra también en el caso de Asia Bibi.”

“Mientras tanto -añade Fides- persiste el grave problema de las condiciones en que se hallan los tribunales de primera instancia, fácilmente influenciables por presiones externas, y la revisión urgente de la legislación sobre la blasfemia”.

A raíz del caso de Asia Bibi, la primera mujer cristiana condenada a muerte por blasfemia, y después de la movilización nacional e internacional, Sherry Rehman, parlamentario musulmán y presidente del prestigioso “Jinnah Institute” presentó ante la Asamblea Nacional una propuesta de revisión de la ley sobre la blasfemia.
 
Fuente: AICA

jueves, 23 de diciembre de 2010

Una joven judía conversa conmueve al mundo: se muestra feliz en medio de terrible enfermedad

A veces podríamos pensar que la felicidad empieza allí donde termina el sufrimiento. Y así postergamos para un mañana que probablemente nunca llegará nuestra decisión de amar y ser felices. Pero Joni Seith, una joven judía conversa al catolicismo, ha descubierto esa paradoja de la vida cristiana: el valor salvífico y redentor del dolor, y su sufrimiento, una penosa enfermedad degenerativa del sistema óseo, se ha convertido para ella una "gracia" que testimonia al mundo entero.

Buscar a Cristo con los cinco sentidos
 
Nacida en una familia en la que el judaísmo era más cultural que religioso, de pequeña participaba con agrado de las diversas tradiciones hebreas. Sin embargo, entrada a la adolescencia, lleva una vida "bastante mundana" pues, "¿Quién necesita la religión o a Dios?" se decía.

Unas extrañas pesadillas, su desencanto de la vida que llevaba, la depresión unidas al testimonio cristiano de fe y paz con el que su abuela dejó este mundo hacen que Joni se fuera "de compras por las iglesias” de diferentes denominaciones para encontrarse con el Mesías. De hecho, años antes había preguntado a un rabino en una de las reuniones de adolescentes de la sinagoga: "¿Por qué no aceptamos a Jesús como el Mesías? Me parece que cumplió lo que estaba escrito en nuestra Biblia" (o al menos en lo poco que sabía de las Escrituras). Le dijeron que no volviera. Era obvio que era una pésima Judía. Durante los meses siguientes, explica, “me fui de compras por las iglesias”. “Fui a iglesias de diferentes denominaciones e incluso volví al templo (la sinagoga) para asegurarme de que no estaba cometiendo un gran error”. "¿Qué pasa si el rabino tenía razón? Podría complicarme con un montón de problemas", pensé. Al visitar diferentes iglesias y la sinagoga, me di cuenta de que faltaba algo, pero no sabía qué”.


“Finalmente entré en una iglesia católica para ver lo que tenía que ofrecer. Llegué durante su celebración y de inmediato me sentí cómoda. Entonces sucedió algo que cambió mi vida para siempre. Campanas sonaron y el celebrante tomó en sus manos un círculo blanco. Mientras mantenía el misterioso disco en alto para que todos lo vieran, mis ojos se abrieron. Vi la Verdad por primera vez. "¡Señor mío y Dios mío!" proclamé con todo mi ser, y lloraba. Estaba en casa. Inmediatamente fui a ver a mis padres y les dije que me convertía al catolicismo”.

Tras recibir el bautismo y contraer matrimonio que la bendijo con cuatro hijos, Joni comienza a experimentar la crudeza de su enfermedad. "La endometriosis se hizo tan debilitante que tuvieron que hacerme una histerectomía completa a la edad de treinta y dos años. Allí los doctores descubrieron que mi densidad ósea era la de una mujer de ochenta años de edad. A partir de ese momento, mi cuerpo parecía desmoronarse".

La perspectiva de llevar una vida marcada por el sufrimiento era algo que Joni no aceptaba. Y el padecimeinto comenzó a agravarse. "Fui diagnosticada con fibromialgia". Pese a la terapia "me encontré sin siquiera poder levantarme del sofá.

Posteriormente, los médicos le diagnosticaron una rara enfermedad genética del tejido conectivo llamada síndrome de Ehlers Danlos. El músculo y los tejidos conectivos unidos a la base de su columna vertebral se habían soltado de los huesos de la espalda inferior.

La Gracia vino

"Todo lo que podía hacer era rezar. Y Dios me respondió. Mientras estaba acostada en el sofá, sentí desesperación. Pero Dios me permitió ver la desesperación a través de los ojos de una persona con fe. Aprendí en un instante lo que la fe era, y la fe en Dios hace la diferencia en la vida de las personas.

"La Gracia vino. La gracia de creer en Aquél que me amó más que nadie me amaba. La gracia de aceptar que mi enfermedad se permanecería hasta que Él creyera que estaba lista para sanarme. La gracia de confiar en Él, que sabía mejor que nadie cómo quería usarme para su bien. Y Él me regaba con su paz. Con este nuevo conocimiento acepté mi deterioro de salud. A pesar de que la enfermedad causó estragos en mi cuerpo, no robó mi paz. El dolor no disminuyó pero ahora tenía la oportunidad de llevarlo mejor. Dios me enseñó "qué ofrecer". Había escuchado la expresión, pero ahora Él quería que yo la viviera".

"Una noche, mientras estábamos rezando el Rosario, Dios me dijo, "Joni, ¿sabes que siempre me dices que prefieres tener tú estas enfermedades en lugar de que las sufran tus hijos? ¿Que prefieres sufrir tus migrañas a ver a tus hijos sufrir?". "Sí, Señor” -le dije-, preocupada por lo que me estaba diciendo. "Bueno, ¿sabes lo que Yo hice por vosotros mis hijos? He sufrido por vuestros pecados. He sufrido el dolor y el castigo para que no tengáis que sufrir las penas del infierno. Hice esto porque os amo y porque te amo".

"Esa noche, Jesús me enseñó qué es el amor. Esa noche Jesús me invitó, como Él nos invita a todos, a amar como Él lo hace. "Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que éste, que uno dé su vida por sus amigos" (Juan 15:12-13). Esa noche, Jesús me enseñó el significado de Su Santa Cruz. Él me enseñó el significado de su Sagrado Corazón. Esa noche, Jesús me enseñó sobre el amor verdadero".

Camisetas con mensajes católicos


Así, y a pesar de que estaba destinada a estar postrada en un sofá, Joni se sintió que podría pintar camisetas con mensajes católicos desde el sofá. Su fe, su esfuerzo y el apoyo de su esposo y de unos amigos hicieron que naciera su hoy próspero negocio.

Mientras tanto, su salud siguió disminuyendo. Ahora tenía la densidad ósea de una mujer de noventa años. Su pie se rompió mientras salía de la iglesia. Se rompió el esternón mientras estaba durmiendo. "Había confiado en Dios antes, pero ahora había llegado el momento de confiar realmente en Él".

Posteriormente se dedicó a escribir un libro sobre la vida de los santos para niños. "¡Él no iba a dejar que perdiera la cabeza como estaba perdiendo mi cuerpo! Cuanto peor me sentía, más me inspiraba lo que iba a dibujar y escribir. Dios me dio el regalo de mis obras de arte y nuestro negocio de camisetas para mantenerme cuerda".

Las "muertes misericordiosas", robo de una bendición

La experiencia de Joni la lleva a rechazar la eutanasia. "A través de estos desafíos, Dios me dio una conciencia de lo que las llamadas "muertes misericordiosas" están robando a los enfermos y a los ancianos. La mentalidad de la "cultura de la muerte" está tratando de romper la relación íntima con Jesucristo, del sacrificio de amor que Él espera de aquellos que sufren. Este mundo quiere robar nuestra paz, nuestra alegría y la unión de nuestros sufrimientos con Él. Este mundo quiere robar nuestra oportunidad de amar como Jesús ama".

"Pero gracias a Dios, Jesús me guardó de que el mundo me robe esa bendición. Él me enseñó lo que significa "qué ofrecer". Todo lo que necesitamos hacer es pedirle que derrame su gracia sobre nuestros hermanos y hermanas para ofrecer nuestro dolor y enfermedades, nuestras decepciones así como nuestras alegrías por el bien de los demás. Dios nos ama tanto que Él nos quiere introducir en el sacrificio amoroso de su cruz, el instrumento de su amor y gracia, su paz y vida en nosotros -el misterio de su Sacratísimo Corazón. Es una gran lección que aprender".
 
Fuente: http://catolicidad-catolicidad.blogspot.com

El Card. Biffi critica la ideología gay y el libertinaje sexual

Roma (Italia), 22 Dic. 10 (AICA) El cardenal Giacomo Biffi, arzobispo emérito de Milán, criticó duramente a la ideología homosexual a partir de una cita de San Pablo en el primer capítulo de la Carta a los Romanos, y precisó que la "aberración cultural" y el libertinaje sexual actual tienen su origen en la exclusión de Dios de la vida de las personas.

En su columna titulada "Las memorias incómodas del Cardenal Biffi", el vaticanista italiano Sandro Magister da a conocer la publicación de la autobiografía del Purpurado que en la parte de la crítica a la ideología homosexual explica la situación actual a partir del pasaje bíblico de la Carta a los Romanos 1, 21-32.

El cardenal Biffi explica que los católicos deben respetar a los homosexuales y rechazar toda marginación, excepto cuando se trata de la naturaleza inderogable de la realidad matrimonial y familiar, constituida por la unión entre un hombre y una mujer. Asimismo, recuerda que los fieles deben rechazar "toda exaltada ‘ideología de la homosexualidad’, rechazo que es obligatorio".
El cardenal Biffi advierte que "la aberración cultural" que se vive actualmente es producto de la exclusión de Dios de la vida de las personas, lo que además "determina un descarrilamiento universal de la razón".

"A partir de esta obcecación intelectual –prosigue– se produce la caída conductual y teórica en el más completo libertinaje: ‘Por eso Dios los ha abandonado a la impureza de los deseos de su corazón, hasta llegar a deshonrar entre ellos a sus propios cuerpos’ (Rm 1, 24)".

Tras explicar que lo que San Pablo describe sobre las relaciones sexuales contra natura y los desórdenes que generan "es una página del libro inspirado, que ninguna autoridad terrenal puede obligarnos a censurar", el Cardenal alerta que "ni siquiera nos es permitido, si queremos ser fieles a la palabra de Dios, la actitud pusilánime de ignorarla, a causa de la preocupación de parecer no ‘políticamente correctos’".

El Arzobispo Emérito alerta luego que quien no comparte la ideología homosexual actual corre el riesgo de "la condena en una especie de marginación cultural y social" y explica que los atentados a la libertad de juicio comienzan por el lenguaje.

"Quien no se resigna a aceptar la ‘homofilia’ (es decir, el aprecio teórico de las relaciones homosexuales), es acusado de ‘homofobia’ (etimológicamente el "miedo a la homosexualidad)", denuncia.

Seguidamente el Cardenal recuerda que "debe quedar bien en claro: quien se ha mantenido fuerte, iluminado por la luz de la palabra inspirada y vive en el ‘temor de Dios’, no tiene miedo a nada, excepto a la estupidez frente a la cual, como decía Bonhoeffer, estamos indefensos".

Para el Arzobispo Emérito de Milán el problema fundamental que aparece es el de ser coherentes con la enseñanza de Cristo, ante lo cual aparece una interrogante: "¿debemos prepararnos a una nueva forma de persecución, promovida por los homosexuales facciosos, por sus cómplices ideológicos y también por aquellos que tendrían el deber de defender la libertad intelectual de todos, inclusive de los cristianos?"

Finalmente cuestiona a los teólogos biblistas y pastoralistas: "¿por qué en este clima de exaltación casi obsesiva de la Sagrada Escritura no hay nadie que cite el pasaje de Rm 1, 21-32? ¿Cómo no hay nadie que se preocupe un poco de hacerlo conocer a los creyentes y a los no creyentes, no obstante su evidente actualidad?". Fuente: AICA

Romanos 1:21-32:
21 en efecto, habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron ni le dieron gracias como corresponde. Por el contrario, se extraviaron en vanos razonamientos y su mente insensata quedó en la oscuridad.
22 Haciendo alarde de sabios se convirtieron en necios,
23 y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por imágenes que representan a hombres corruptibles, aves, cuadrúpedos y reptiles.
24 Por eso, dejándolos abandonados a los deseos de su corazón, Dios los entregó a una impureza que deshonraba sus propios cuerpos,
25 ya que han sustituido la verdad de Dios por la mentira, adorando y sirviendo a las criaturas en lugar del Creador, que es bendito eternamente. Amén.
26 Por eso, Dios los entregó también a pasiones vergonzosas: sus mujeres cambiaron las relaciones naturales por otras contrarias a la naturaleza.
27 Del mismo modo, los hombres dejando la relación natural con la mujer, ardieron en deseos los unos por los otros, teniendo relaciones deshonestas entre ellos y recibiendo en sí mismos la retribución merecida por su extravío.
28 Y como no se preocuparon por reconocer a Dios, él los entregó a su mente depravada para que hicieran lo que no se debe.
29 Están llenos de toda clase de injusticia, iniquidad, ambición y maldad; colmados de envidia, crímenes, peleas, engaños, depravación, difamaciones.
30 Son detractores, enemigos de Dios, insolentes, arrogantes, vanidosos, hábiles para el mal, rebeldes con sus padres,
31 insensatos, desleales, insensibles, despiadados.
32 Y a pesar de que conocen el decreto de Dios, que declara dignos de muerte a los que hacen estas cosas, no sólo las practican, sino que también aprueban a los que las hacen.

Palabra de Dios!

El diácono se configura con Cristo, servidor de todos

Concordia (Entre Ríos), 22 Dic. 10 (AICA) “La caridad hacia los más desamparados es el primer servicio confiado a los diáconos” y “los diáconos, sean transitorios o permanentes, participan de una manera especial en la misión y la gracia de Cristo. El sacramento del Orden los marca con un sello, ‘carácter’, que nada puede hacer desaparecer y que los configura con Cristo que se hizo ‘diácono’, es decir, el servidor de todos. El ordenado se transforma en la Iglesia, para la Iglesia y para el mundo en una imagen real, viva, transparente, de Cristo Servidor”. Asi lo expresó el obispo de Concordia, monseñor Luis Armando Collazuol, en la ordenación diaconal del seminarista Alberto Olivera Dutra celebrada el pasado viernes 17 de diciembre, en la parroquia San Cayetano, de Villa Zorraquin (Entre Ríos).

El prelado invitó al joven a contemplar “a Jesús Servidor, Diácono” para poder abrirse “como Él, hacia los otros en el servicio humilde y generoso”.

“Jesús es nada para sí, todo para los otros -manifestó-. ‘No vino para ser servido sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud’. Entre nosotros ‘pasó haciendo el bien’. Se mezcló sin prejuicios entre los marginados y los despreciados de su tiempo: enfermos de toda clase, ciegos, paralíticos, leprosos, ignorantes, pecadores. A todos atendía y cuidaba”.

En ese sentido, precisó que “esta actitud de servicio total de Cristo a los hombres está maravillosamente pintada en la escena de ponerse de rodillas delante de sus discípulos para lavarles los pies”. Y explico que “para sus propios discípulos aquello era un escándalo. Pero es la imagen de Dios hecho hombre y servidor por amor a los hombres. Es imagen también de lo que debemos hacer todos los que queramos seguir sus huellas. Y es la imagen ejemplar del diácono”.
 
Fuente: AICA

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Desarrollo del Canon de las Sagradas Escrituras


¿Quién estableció la lista de los libros que forman parte de la Biblia?
¿Por qué reconocemos el Evangelio de Juan y no el de Judas?

Veamos un poco de historia…

Por el año 605 Antes de Cristo, el Pueblo de Israel sufrió una dispersión o, como se le conoce bíblicamente, una “diáspora”. El rey Nabucodonosor conquistó Jerusalén y llevó a los israelitas cautivos a Babilonia, comenzando la “Cautividad de Babilonia” (cf. 2 Reyes 24,12 y 2 Reyes 25,1).

Pero no todos los israelitas fueron llevados cautivos, un “resto” quedó en Israel (cf. 2 Reyes 25,12; 2 Reyes 25,22; Jeremías 40,11; Ezequiel 33,27). También un número de Israelitas no fueron cautivos a Babilonia sino que fueron a Egipto (cf. 2 Reyes 25,26; Jeremías 42,14; Jeremías 43,7).

El rey Ciro de Persia conquistó Babilonia (cf. 2 Crónicas 36,20; 2 Crónicas 36,23) y dio la libertad a los israelitas de regresar a Israel, terminando así su esclavitud. Algunos regresaron a Palestina (cf. Esdras 1,5; 7,28 y Nehemías 2,11) pero otros se fueron a Egipto, estableciéndose, en su mayoría, en la ciudad de Alejandría (fundada por Alejandro Magno en el 322 a.C, que contaba con la biblioteca más importante del mundo en esa época). Así que los judíos estaban disgregados aun después del fin del cautiverio, unos en Palestina y otros en la diáspora, sobre todo en Alejandría. En el tiempo de los Macabeos había mas judíos en Alejandría que en la misma Palestina (cf. 1 Macabeos 1,1)

La Traducción de los Setenta (Septuagésima)

En el siglo III antes de Cristo, la lengua principal de Alejandría, como en la mayor parte del mundo civilizado, era el griego. El hebreo cada vez se hablaba menos, aun entre los judíos (Jesús y sus contemporáneos en Palestina hablaban arameo)Por eso había una gran necesidad de una traducción griega de las Sagradas Escrituras.

La historia relata que Demetrio de Faleron, el bibliotecario de Plotomeo II (285-246 a.C.), quería unas copias de la Ley Judía para la Biblioteca de Alejandría. La traducción se realizó a inicios del siglo tercero a.C. y se llamó la Traducción de los Setenta (por el número de traductores que trabajaron en la obra). Comenzando con la Torá, tradujeron todas las Sagradas Escrituras, es decir todo lo que es hoy conocido por los católicos como el Antiguo Testamento. Introdujeron también una nueva organización e incluyeron Libros Sagrados que, por ser más recientes, no estaban en los antiguos cánones pero eran generalmente reconocidos como sagrados por los judíos. Se trata de siete libros, llamados hoy deuterocanónicos.

El canon de los Setenta (Septuagésima) contiene los textos originales de algunos de los deuterocanónicos (Sabiduría y 2 Macabeos) y la base canónica de otros, ya sea en parte (Ester, Daniel y Sirac) o completamente (Tobit, Judit, Baruc y 1 Macabeos).

El canon de la Septuagésima (Alejandrino) es el que usaba Jesucristo y los Apóstoles

El canon de Alejandrino, con los siete libros deuterocanónicos, era el más usado por los judíos en la era Apostólica. Este canon es el utilizado por Cristo y los escritores del Nuevo Testamento. 300 de las 350 referencias al Antiguo Testamento que se hacen en el Nuevo Testamento son tomadas de la versión alejandrina. Por eso no hay duda de que la Iglesia apostólica del primer siglo aceptó los libros deuterocanónicos como parte de su canon (libros reconocidos como Palabra de Dios). Por ejemplo, Orígenes, Padre de la Iglesia (+254), afirmó que los cristianos usaban estos libros aunque algunos líderes judíos no los aceptaban oficialmente.

Los judíos establecen un nuevo canon después Cristo

Al final del primer siglo de la era cristiana, una escuela judía hizo un nuevo canon hebreo en la ciudad de Jamnia, en Palestina. Ellos querían cerrar el período de revelación siglos antes de la venida de Jesús, buscando así distanciarse del cristianismo. Por eso cerraron el canon con los profetas Esdras (458 a.C.), Nehemías (445 a.C.), y Malaquías (433 a.C.). Por lo tanto dejaron fuera del canon los últimos siete libros reconocidos por el canon de Alejandrino.

Pero en realidad no hubo un “silencio bíblico” (una ausencia de Revelación) en los siglos precedentes al nacimiento de Jesús. Aquella era la última etapa de revelación antes de la venida del Mesías. Los judíos reconocían el canon alejandrino en tiempo de Jesús. Por eso la Iglesia siguió reconociéndolo.

De esta forma surgieron dos principales cánones del Antiguo Testamento:

1: El canon Alejandrino: Reconocido por los judíos en la traducción de los Setenta al griego. Este canon es el más utilizado por los judíos de tiempo de Cristo y por los autores del Nuevo Testamento. Este canon contiene los libros “deuterocanónicos” y es el reconocido por la Iglesia Católica.

2: El canon de Jamnia: Establecido por judíos que rechazaron el cristianismo y por lo tanto quisieron distanciar el período de revelación del tiempo de Jesús. Por eso rechazaron los últimos 7 libros reconocidos por el canon alejandrino.

XV siglos después de Cristo, Lutero rechaza el canon establecido por la Iglesia primitiva y adopta el canon de Jamnia. Este es el canon que aceptan los Protestantes.

La Vulgata de San Jerónimo

La primera traducción de la Biblia al latín fue hecha por San Jerónimo y se llamó la “Vulgata” (año 383 AD). El latín era para entonces el idioma común en el mundo Mediterráneo. San Jerónimo en un principio tradujo del texto hebreo del canon de Palestina. Por eso no tenía los libros deuterocanónicos. Esto produjo una polémica entre los cristianos de aquel tiempo. En defensa de su traducción, San Jerónimo escribió: “Ad Pachmmachium de optimo genere interpretandi”, la cual es el primer tratado acerca del arte de traducir. Por eso se le considera el padre de esta disciplina. Ahí explica, entre otras cosas, el motivo por el cual considera mejor traducir directo del hebreo. San Jerónimo no rechazó los libros deuterocanónicos. La Iglesia aceptó su traducción con la inclusión de los libros deuterocanónicos. Por eso la Biblia Vulgata tiene los 46 libros.

La Iglesia establece el Canon de la Biblia

Es importante entender que la Iglesia fundada por Cristo precede al Nuevo Testamento. Es la Iglesia la autoridad que establece el canon de la Biblia y su correcta interpretación y no al revés, como creen algunos Protestantes. Cuando en el N.T. habla de las “Escrituras” se refiere al A.T. El nombre de “Nuevo Testamento” no se usó hasta el siglo II.

Con el tiempo, un creciente número de libros se presentaban como sagrados y causaban controversia. Entre ellos muchos eran de influencia gnóstica. Por otra parte, algunos, como los seguidores de Marción, rechazaban libros generalmente reconocidos por los Padres. La Iglesia, con la autoridad Apostólica que Cristo le dio, definió la lista (canon) de los Libros Sagrados de la Biblia.

Los concilios de la Iglesia Católica – el Concilio de Hipo, en el año 393 A.D. y el Concilio de Cartago, en el año 397 y 419 A.D., ambos en el norte de África – confirmaron el canon Alejandrino (con 46 libros para el Antiguo Testamento) y también fijaron el canon del Nuevo Testamento con 27 libros.

Para reconocer los libros del Nuevo Testamento los Padres utilizaron tres criterios:
1- que fuesen escritos por un Apóstol o su discípulo.
2- que se utilizara en la liturgia de las iglesias Apostólicas. Ej. Roma, Corintio, Jerusalén, Antioquía, etc.
3- que estuviera en conformidad con la fe Católica recibida de los Apóstoles.

Al no satisfacer estos criterios, algunos evangelios atribuidos a los Apóstoles (ej. Ev. de Tomás, Ev. de Pedro) fueron considerados falsos por la Iglesia y rechazados. Por otra parte fueron aceptados libros (ej. Evangelio de San Juan y Apocalipsis) que por largo tiempo habían sido controversiales por el atractivo que ejercen en grupos sectarios y milenaristas.

La carta del Papa S. Inocencio I en el 405, oficialmente recoge el canon ya fijo de 46 libros del A.T. y los 27 del N.T. El Concilio de Florencia (1442) confirmó una vez más el canon, como lo hizo también el Concilio de Trento.

A la Biblia Protestante le faltan libros

En el 1534, Martín Lutero tradujo la Biblia al alemán. Pero rechazó los últimos siete libros del A.T. porque estos contradecían sus nuevas doctrinas. Por ejemplo, al quitar los libros de Macabeos, le fue mas fácil negar el purgatorio ya que 2 Macabeos 12, 43-46 da por supuesto que existe una purificación después de la muerte. Lutero dice que Macabeos no pertenece a la Biblia. Sin embargo Hebreos 11,35 (Nuevo Testamento) hace referencia a 2 Macabeos: “Unos fueron torturados, rehusando la liberación por conseguir una resurrección mejor”. Los únicos en el Antiguo Testamento a quienes se aplica este pasaje es a los mártires macabeos, que fueron torturados por conseguir la resurrección (2 Mac. 7:11, 14, 23, 29, 36).

¡Lutero consideró conveniente optar por el canon de Jamnia que los judíos habían establecido para distanciarse del cristianismo!. Lo prefirió a pesar que le faltaban libros que Jesús, los Apóstoles y la Iglesia desde el principio habían reconocido (ver arriba). Agrupó los libros que quitó de la Biblia bajo el título de “apócrifos”, señalando: “estos son libros que no se tienen por iguales a las Sagradas Escrituras y sin embargo son útiles y buenos para leer”.

Lamentablemente Lutero propagó sus errores junto con su rebelión. Por esa razón a la Biblia Protestante le faltan 7 libros del AT. Los consideran libros que ellos llaman “apócrifos”.

* Tobías
* Judit
* Ester (protocanónico con partes deuterocanónicas)
* Daniel (protocanónico con partes deuterocanónicas)
* I Macabeos
* II Macabeos
* Sabiduría
* Eclesiástico (también llamado “Sirac”)
* Baruc

Lutero no solo eliminó libros del Antiguo Testamento sino que quiso eliminar algunos del Nuevo Testamento e hizo cambios en el Nuevo Testamento para adaptarlo a su doctrina.

Martín Lutero había declarado que la persona se salva sólo por la fe (entendiendo la fe como una declaración legal), sin necesidad de poner la fe en práctica por medio de obras. Según él todas las doctrinas deben basarse solo en la Biblia, pero la Biblia según la acomoda e interpreta él. Por eso llegó incluso a añadir la palabra “solamente” después de la palabra “justificado” en su traducción alemana de Romanos 3, 28. También se refirió a la epístola de Santiago como epístola “de paja” porque esta enseña explícitamente: “Veis que por las obras se justifica el hombre y no sólo por la fe”. (Ver: Fe y obras; Estado actual del diálogo Católico-Luterano al respecto)

Lutero además se tomó la libertad de separar los libros del Nuevo Testamento de la siguiente manera:

Libros sobre la obra de Dios para la salvación: Juan, Romanos, Gálatas, Efesios, I Pedro y I Juan
Otros libros canónicos: Mateo, Marcos, Lucas, Hechos, el resto de las cartas de Pablo, II Pedro y II de Juan
Los libros no canónicos: Hebreos, Santiago, Judas, Apocalipsis y libros del Antiguo Testamento.

Gracias a Dios, los Protestantes y Evangélicos tienen los mismos libros que los católicos en el Nuevo Testamento porque no aceptaron los cambios de Lutero para esta parte del canon. Pero se encuentran en una posición contradictoria: Reconocen el canon establecido por la Iglesia Católica para el Nuevo Testamento (los 27 libros que ellos tienen) pero no reconocen esa misma autoridad para el canon del A.T.

Es interesante notar que la Biblia Gutenberg, la primera Biblia impresa, es la Biblia latina (Vulgata), por lo tanto, contenía los 46 libros del canon alejandrino.

El reformador español, Casiodoro de Reina, respetó el canon católico de la Biblia en su traducción, la cual es considerada una joya de literatura. Pero luego Cipriano de Valera quitó los deuterocanónicos en su versión conocida como Reina-Valera.

Posición de la Iglesia Anglicana

Según los 39 Artículos de Religión de la Iglesia de Inglaterra (1563), los libros deuterocanónicos pueden ser leídos para “ejemplo de vida e instrucción de costumbres”, pero no deben ser usados para “establecer ninguna doctrina” (Artículo VI). Consecuentemente, la Biblia, versión “King James” (1611) contenía estos libros entre el N.T. y el A.T. Pero Juan Lightfoot (1643) criticó este orden alegando que los “malditos apócrifos” pudiesen ser así vistos como un puente entre el A.T. y el N.T. La Confesión de Westminster (1647) decidió que estos libros, “al no ser de inspiración divina, no son parte del canon de las Escrituras y, por lo tanto, no son de ninguna autoridad de la Iglesia de Dios ni deben ser en ninguna forma aprobados o utilizados más que otros escritos humanos.”

Los Concilios modernos confirman el Canon

La Iglesia Católica, fiel a la encomienda del Señor de enseñar la verdad y refutar los errores, definió solemnemente, en el Concilio de Trento, en el año 1563, el canon del Antiguo Testamento con 46 libros siguiendo la traducción griega que siempre habían utilizado los cristianos desde el tiempo apostólico. Enseñó que los libros deuterocanónicos deben ser tratados “con igual devoción y reverencia”. Esto fue una confirmación de lo que la Iglesia siempre enseñó.

Esta enseñanza del Concilio de Trento fue una vez más confirmada por el Concilio Vaticano I y por el Concilio Vaticano II (Constitución Dogmática Dei Verbum sobre la Sagrada Escritura). El Catecismo de la Iglesia Católica reafirma la lista completa de los Libros Sagrados, incluyendo los deuterocanónicos.

La Biblia es un regalo del Señor, presentado como obra terminada a través de un largo proceso en el que el Espíritu Santo ha guiado a la Iglesia Católica a la plenitud de la verdad. Por la autoridad de la Iglesia se establece el canon definitivo.

Ante los que quieren introducir libros en el Canon, por ejemplo, el “Evangelio de Judas”, los protestantes más conocedores han tenido que recurrir a la autoridad de la Iglesia Católica para declarar que el canon de las Escrituras ha sido fijado en los Concilios del siglo IV y no se puede cambiar.

Fuente: www.corazones.org

martes, 21 de diciembre de 2010

No hagamos de la navidad una fiesta pagana

Puerto Iguazú (Misiones), 21 Dic. 10 (AICA) "El misterio de Cristo es uno, comienza en Belén y culmina en la Pascua; pero la Navidad ilumina la Pascua y todo el misterio de Cristo en cuanto nos revela los orígenes y la naturaleza del que morirá en la cruz para la salvación del mundo; es el Hijo de Dios, el Verbo Encarnado”, dijo el obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, en su homilía del domingo previo a la Navidad.

Al respecto, afirmó que “vivir la Navidad es vivir todo el misterio de Cristo y recibir la gracia de prepararse de todo corazón para renacer con Cristo a una vida nueva” y que “después de la Navidad somos hombres nuevos que tenemos una vida nueva para ser vivida con intensidad en la gracia y los sacramentos”. Por eso advirtió: “No nos permitamos hacer de la navidad una fiesta más que tradicionalmente festejamos, ni menos aún una fiesta pagana. Hagamos de ella lo que ella es y significa: el recuerdo vivo del nacimiento de Jesús, y con él, el nacimiento de una vida nueva que se centra en la esperanza de un mundo mejor”.

Por último, exhortó a reavivar “nuestra fe en el Señor del cielo y de la tierra” y a renovar “en nuestros corazones la alegría de sabernos hombres y mujeres nuevos, jóvenes y niños con la esperanza puesta en que Jesús que nace hará renacer en nuestros corazones y en nuestras mentes el deseo y la esperanza de un mundo mejor, del cual con Jesús podemos cambiar, un mundo pacifico en la construcción de un amor que no se desgasta por el tiempo, que cada día podemos hacer florecer con más fuerza”.
 
Fuente: AICA

viernes, 17 de diciembre de 2010

Testimonio de conversión: Son by four

El testimonio de conversión del famoso grupo de musica romantica Son By Four, que estando en pleno éxito Jesus tocó sus corazones y nada quedo igual en sus vidas: encontraron lo que tanto estaban buscando. Ahora pusieron sus talentos al servicio del Señor.

Antes era "A puro dolor" ahora: "Dios es Amor", "Como nos ama Dios", "Soy tuyo", "Me liberó"





Gloria a Dios!!

Actriz de Hollywood se convierte al catolicismo y denuncia las trampas de la new age (Nueva era)

Dejó su carrera cuando le sonreía el éxito para dedicarse a lo que creyó ser su misión: difundir los principios de la secta New Age. La desilusión no tardó en llegar.

ReL, 15 de diciembre de 2010. Sharon Lee Giganti dejó su carrera en Hollywood cuando comenzaba a tener mayor éxito, para dedicarse a lo que creyó ser su gran misión: difundir los principios de la Nueva Era. La desilusión no tardó en llegar. Estas falsas enseñanzas destrozaron la vida de muchas personas a su alrededor –incluido su propio hermano–. Después de su conversión, se dedicó a comunicar sin cansancio las grandes trampas que esconden las enseñanzas de El Secreto, Un Curso de Milagros y la ley de la atracción.

- ¿Qué la impulsó hacia la Nueva Era?- Estaba desesperada. Llevaba muchos años sufriendo al ver a mis seres queridos autodestruirse con las drogas y el alcohol, sin poder hacer nada. Buscaba una manera de acabar con todo ese dolor que había a mi alrededor, y encontrar felicidad y paz para mí.


- ¿Era infeliz a pesar del éxito que comenzaba a tener en Hollywood?
- Sí, como actriz estaba cansada de la frustración de trabajar tan duro, durante tantos años, y no lograr ser la gran actriz que me creía capaz de ser. Había alcanzado éxito en la TV y en algunas películas, pero tenía la sensación de no poder controlar el resultado de lo que hacía. Imagínese la emoción que me produjo escuchar que había técnicas que podía aprender para crear mi propia realidad con el pensamiento: “Puedes cambiar cualquier circunstancia, curar cualquier enfermedad, y producir resultados con sólo visualizar tus deseos”.


- ¿Quién le enseñó esas técnicas?
Un amigo mío en Hollywood me habló de la ley de la atracción a través del libro La ciencia de la mente, de Ernest Holmes, y de unas grabaciones de la médium Esther Hicks, que canalizaba un espíritu llamado Abraham. Abraham enseñaba la idea ocultista de que “todo es energía”: “Tus pensamientos y sentimientos son formas de ‘vibración de la energía’ que atraen lo que estás pensando y sintiendo. Si piensas en positivo y te sientes libre de preocupaciones, atraerás cosas buenas”. Creí que Abraham era un espíritu bueno y que con esta nueva comprensión de las “leyes universales” podría ayudar a mucha gente.


- Se dedicó entonces a difundir este gran “descubrimiento”...
- Así es. Abandoné mi carrera de actriz y me convertí en embajadora de Abraham. Durante 10 años estuve enseñando la ley de la atracción, incluyendo los principios de Un curso de milagros.


- ¿Qué es "Un curso de milagros"?
- Es un libro que fue escrito por un espíritu que decía ser Jesús, a través de una médium. Su enseñanza está en contradicción con la Sagrada Escritura, la Tradición y la doctrina católica, pues afirma que Jesús no era Dios, que el demonio no existe, que el pecado original nunca ocurrió, y que los apóstoles no supieron interpretar el mensaje de Jesús y nos enseñaron errores. Estos principios falsos muestran claramente que el espíritu que los escribió, aunque afirmara ser Jesús, es una falsificación de Cristo. Ningún espíritu que contradiga la Palabra de Dios puede ser de Dios.


- ¿Cómo descubrió ese engaño?
- Me enfrenté a terribles tragedias por predicar estas filosofías falsas. Primero, mi alumna Jane. La noche antes de suicidarse, vino a mi casa con las preguntas sobre el suicidio que solía hacerme. Se las contesté de nuevo con las enseñanzas de la Nueva Era, especialmente las de Abraham y Un Curso de Milagros: “El suicidio es malo sólo si piensas que está mal, pues hemos sido condicionados socialmente para creer que está mal”. Y le dije, citando a Abraham: “Tú eres libre de elegir cualquier cosa que desees atraer a tu vida, incluso la muerte”. A la mañana siguiente, ella se fue a un hotel y se envenenó. Me gustaría decir que su muerte me despertó, pero estas filosofías me habían oscurecido completamente la visión del mundo.


- Entonces, ¿qué la despertó?
- Mi hermano era drogadicto y alcohólico; sufría crisis de ansiedad y depresión. A quienes intentaban ayudarlo, yo les decía que dejaran de temer por su bienestar, pues así continuaban atrayendo esa situación a su vida. La mejor manera de ayudarlo era “visualizarlo” en una situación de perfecta salud, que luego comenzaría a “manifestarse”. Y así lo hicieron. Y yo también. Pero no recibimos el “milagro” prometido. Mi hermano terminó por matar a mi sobrino de cuatro meses y hoy en día cumple cadena perpetua.


- Y usted pagó un precio muy alto...
- Las tragedias me fueron mostrando que las enseñanzas de la Nueva Era no producen la paz y el bienestar que tanto pregonan. En cambio sí provocan muchos corazones rotos y vidas destruidas.


- ¿Eso la llevó a buscar la verdad en la doctrina católica?
- Todavía estaba inmersa en esas enseñanzas, cuando comencé a leer la Biblia. También tuve un encuentro personal con Jesús y luego supe que mucha gente rezó por mí.


- Cuéntenos ese encuentro con Cristo
- Cuando estaba a punto de invocar más espíritus, en un intento desesperado por encontrar ayuda, Jesús me sacó. Se me mostró como “el Camino, la Verdad y la Vida” que yo había estado buscando.


- Un Cristo muy diferente al que le había enseñado la Nueva Era...
- No era la “Conciencia Crística” o “la Energía Pura” de la Nueva Era. Jesús es una persona real que me decía: “Soy la respuesta que estás esperando y estoy aquí, como siempre... ¡esperándote!”. Nunca me había sentido tan amada. Créame. Los que piensan que “el Cristo” es sólo un modo de pensar o una “conciencia”, se pierden todo, porque una “conciencia” no te puede amar como Jesús nos ama.


- ¿Qué pretende realmente la espiritualidad de la Nueva Era?
- La mayoría –me ocurrió a mí también– cree que ha descubierto una “nueva ciencia”, una “sabiduría perdida” o una “perspectiva más elevada de la esfera espiritual”, y quieren compartirla con otros para curar sus males mentales, psíquicos, emocionales y espirituales. Pero gran cantidad de la información de la Nueva Era proviene de espíritus que han sido escuchados a través de médiums. Son espíritus demoníacos que sirven a Satanás, y quieren robarle almas a Dios. Buscan expresamente hacernos daño.


- Pero nadie quiere, deliberadamente, hacerse daño a sí mismo...
- Desafortunadamente, la información está muy bien disfrazada en forma de buenos consejos, ayuda, amor... Ellos transmiten información falsa a todos los que quieran escucharla en forma de ideologías que contienen supuestos “principios universales”. Hacen que la persona moralmente neutral se desoriente.


- ¿Por qué no puede un católico creer en la ley de la atracción?
- Estas supuestas “técnicas” no son más que formas modernas de la antigua magia, hechicería y espiritismo. Van en contra de la fe católica. En el documento vaticano Jesucristo portador del agua de la vida se afirma “la convicción generalizada en la Nueva Era de que cada uno crea su propia realidad es atractiva pero ilusoria”. No es verdad que podamos controlar lo que nos sucede a través de nuestros pensamientos y sentimientos.


- ¿Es posible tomar lo bueno de estas técnicas y dejar de lado el resto?
- Conozco bien ese peligro y no vale la pena asumir ese riesgo. Sería como tomarse un batido de chocolate envenenado porque contiene un poco de calcio. De nuevo, el documento vaticano Jesucristo portador del agua de la vida dice claramente que no es posible aislar algunos elementos de la religiosidad de la Nueva Era como aceptables y rechazar otros. ¡La Iglesia ha hablado claro! Prestémosle atención a sus consejos por nuestro propio bien.

Autora: Isabel Molina E./Revista Misión

Fuente: http://catolicidad-catolicidad.blogspot.com/

viernes, 10 de diciembre de 2010

La grandeza de lo pequeño

En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: « Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. »
Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: « ¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron. (Lc. 10. 21-24)

“Yo te alabo, Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos, y las revelaste a los pequeños.” Estas palabras encierran un misterio y una paradoja para la lógica humana. Los más grandes acontecimientos de su vida, Cristo no los quiso revelar a quienes, según el mundo, son “los sabios y prudentes”. Él tiene una manera diferente para calificar a los hombres.

Para Dios no existen los instruidos y los iletrados, los fuertes y los débiles, los conocedores y los ignorantes. No busca a las personas más capaces de la tierra para darse a conocer, sino a las más pequeñas, pues sólo estas poseen la única sabiduría que tiene valor: la humildad.

Las almas humildes son aquellas que saben descubrir la mano amorosa de Dios en todos los momentos de su vida, y que con amor y resignación se abandonan con todas sus fuerzas a la Providencia divina, conscientes de que son hijos amados de Dios y que jamás se verán defraudadas por Él. La humildad es la llave maestra que abre la puerta de los secretos de Dios. Es la gran ciencia que nos permite conocerle y amarle como Padre, como Hermano, como Amigo.

El adviento es tiempo de preparación, un momento fuerte de ajuste en nuestras vidas. Esforcémonos, pues, por ser almas sencillas, almas humildes que sean la alegría y la recreación de Dios. Cristo niño volverá a nacer en medio de la más profunda humildad como lo hiciera hace más de dos mil años. Un par de peregrinos tocarán a la puerta de nuestro corazón pidiendo un lugar para que el Hijo de Dios pueda nacer. ¿Cómo podremos negarle nuestro corazón a Dios, que nos pide un corazón humilde y sencillo en el cual pueda nacer?

“Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven, porque yo les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven, y no lo vieron, y oír lo que oyen, y no lo oyeron.”



Autor: H. Christian David Garrido F. L.C. | Fuente: Catholic.net

viernes, 3 de diciembre de 2010

Es moralmente ilícito interrumpir la vida de un niño anencefálico

La Plata (Buenos Aires), 3 Dic. 10 (AICA) El médico especialista en bioética, doctor Juan Carlos Caprile, advirtió que “es moralmente ilícito interrumpir violentamente la existencia de un niño anencefálico pues no permite su muerte natural”, al referirse al caso de los médicos del Hospital Policlínico de La Plata que se negaron a realizar el aborto solicitado por una madre a la que se le diagnosticó en el quinto mes de su embarazo que su bebé en gestación padecía una disminución de su masa cerebral llamada anencefalia.

“Nadie tiene derecho a quitar la vida a otra persona por más enferma o malformada que haya sido concebida y menos a un ser inocente que no tiene posibilidad de defenderse. Esta forma de aborto configura una nueva agresión que viola el derecho a la vida y la no discriminación reconocidos por la Constitución Nacional, Tratados Nacionales e Internacionales”, subrayó.

Texto de la declaración
Los médicos del Hospital Policlínico de La Plata se han negado a realizar el aborto solicitado por una madre que se le ha diagnosticado en el quinto mes de su embarazo un niño que padece una disminución de su masa cerebral llamada anencefalia. Esta enfermedad es incompatible con la vida extrauterina pues mueren a las 24 o 72 horas del nacimiento si le permiten llegar al final de su gestación.

El niño anencefálico es un ser humano considerado como una persona desde el momento mismo de la concepción, debiendo ser respetado y siendo merecedor de la dignidad que le corresponde como tal. Es una forma de eutanasia en los que se ejecutan acciones tendientes a adelantar la muerte del paciente pero agravada, porque este niño no tiene sufrimientos ni solicita ser condenado a muerte. El triste hecho de su gravísima enfermedad, no lo convierte en despreciable sino por el contrario en un ser sumamente frágil, pequeño y débil sujeto de un cuidado y protección especial, acorde a su patología y diagnóstico infausto, como cualquier otro discapacitado no debe ser discriminado debido a su enfermedad debiendo ser respetados los derechos humanos que le corresponden.

Este criterio también debe aplicarse a todo embrión humano con cualquier patología diagnosticada por exámenes prenatales. Esta forma de aborto encubierto sumado al dolor inevitable de estar gestando un hijo enfermo añade un intenso sentimiento de culpa haciendo mucho más traumática la situación para la madre, el padre y el entorno familiar. Lo que se necesita no es matar al bebé sino redoblar los cuidados y la contención para que ayuden principalmente a los padres a aceptar y elaborar una realidad profundamente dolorosa que se supera mucho mejor cuando la muerte del hijo sobreviene en forma natural y no provocada. Demuestran un desconocimiento absoluto de la psicología humana los que piensan que haciendo morir anticipadamente al propio hijo es como quieren evitar el sufrimiento de sus padres.

Sería mejor para ellos darles la oportunidad de poder entregarle a su hijo todo el amor de una vida, aunque sea sólo por escaso tiempo. Tanto la madre como el padre de este niño tan gravemente enfermo, deben recibir especial cuidado y atención ya que sufren un golpe psicológico, emocional y afectivo muy fuerte. Esta contención exigirá una ardua tarea y esfuerzo para superar el dolor profundo, los sentimientos encontrados y las sensaciones que causa conocer, aceptar y asumir una realidad tan diferente a la soñada y deseada en el momento de engendrar esta nueva vida.

Es moralmente ilícito interrumpir violentamente la existencia de un niño anencefálico pues no permite su muerte natural. Nadie tiene derecho a quitar la vida a otra persona por más enferma o malformada que haya sido concebida y menos a un ser inocente que no tiene posibilidad de defenderse. Esta forma de aborto configura una nueva agresión que viola el derecho a la vida y la no discriminación reconocidos por la Constitución Nacional, Tratados Nacionales e Internacionales.

Fuente: AICA

Mons. Bitar asumirá como nuevo obispo de Oberá

Oberá (Misiones), 3 Dic. 10 (AICA) Mañana, sábado 4 de diciembre, monseñor Andrés Stanovnik, arzobispo de Corrientes y administrador apostólico de la diócesis de Oberá, pondrá en funciones al nuevo obispo de esa jurisdicción, monseñor Damián Santiago Bitar.

La asunción será a las 19 durante la misa que se celebrará en el atrio de la catedral San Antonio.

Monseñor Bitar fue nombrado por el papa Benedicto XVI para reemplazar a monseñor Víctor Arenhardt, primer obispo de Oberá, que falleció el 17 de mayo pasado en un accidente de tránsito.

El flamante pastor ya se encuentra en la “Capital del Monte” realizando un retiro de preparación para asumir su nueva función.


Abrir el diálogo con toda la comunidad
“Sinceramente la designación me tomó por sorpresa porque hace menos de dos años fui nombrado obispo auxiliar de San Justo”, reconoció monseñor Bitar a medios misioneros, al tiempo que subrayó “asumiré con la intención abrir el dialogo con toda la comunidad, porque tengo mucho para escuchar y mucho por aprender”.

Adelantó que “será una ceremonia sencilla porque la diócesis está de duelo”. Asimismo, la ceremonia protocolar no será tan compleja como cuando se consagra a un obispo, puesto que ya se desempeña como auxiliar de San Justo, en la provincia de Buenos Aires.

Sobre sus metas inmediatas, el nuevo obispo destacó que escuchará “mucho a los sacerdotes, a los diáconos y a todos los que trabajan en el día a día de la vida parroquial”. También dijo que “es importante abrirse al diálogo con toda la comunidad. Hay tanto para escuchar, tanto para aprender y desde allí ir sirviendo a la Iglesia diocesana desde el ministerio propio del obispo”, afirmó.

Monseñor Damián Bitar
Monseñor Damián Santiago Bitar tiene 47 años y es oriundo de la localidad de Arroyo Cabral, en los alrededores de Villa María, provincia de Córdoba. Fue ordenado obispo el 8 de diciembre de 2008 en la catedral de la Inmaculada Concepción, de Villa María, por el obispo, monseñor José Ángel Rovai.

La diócesis de Oberá es la más nueva de las circunscripciones eclesiásticas de la Argentina. Fue creada por Benedicto XVI el 12 de junio de 2009.+

Más información: (03755) 423541 / 421374.


Fuente: AICA

Adviento es un período para abrir los ojos

El Adviento no cambia a Dios. El Adviento profundiza en nuestro deseo y en nuestra espera de que Dios realice lo que los profetas anunciaron. Rezamos para que Dios ceda a nuestra necesidad de ver y sentir la promesa de salvación aquí y ahora.

Durante este tiempo de deseo y de espera del Señor, se nos invita a rezar y a profundizar en la Palabra de Dios, pero estamos llamados ante todo a convertirnos en reflejo de la luz de Cristo, que en realidad es el mismo Cristo. De todas formas, todos sabemos lo difícil que es reflejar la luz de Cristo, especialmente cuando hemos perdido nuestras ilusiones, cuando nos hemos acostumbrado a una vida sin luz y ya no esperamos más que la mediocridad y el vacío. Adviento nos recuerda que tenemos que estar listos para encontrar al Señor en todo momento de nuestra vida. Como un despertador despierta a su propietario, Adviento despierta a los cristianos que corren el riesgo de dormirse en la vida diaria.

¿Qué esperamos de la vida o a quién esperamos? ¿Por qué regalos o virtudes rezamos en este año? ¿Deseamos reconciliarnos en nuestras relaciones rotas? En medio de nuestras oscuridades, de nuestras tristezas y secretos, ¿qué sentido deseamos encontrar? ¿Cómo queremos vivir las promesas de nuestro Bautismo? ¿Qué cualidades de Jesús buscaremos para nuestras propias vidas en este Adviento? Con frecuencia, las cosas, las cualidades, los regalos o las personas que buscamos y deseamos dicen mucho sobre quiénes somos realmente. ¡Dime qué esperas y te diré quién eres!

Adviento es un período para abrir los ojos, volver a centrarse, prestar atención, tomar conciencia de la presencia de Dios en el mundo y en nuestras vidas.

Adviento ofrece la maravillosa oportunidad de realizar las promesas y el compromiso de nuestro Bautismo.

El cardenal Joseph Ratzinger escribió que "el objetivo del año litúrgico consiste en recordar sin cesar la memoria de su gran historia, despertar la memoria del corazón para poder discernir la estrella de la esperanza. Esta es la hermosa tarea del Adviento: despertar en nosotros los recuerdos de la bondad, abriendo de este modo las puertas de la esperanza".

En este tiempo de Adviento, permítanme presentarles algunas sugerencias:

Acaben con una riña. Hagan la paz. Busquen a un amigo olvidado. Despejen la sospecha y sustitúyanla por la confianza. Escriban una carta de amor.

Compartan un tesoro. Respondan con dulzura, aunque les gustara una respuesta brutal. Alienten a un joven a tener confianza en él mismo. Mantengan una promesa. Encuentren tiempo, tómense tiempo. No guarden rencor. Perdonen al enemigo. Celebren el sacramento de la reconciliación. Escuchen más a los otros. Pidan perdón si se han equivocado. ¡Sean gentiles aunque no se hayan equivocado! Traten de comprender. No sean envidiosos. Piensen antes en el otro.

Rían un poco. Ríanse un poco más. Gánense la confianza. Opónganse a la maldad. Sean agradecidos. Vayan a la iglesia. Quédense en la iglesia más de tiempo de lo acostumbrado. Alegren el corazón de un niño. Contemplen la belleza y la maravilla de la tierra. Expresen su amor. Vuélvanlo a expresar. Exprésenlo más fuerte. Exprésenlo serenamente.

¡Alégrense porque el Señor está cerca!



Autor: P. Thomas Rosica | Fuente: Catholic.net

martes, 30 de noviembre de 2010

Preparándonos para nuestro juicio por Santo Tomás de Aquino

Por cuatro razones debemos temer ese juicio:

En primer lugar por la sabiduría del Juez. Pues lo sabe todo: pensamientos, palabras y obras, porque “todo está patente y descubierto ante sus ojos”, como se dice en Hebr 4, 13 y en Prov 16, 2: “Todos los caminos del hombre están patentes a los ojos del Señor”. Y conoce también nuestras palabras. Sab I, 10: “Un oído celoso lo escucha todo“. Y asimismo nuestros pensamientos: Jer 17, 9: “El corazón del hombre es retorcido e inescrutable: ¿quién lo conoce? Yo, el Señor, exploro el corazón, pruebo los riñones para dar a cada cual según su camino, según el fruto de sus obras“.

Habrá allí testigos infalibles: la propia conciencia de los hombres. Dice el Apóstol en Rom 2, 15-16: “.. .atestiguándolo su conciencia con sus juicios contrapuestos que les acusan y también les defienden en el día en que Dios juzgará las acciones secretas de los hombres”.

En segundo lugar, por el poder del Juez, porque por sí mismo es omnipotente. Is 40, 10: “He aquí que viene el Señor Dios con poder”. Es también todopoderoso sobre los otros, porque el conjunto de la creación estará con El. Sab 5,21: “Peleará con El el Universo contra los insensatos“; por lo cual decía Job (10, 7): “Nadie hay que pueda librarse de tus manos“. Y el Salmista (138, 8 ) dice: “Si hasta los cielos subo, allí estás tú; si desciendo al infierno, allí te encuentras“.

En tercer lugar, a causa de la inflexible justicia del juez. En efecto, ahora es el tiempo de la misericordia; pero para entonces será solamente el tiempo de la justicia. Por lo cual este tiempo es nuestro, pero para entonces será sólo la hora de Dios. Salmo 74, 3: “En el momento que yo fije, haré perfecta justicia”. Prov 6, 34: “El día de la venganza, el celo y furor del esposo no tendrá miramientos, no escuchará petición alguna, no recibirá en rescate ni grandes regalos“.

En cuarto lugar, a causa de la cólera del juez. En efecto, de un modo se les aparece a los justos, porque es dulce y encantador: Is 33, 17: “Contemplarán al rey en su belleza“; y de otro modo a los malos, que dirán a las montañas: “Caed sobre nosotros, y escondednos de la ira del Cordero”, como dice el Apocalipsis (6, 16). Pero esta ira no quiere decir pasión del ánimo en Dios, sino un efecto de la ira, o sea, la pena infligida a los pecadores, la cual es eterna. Orígenes: “¡Cuan estrechas serán las vías de los pecadores el día del juicio! De arriba vendrá el juez airado, etc.”.


Pues bien, contra ese temor debemos tener cuatro remedios:

El primero consiste en las buenas obras. Dice el Apóstol en Rom 13, 3: “¿Quieres no temer a la autoridad?” Obra el bien y obtendrás elogios de ella”.

El segundo es la confesión y la penitencia de los pecados cometidos, en las cuales debe haber tres cosas, que expían la pena eterna: dolor en el pensamiento,vergüenza en la confesión y rigor en la satisfacción.

El tercero es la limosna, que todo lo limpia. Lucas XVI, 9: “Haceos amigos con las riquezas injustas, para que cuando lleguen a faltar, os reciban en las eternas moradas“.

El cuarto es la caridad, esto es, el amor a Dios y al prójimo, porque la caridad cubre la multitud de los pecados, como se dice en I Pedro 4, 8 y en Prov 10, 12.

Fuente: http://catolicidad-catolicidad.blogspot.com

La oración según el Santo Cura de Ars

Consideradlo, hijos míos: el tesoro del hombre cristiano no está en la tierra, sino en el cielo. Por esto, nuestro pensamiento debe estar siempre orientado hacia allí donde está nuestro tesoro.

El hombre tiene un hermoso deber y obligación: orar y amar. Si oráis y amáis, habréis hallado la felicidad en este mundo.

La oración no es otra cosa que la unión con Dios. Todo aquel que tiene el corazón puro y unido a Dios experimenta en sí mismo como una suavidad y dulzura que lo embriaga, se siente como rodeado de una luz admirable.

En esta íntima unión, Dios y el alma son como dos trozos de cera fundidos en uno solo, que ya nadie puede separar. Es algo muy hermoso esta unión de Dios con su pobre criatura; es una felicidad que supera nuestra comprensión.

Nosotros nos habíamos hecho indignos de orar, pero Dios, por su bondad, nos ha permitido hablar con Él. Nuestra oración es el incienso que más le agrada.

Hijos míos, vuestro corazón es pequeño, pero la oración lo dilata y lo hace capaz de amar a Dios. La oración es una degustación anticipada del cielo, hace que una parte del paraíso baje hasta nosotros. Nunca nos deja sin dulzura; es como una miel que se derrama sobre el alma y lo endulza todo.

En la oración hecha debidamente, se funden las penas como la nieve ante el sol.

Otro beneficio de la oración es que hace que el tiempo transcurra tan aprisa y con tanto deleite, que ni se percibe su duración. Mirad: cuando era párroco en Bresse, en cierta ocasión, en que casi todos mis colegas habían caído enfermos, tuve que hacer largas caminatas, durante las cuales oraba al buen Dios, y creedme, que el tiempo se me hacía corto.

Hay personas que se sumergen totalmente en la oración como los peces en el agua, porque están totalmente entregadas al buen Dios. Su corazón no esta dividido. ¡Cuánto amo a estas almas generosas! San Francisco de Asís y Santa Coleta veían a nuestro Señor y hablaban con del mismo modo que hablamos entre nosotros.

Nosotros, por el contrario, ¡cuántas veces venimos a la Iglesia sin saber lo que hemos de hacer o pedir! Y, sin embargo, cuando vamos a casa de cualquier persona, sabemos muy bien para qué vamos. Hay algunos que incluso parece como si le dijeran al buen Dios: "Sólo dos palabras, para deshacerme de ti..." Muchas veces pienso que cuando venimos a adorar al Señor, obtendríamos todo lo que le pedimos si se lo pidiéramos con una fe muy viva y un corazón muy puro.
Fuente: http://catolicidad-catolicidad.blogspot.com

Para un nuevo Adviento

Al comenzar el Adviento, cada año, una y otra vez, es conveniente recordar las pautas litúrgicas y espirituales de este tiempo para vivirlo intensamente. Una catequesis debe volver una y otra vez, recordando, actualizando, profundizando.


El Adviento presenta una doble dimensión que hemos de tener en cuenta para vivirlo:

"El tiempo de Adviento tiene una doble índole: es el tiempo de preparación para las solemnidades de Navidad, en las que se conmemora la primera venida del Hijo de Dios a los hombres, y es a la vez el tiempo en el que por este recuerdo se dirigen las mentes hacia la expectación de la segunda venida de Cristo al fin de los tiempos. Por estas dos razones el Adviento se nos manifiesta como tiempo de una expectación piadosa y alegre" (Calendario romano, n. 39):
  • Hasta el 16 de diciembre inclusive, la mirada es escatológica: el final de los tiempos y es la espera piadosa y alegre de la parusía, del retorno del Señor pero en gloria y majestad. Las lecturas, las oraciones y los cantos deben mirar más a esta dimensión final. El prefacio (el I y el III, que son los que se cantan estos días) recuerda la venida gloriosa del Señor y los tiempos últimos.
  • A partir del 17 de diciembre, toda la liturgia del Adviento, en sus ferias mayores, se centra en la preparación inmediata a la Navidad, a la primera venida del Hijo del hombre en el seno virginal de Santa María. Cambia la perspectiva, el tono de las oraciones es más "navideño" y mariano, la clave de todo son los evangelios de esas ferias mayores. Los prefacios, II y IV, los que se reservan para estos días, destacan la centralidad de la Virgen María y la inminente llegada del Señor.
Las características litúrgicas de este tiempo tienden a alimentar nuestra esperanza, con alegría, pero con moderación, y muchos elementos se reservan para que destaquen con energía renovada en el tiempo de la santa Manifestación del Señor:

-el Gloria no se canta para entonarlo junto con los ángeles en la Misa de medianoche; (claro, el Gloria según la letra del Gloria, no cualquier cancioncilla con la palabra "gloria");

-las flores son moderadas en el exorno, para que todo sea esplendoroso en el ciclo de Navidad; por ejemplo, la misma corona de Adviento se prepara con ramas verdes;

-las vestiduras moradas/violetas aguardan el blanco o dorado de los vestidos litúrgicos de la Navidad...


  • "El tiempo de Adviento comienza con las primeras Vísperas del domingo que cae el 30 de noviembre o es el más próximo a este día, y acaba antes de las primeras Vísperas de Navidad. Los domingos de este tiempo se denominan domingo I, II, III, IV de Adviento. Las ferias del 17 al 24 de diciembre, inclusive, tienen la finalidad de preparar más directamente la Navidad" (Instrucción Calendario Romano, ns. 39-42).
  • "En tiempo de Adviento se emplearán el órgano y los otros instrumentos musicales, y también se adornará el altar con flores, con la moderación que conviene a la índole de este tiempo, sin adelantarse a la plena alegría de la Navidad del Señor. El domingo Gaudete (III de Adviento) puede usarse el color rosado" (Caeremoniale Episcoporum, nº 236).
  • “El morado o violeta se emplea en el tiempo de Adviento” (IGMR 308d). “No se recita el Gloria en Adviento” (cf. IGMR 31).

Sabiendo estos rasgos generales de la liturgia y la espiritualidad podemos vivir mejor este Adviento y configurarnos con el Misterio de Cristo.

¡Sólo una cosa más!

Para la oración personal y la homilía el peso fuerte cae sobre:


-la primera lectura hasta el 16 de diciembre inclusive (el evangelio se busca a partir de la lectura semicontinua de Isaías como cumplimiento de la profecía; a partir del 17 de diciembre, el centro es el Evangelio,


-la oración colecta de cada día

-las preces de Laudes, ¡que son deliciosas!

Fuente: http://corazoneucaristicodejesus.blogspot.com

martes, 23 de noviembre de 2010

Una luz que alumbra nuestros pasos

¿Cómo orientar bien la propia vida? ¿Cómo encontrar la luz necesaria para el camino? ¿Cómo distinguir, en el tumulto de mil voces discordantes, esa meta que da sentido a la propia vida?

En muchas ocasiones el corazón se plantea preguntas esenciales. La vida, con su marcha incontenible, puede encerrarnos en cosas pequeñas, inmediatas, pasajeras. El café necesita azúcar. Hay que conseguir gas para la cocina. Mañana vendrá el técnico para arreglar (esperamos) un cortocircuito.

Más allá de esas contingencias, sentimos el anhelo de algo mucho más grande, más noble, más bello; algo que sea definitivo, que dé sentido pleno a los actos buenos y que denuncie la maldad y la injusticia.

¿Quién nos guiará? ¿Hay respuestas claras y completas? ¿O sólo podemos contentarnos con luces frágiles que sirven para dar el próximo paso pero no permiten ver más allá de un horizonte provisional y siempre mudable?

A lo largo de los siglos, poetas y filósofos, artistas y soñadores, profetas y líderes del espíritu, han ofrecido respuestas más profundas. No todas pueden ser verdaderas, porque no caben en armonía afirmaciones tan opuestas como las de Marx o las de Buda, las de Nietzsche o las de Mahoma, las de Bentham o las de Séneca.

Si tuviésemos acceso a un auténtico maestro, si encontrásemos un hombre bueno que enseñase verdades eternas, si el cielo rompiese sus silencios para dejar entrever los deseos del Dios que hizo el sol y las estrellas...

Como el profeta, gritamos al Dios que parece guardar silencio: “¡Ah, si rompieses los cielos y descendieses...!” (Is 63,19).

Pero luego, con algo de vergüenza, confesamos la injusticia de ese grito. Porque podemos reconocer que Dios ya habló, que se hizo cercano, que caminó entre nuestros polvos y nuestras amapolas, que bebió en nuestros pozos, que hizo fiesta en los banquetes de bodas.

Sí: ya vino el Mesías, ya nos habló el Hijo muy amado del Padre, ya apareció esa luz que necesitábamos para nuestros pasos. “La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo” (Jn 1,9).

Todo, entonces, empieza a ocupar su lugar y a tener sentido. Basta (es fácil, si vemos lo mucho que nos ama) con que nuestros actos tengan a Cristo como testigo y compañero (cf. san Máximo de Turín, Sermón 73). Basta con dejar las obras de la carne para acoger ese susurro que nos suplica: “Despierta tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te iluminará Cristo” (Ef 5,14).



Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net

jueves, 11 de noviembre de 2010

El Santísimo Sacramento, la Luz del mundo

Unos meses antes de su muerte el Obispo Fulton J. Sheen fue entrevistado por la televisión nacional: "Obispo Sheen, usted inspiró a millones de personas en todo el mundo. ¿Quien lo inspiró a usted? ¿Fue acaso un Papa?".

El Obispo Sheen respondió que su mayor inspiración no fue un Papa, ni un Cardenal, u otro Obispo, y ni siquiera fue un sacerdote o monja. Fue una niña china de once años de edad.

Explicó que cuando los comunistas se apoderaron de China, encarcelaron a un sacerdote en su propia rectoría cerca de la Iglesia. El sacerdote observó aterrado desde su ventana como los guardias penetraron en la iglesia y se dirigieron al santuario. Llenos de odio profanaron el tabernáculo, tomaron el copón y lo tiraron al suelo, esparciendo las Hostias Consagradas. Eran tiempos de persecución y el sacerdote sabía exactamente cuantas Hostias contenía el copón: Treinta y dos.

Cuando los guardias se retiraron, tal vez no se dieron cuenta, o no prestaron atención a una niñita que rezaba en la parte de atrás de la iglesia, la cual vió todo lo sucedido. Esa noche la pequeña regresó y, evadiendo la guardia apostada en la rectoría, entró en la iglesia. Allí hizo una Hora Santa de oración, un acto de amor para reparar el acto de odio.

Después de su hora santa, se adentró al santuario, se arrodilló, e inclinándose hacia delante, con su lengua recibió a Jesús en la Sagrada Comunión. (en aquel tiempo no se permitía a los laicos tocar la Eucaristía con sus manos).

La pequeña continuó regresando cada noche, haciendo su Hora Santa y recibiendo a Jesús Eucarístico en su lengua. En la trigésima segunda noche, después de haber consumido la última Hostia, accidentalmente hizo un ruido que despertó al guardia. Este corrió detrás de ella, la agarró, y la golpeó hasta matarla con la culata de su rifle.

Este acto de martirio heróico fue presenciado por el sacerdote mientras, sumamente abatido, miraba desde la ventana de su cuarto convertido en celda.

Cuando el Obispo Sheen escuchó el relato, se inspiró en tal grado que prometió a Dios que haría una Hora Santa de oración frente a Jesús
Sacramentado todos los días, por el resto de su vida. Si aquella pequeñita pudo dar testimonio con su vida de la Real y hermosa Presencia de su Salvador en el Santísimo Sacramento, entonces el obispo se veía obligado a lo mismo. Su único deseo desde entonces sería, atraer el mundo al Corazón Ardiente de Jesús en el Santísimo Sacramento.

La pequeña le enseñó al Obispo el verdadero valor y celo que se debe tener por la Eucaristía; como la fe puede sobreponerse a todo miedo y como el verdadero amor a Jesús en la Eucaristía debe trascender a la vida misma.

Lo que se esconde en la Hostia Sagrada es la gloria de Su Amor. Todo lo creado es un reflejo de la realidad suprema que es Jesucristo. El sol en el cielo es tan solo un símbolo del hijo de Dios en el Santísimo Sacramento.

Por eso es que muchas custodias imitan los rayos de sol. Como el sol es la fuente natural de toda energía, el Santísimo Sacramento es la fuente sobrenatural de toda gracia y amor.

JESÚS es el Santísimo Sacramento, la Luz del mundo.
 
 
Autor: Rev. Martín Lucía | Fuente: Catholic.net

martes, 9 de noviembre de 2010

Oracion de entrega al Espiritu Santo: implorando sus dones y frutos

Espíritu Santo, Dios eterno, cuya gloria llena los cielos y la tierra, heme aquí postrado humildemente en tu presencia. Te ofrezco y te hago entrega de mi cuerpo y de mi alma. Adoro el resplandor de tu pureza, de tu justicia inmutable y del poder de tu amor.

No permitas que te ofenda o resista a las inspiraciones de tu gracia; antes bien dirige mi entendimiento, a fin de que escuche dócilmente la voz de tus inspiraciones y las siga, hallando en tu misericordia un amparo contra mi debilidad.

Espíritu de Sabiduría, domina todos mis pensamientos, palabras y obras.

Espíritu de Entendimiento, ilumíname e instrúyeme.

Espíritu de Consejo, guíame en mi inexperiencia.

Espíritu de Ciencia, ahuyenta mi ignorancia.

Espíritu de Fortaleza, hazme perseverante en el servicio de Dios; dame fuerzas para proceder en todo con bondad y benevolencia, con mansedumbre y sinceridad, con paciencia y caridad, con alegría y longanimidad.

Espíritu de Piedad, hazme afectuoso y filial en mis relaciones con Dios.

Espíritu del Santo Temor de Dios, líbrame de todo mal.
Espíritu de Paz, dame tu paz.

Espíritu de Santidad, adorna con las celestiales virtudes de pureza y modestia el templo que has elegido por tu morada y preserva siempre mi alma, con tu gracia omnipotente, de la ruina del pecado. Amen.


Oración bíblica al Espíritu Santo

Espíritu Santo,
haznos verdaderamente espirituales en Ti, Col 1,9
Sométenos a tu influencia y habita en nuestras almas, 1 Cor 2,12
anima nuestros cuerpos, 1 Cor 15,44
vivifica todas nuestras obras, 1 Cor 2,13
pronuncia Tú nuestra plegaria, Ef 5,19
para que seamos hijos del Padre Ef 4,6
y hermanos de Cristo, nuestro Salvador. Rom 8,29
Amén.



Fuente: http://www.corazones.org

Somos templo santo

San Agustín recomienda: "Cuando recordemos la Consagración de un templo, pensemos en aquello que dijo San Pablo: ‘Cada uno de nosotros somos un templo del Espíritu Santo’. Ojalá conservemos nuestra alma bella y limpia, como le agrada a Dios que sean sus templos santos. Así vivirá contento el Espíritu Santo en nuestra alma".

jueves, 4 de noviembre de 2010

La Iglesia vive de la Eucaristía

Cristo nos regala con una de esas palabras suyas que dejan un agradable sabor de boca, pero también son una invitación al trabajo, a la labor, al desvelo por las cosas de Dios.

Podemos partir de una palabra de los Hechos de los Apóstoles. Después de describirnos el cierto miedo que les causaba a los cristianos la presencia de Pablo ya convertido, por sus anteriores acciones, pasa a describirnos la situación de la comunidad cristiana: “En aquellos días las comunidades cristianas gozaban de paz en toda Judea, Galilea y Samaria, con lo cual se iban consolidando, progresaban en la fidelidad a Dios y se multiplicaban, animadas por el Espíritu Santo”.

Es una descripción muy breve, pero los verbos empleados no nos dejan duda de lo que estaba ocurriendo en ese entonces: había paz en el ambiente, y asombrosamente, sin meterse en más, nos dice que tres comunidades judías que en cierto modo eran irreconciliables en el judaísmo, con la aparición de Cristo iban entrando en la paz y en la fraternidad. Y los verbos que usa en la segunda frase de la oración también son muy significativos: la Iglesia se consolidaba, progresaba en la fidelidad a Dios y se multiplicaba en sus miembros, “animadas por el Espíritu Santo”, lo cuál nos hace ver como la mano de Dios estaba en ello, y los hombres secundaban la iniciativa divina haciendo que la Palabra de Dios progresara y llegara a todos los lugares conocidos en ese tiempo.

Llama poderosamente la atención, porque hoy estamos asistiendo a un fenómeno contrario, parece que mucha gente se está yendo de la Iglesia, pareciera como que la Iglesia en cuanto universal o católica, está establecida en todas las naciones, y eso nos haría prorrumpir en cantos de victoria, de triunfo y de regocijo. Pero las cifras no pueden ser menos elocuentes: en algunas naciones de Asia el número de los cristianos no llega al 2%, en África el mensaje se propaga con dificultad, en Europa va ganando el indiferentismo, y en América las sectas están absorbiendo a buenos sectores de la población católica. No nos inquieta eso? Si somos familia sí tendríamos que ver con pena que el domingo un miembro se va a la Misa, otro con los “cristianos”, otro con los testigos de Jehová, y varios de ellos se quedan indiferentes en casa, acostados o viendo televisión o practicando algún deporte.

Y aquí tenemos que conectar con Cristo que deja oír clara su voz. “Yo soy la vid, ustedes los sarmientos... permanezcan en mí y yo en ustedes... no podrán dar fruto si no permanecen en mí... al que no permanece en mí se le echa fuera...”.

Y esto sí que nos hace pensar. ¿Estamos unidos a Cristo? Quizá la misma pregunta nos ofendería, pues nos consideramos católicos, y católicos de hueso colorado, pues asistimos a las peregrinaciones, tomamos ceniza el miércoles de inicio de cuaresma, nos damos una vueltecita por las Iglesias el jueves santo, traemos un escapulario colgado al cuello, o lucimos un buen medallón de oro con la imagen de la Virgen de Guadalupe, nunca rehusamos ser padrinos de bautismo aunque no se está casado por la Iglesia... y así podríamos ir enumerando otras linduras para afirmar nuestra pertenencia a la Iglesia y a la fe.

Pero parece que el asunto va mucho mas allá que eso, pues San Juan en su primera carta nos hace oír también su voz: “No amemos solamente de palabra: amémonos de verdad y con las obras... si cumplimos los mandamientos de Dios y hacemos lo que le agrada... éste es el mandamiento: que creamos en la persona de Jesucristo, su Hijo y nos amemos los unos a los otros...”.

Vivir unidos hoy a Cristo será entonces creer en su divinidad, tener sus mismos sentimientos, amar de verdad a los que nos rodean, y comenzar a salir a las calles, a las plazas, a los centros de reunión, a los medios de comunicación social, y decirle a las gentes que Cristo está vivo, y que vive para los suyos y que no estaremos solos, que siempre estará con nosotros.

En esta cadenita de ideas, tenemos que topar entonces con la Palabra del Papa que nos ha regalado un precioso documento eucarístico-eclesial, y que nos recuerda que no podemos pensar que estamos unidos a Cristo si no lo estamos a su Eucaristía: la Iglesia tiene un gozo muy grande que no puede esconder: “*He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo*; en la sagrada Eucaristía, por la transformación del pan y el vino en el cuerpo y en la sangre del Señor, se alegra de ésta presencia con una intensidad única. Desde que, en Pentecostés, la Iglesia, pueblo de la Nueva Alianza, ha empezado su peregrinación hacia la patria celeste, éste divino Sacramento ha marcado sus días, llenándolos de confiada espera”.

El Papa siente que “hay sitios donde se constata un abandono casi total del culto de adoración eucarística”, por lo tanto, ahí no puede haber progreso, ni solidaridad, ni paz, la Iglesia no crecería, y vería cada vez mas menguadas sus fuerzas y su avance en la misión evangelizadora que el Padre le confía.

Y aquí es donde veo que está la clave para que la Iglesia crezca lozana, frondosa, y dinámica, tal como el Papa lo señala con toda claridad: “contemplar el rostro de Cristo y contemplarlo con María, es el “programa” que he indicado a la Iglesia en el alba del tercer milenio, invitándola a remar mar adentro en las aguas de la historia con el entusiasmo de la nueva evangelización. Contemplar a Cristo implica saber reconocerle dondequiera que Él se manifieste, en sus múltiples presencias, pero sobre todo en el Sacramento vivo de su cuerpo y de su sangre. La Iglesia vive del Cristo eucarístico, de él se alimenta y por él es iluminada. La Eucaristía es misterio de fe y al mismo tiempo, “misterio de luz”. Cada vez que la Iglesia celebra, lo fieles pueden revivir de algún modo la experiencia de los dos discípulos de Emaús: “Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron”.

Mi conclusión es entonces muy sencilla: si queremos una Iglesia pujante, fuerte, dinámica y evangelizadora, si queremos cristianos comprometidos, eficaces, inteligentes y fuertes en su fe y en su apostolicidad, vamos preocupándonos por estar cada vez más unidos a Cristo eucarístico, cada vez más unidos a la Eucaristía, y entonces estaremos teniendo cada vez más los mismos sentimientos de Cristo y la Iglesia se mostrará intrépida y generosa, reduciendo a cenizas las banderas del mal, para implantar en el corazón de todos los hombres el mensaje de salvación: “yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”.



Autor: P. Alberto Ramírez Mozqueda | Fuente: Catholic.net

martes, 2 de noviembre de 2010

¡Nuestros queridos muertos!

Muchas veces nos hemos preguntado en nuestra América Latina: -¿A qué viene, y cómo se explica, la devoción de nuestros pueblos a los Fieles Difuntos?

No podemos ni queremos establecer comparación con otras culturas no cristianas, que no tienen nuestra esperanza, y que son también muy apegadas al culto de sus muertos. Hablamos de nosotros porque tenemos fe. Sabemos que los que nos precedieron están en el seno de Dios. Y sin embargo, pensamos mucho en ellos, rezamos mucho por ellos, y los muertos están presentes en nuestra familias como lo estuvieron en vida.

No pasa así en otras civilizaciones también cristianas --que se dicen superiores (!)-- y que ante sus muertos se muestran bastante frías...

Hablando, pues, de nosotros, ciertamente que hay dos explicaciones, muy legítimas las dos, y también bastante claras, en este proceder nuestro con los difuntos: el amor familiar y el buen corazón de nuestras gentes.

La primera, el amor familiar, es evidente. Nuestros pueblos conservan, gracias a Dios, un gran apego a la familia. Y es natural que, al llegar este día, sintamos la necesidad de hacer más presentes entre nosotros a los seres queridos que se nos fueron.

La segunda explicación que se da es el buen corazón, que nos hace sentir muy de cerca el dolor de los demás. Y eso de pensar que nuestros difuntos están a lo mejor todavía purificándose en aquel fuego devorador que, según la piedad y la fe cristiana, llamamos Purgatorio, eso nos llega muy al fondo del alma. Y eso es también lo que nos mueve a intensificar nuestros sufragios ante Dios por las almas benditas.

Hablando de esta segunda razón --el buen corazón de nuestros pueblos--, explicaba un prestigioso sacerdote latinoamericano:
- Pasa con los Difuntos como lo que ocurre en nuestros pueblos con el Santo Cristo. Se le tiene una devoción muy especial. Por ejemplo, llega la Semana Santa, y hay que ver las plegarias ante el Señor que sufre y cómo se le acompaña en procesiones penitenciales... Pasa el Sábado Santo con el recuerdo de la Virgen Dolorosa, y dice poco la celebración del Señor que resucita. ¿A qué obedece este fenómeno, a sólo cultura o a un sentimiento muy profundo del corazón?...

Nosotros aceptamos esta realidad: los difuntos nos dicen mucho al corazón, y los recordamos, rogamos por ellos, y los seguiremos encomendando siempre al Señor.

Pero, ¿qué debemos pensar de las penas del Purgatorio, de las cuales queremos aliviar a nuestros queridos difuntos? Aquí deberíamos tener las ideas muy claras. La Iglesia, guiada siempre en su fe por el Espíritu Santo, es quien tiene la palabra. Y lo que nos enseña nuestra fe se puede resumir en dos o tres afirmaciones breves y seguras.

Es cierto que en la Gloria de Dios no puede entrar nada manchado. Quien tenga pecado mortal --que quiere decir esto: de muerte eterna-- no verá jamás a Dios.

¿Y quien no tenga pecado mortal, sino faltas ligeras, apego a las criaturas, amor muy imperfecto a Dios, mezclado con tanto polvo y tantas salpicaduras de fango que se nos apegan siempre?... A la condenación eterna no va el que muere en estas condiciones, pero tampoco puede entrar en un Cielo que no admite la más mínima mancha de culpa.

Para eso está el Purgatorio, que significa eso: lugar de limpieza, de purificación. Lo cual es una gran misericordia de Dios. Si no existiera esa purificación y limpieza, ¿quién entraría en el Cielo, fuera de niños inocentes y de grandes santos que apenas se han manchado con culpa alguna?

San Juan Bautista Vianney, el Párroco de Ars, lo explicaba así en sus catequesis famosas:
- Cuando el hombre muere, se halla de ordinario como un pedazo de hierro cubierto de orín, que necesita pasar por el fuego para limpiarse.

¿Y qué podemos hacer nosotros? Pues, mucho. Al ser cierto que todos los miembros de la Iglesia formamos un solo Cuerpo, y que está establecida entre todos la Comunión de los Santos --es decir, la comunicación de todos nuestros bienes de gracia--, todos podemos rogar los unos por los otros.

Nosotros rogamos por las almas benditas para que Dios les alivie sus penas y las purifique pronto, pronto, y salgan rápido del Purgatorio.

Y esas almas tan queridas de Dios, que tienen del todo segura su salvación, ruegan también por nosotros, para que el Señor nos llene de sus gracias y bendiciones.

Ésta ha sido siempre la fe de la Iglesia Católica.

Esto hacemos cada día cuando en la Misa ofrecemos a Dios la Víctima del Calvario, Nuestro Señor Jesucristo, glorificado ahora en el Cielo, pero que se hace presente en el Altar y sigue ofreciéndose por la salvación de todos: de los vivos para que nos salvemos, y de los difuntos que aún necesitan purificación.

Eso hacemos también con todas nuestras plegarias por los difuntos.

Esto hace la Iglesia especialmente en este día, con una conmemoración que nos llena el alma de dulces recuerdos, de cariños nunca muertos, de esperanza siempre viva...

¡Los Difuntos! ¡Nuestros queridos Difuntos! No los podemos olvidar delante de Dios, desde el momento que los queremos tanto....



Autor: P. Pedro García, misionero claretiano | Fuente: Catholic.net

lunes, 1 de noviembre de 2010

Un ejemplo sobre la Comunión de los Santos

Lo leí hace tiempo, pero no lo recordaba. Me encuentro en las Últimas Conversaciones (Cuaderno Amarillo, 15.7.5) de Santa Teresa de Lisieux una descripción maravillosa de la Comunión de los santos. ¿Acaso no celebramos hoy este Misterio? ¿Acaso en la Iglesia lo invisible y santificador no es tanto o más real que lo visible?

¡Uno sostiene a los demás! ¡Todos apoyan a quien está débil en la fe! La caridad de uno refuerza a otro. Y sin conocerse, amando de forma nueva al entregarse al Misterio de la Comunión eclesial. Quien se santifica y sube a Dios, santifica y hace que otros suban un poco más a Dios, aunque personalmente jamás se hayan tratado.

"Sor María de la Eucaristía quería encender las velas para una procesión. No tenía cerillas, pero al ver la lamparilla que arde ante las reliquias, se acercó; pero, ¡ay!, la encontró medio apagada, no quedaba más que un débil destello en la mecha carbonizada. Sin embargo, consiguió encender su vela, y, gracias a esa vela, se fueron encendiendo todas las de la comunidad. Fue aquella lamparita medio apagada la que produjo aquellas hermosas llamas que, a su vez, hubieran podido producir infinidad de otras e incluso incendiar el universo. Sin embargo, la causa primera de ese incendio se debería siempre a aquella lamparita. ¿Podrán entonces las hermosas llamas, sabiendo esto, gloriarse de haber provocado semejante incendio, cuando ellas mismas sólo se encendieron gracias a aquella centellita...?

Lo mismo ocurre con la comunión de los santos. Muchas veces, sin que nosotros lo sepamos, las gracias y las luces que recibimos se las debemos a un alma escondida, porque Dios quiere que los santos se comuniquen la gracia unos a otros por medio de la oración, para que en el cielo se amen con un gran amor, con un amor todavía mucho mayor que el amor de la familia, hasta el de la familia más ideal de la tierra. ¡Cuántas veces he pensado si no deberé yo todas las gracias que he recibido a las oraciones de un alma que haya pedido por mí a Dios y a la que no conoceré más que en el cielo!

Sí, una centellita muy pequeña puede hacer brotar grandes lumbreras en toda la Iglesia, como doctores y mártires, que estarán muy por encima de ella en el cielo; ¿pero quién podrá decir que su gloria no se tornará la de ella?

En el cielo no habrá miradas de indiferencia, porque todos los elegidos reconocerán que se deben unos a otros las gracias que les han merecido la corona".

Fuente: http://corazoneucaristicodejesus.blogspot.com

Todos los Santos... que están en el Cielo

La Iglesia católica recuerda y venera, en este día, a todos los Santos que están en el Cielo.

El objeto de esta fiesta es agradecer a Dios por la gracia que ha concedido a sus elegidos y movernos a imitar sus virtudes y a seguir su ejemplo o a implorar la divina misericordia por la intercesión de tan poderosos abogados.

Todos los que están en la presencia del Señor son santos. Unos en los altares, otros anónimos pero no por eso menos cerca del corazón del Padre Eterno.

Hay santos de todas las edades, de todas las razas y condiciones sociales para mostrarnos que todos los hombres y mujeres podemos y somos capaces de ser santos. Unos nacieron en el lujo de los palacios y otros en humildes chozas. Unos fueron militares, otros comerciantes, magistrados, pescadores, monjas , religiosos, personas casadas, reyes, viudas, esclavos y hombres libres y pecadores.

Los hay que llegaron a la santidad por el martirio y los hay que se santificaron día a día con el cumplimiento de las cosas cotidianas, con las pequeñas cosas. Se santificaron en las circunstancias ordinarias de su vida: lo mismo en la prosperidad que en la adversidad, en la salud o en la enfermedad, en la riqueza o en la pobreza. Siempre supieron hacer, de las circunstancias de su vida un medio de santificación.

En esta fiesta como en las demás conmemoraciones de los santos, es Dios quién constituye el objeto supremo de Adoración y a El va dirigida fundamentalmente la veneración que tributamos a sus siervos, pues El es el dador de todas las gracias.

Nuestras oraciones a los santos no tiene otro objeto que el de pedir y alcanzar que intercedan por nosotros ante Dios, por consiguiente el fervor con que celebremos esta fiesta debería ser un culto de reparación por la tibieza con que dejamos pasar todas las fiestas religiosas del año.

Recordaremos a todos los seres queridos que se han ido y que por la gran misericordia y el amor infinito de Dios están en su presencia y pidámosles que ellos que ya están en el regazo de Padre, nos iluminen para seguir por el camino de salvación.

Mañana, día 2, la Iglesia pedirá por todos los que ya no están con nosotros por ser un día dedicado a los que terminaron su misión en la tierra y que la Iglesia le da el nombre de DÍA DE LOS FIELES DIFUNTOS y que todos conocemos como el Día de Muertos.

Para ellos, nuestro recuerdo lleno de amor y nuestras oraciones. Tal vez no todos han purificado su alma y aún están en la necesidad de nuestras misas y oraciones para llegar a la presencia del Señor, pero de todas maneras es bueno que no olvidemos y pidamos por aquellas almas más necesitadas, porque tal vez no tienen a nadie que en este día las recuerde....

Sin duda, porque así nuestra fe nos lo dice, creemos que los que se nos fueron, no han muerto, siguen viviendo con las potencias de su alma: memoria, entendimiento y voluntad, y por lo tanto su amor sigue haciéndolos estar cerca de nosotros para cuidarnos y guiarnos con más plenitud y profundidad que como lo pudieron hacer aquí en su vida terrena. La vida no termina al separarse el alma de su envoltura ... no morimos nos transformamos y el amor perdura por siempre, eternamente.



Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net