jueves, 6 de noviembre de 2014

Seis consejos para mantener lejos al demonio

ROMA, 06 Nov. 14 / 02:03 am (ACI/EWTN Noticias).- Valter Cascioli, médico psiquiatra y portavoz de la Asociación Internacional de Exorcistas, ofreció seis consejos para evitar las asechanzas del demonio.

En una entrevista concedida a ACI Prensa el 31 de octubre, Cascioli recordó que el demonio es real y la Biblia lo recoge hasta en 118 citas, 34 en el Antiguo Testamento y 84 en el Nuevo Testamento, donde el diablo aparece con distintos nombres como satanás, el maligno, o el príncipe de este mundo.

A partir del Nuevo Testamento, Cascioli explica que el exorcismo “es un ministerio de consolación y de liberación” que “nos lo delegó Jesús a través de los apóstoles, a los discípulos, y en la sucesión apostólica a los obispos y a los sacerdotes que ellos nombran, los sacerdotes exorcistas”.

“La tarea es la de proteger de la influencia del maligno y liberar a esas personas que son víctimas”, añade.

Cascioli asegura que para mantener lejos al demonio, los cristianos deben vivir la propia fe, estar en gracia de Dios,seguir el magisterio de la Iglesia Católica y seguir los Diez Mandamientos, pero además, afirma que se pueden seguir “unas simples reglas” que pueden ayudar mucho:

1. Convertirse a Cristo: “Cambiar de vida, quien vive en el pecado debe decidirse por Cristo”.

2. Confesarse: “No hay sacramento más importante que el de la confesión, la reconciliación, el perdón. Hay muchas personas que viven de las consecuencias del mal a causa del no perdón”.

3. Participar en la celebración de la Eucaristía: “Aconsejamos a todos a vivir una vida sacramental, y después de la confesión es necesario el sacramento de la Eucaristía dentro de la celebración eucarística”.

4. Hablar con Dios. La oración es muy importante, porque atrae la gracia de Dios y protege de muchas cosas.

5. Profundizar en nuestra fe con la comunidad. Cascioli explica que las personas en dificultad deben hacer un camino de fe dentro de la Iglesia, y seguir una comunidad o un movimiento eclesiástico. “Nosotros citamos uno: Renovación Carismática Católica, que cuenta con más de 100 millones de personas”.

6. Alejarse del pecado es alejarse del diablo. “Demasiadas personas vienen a nosotros porque tienen miedo del diablo, pero no tienen miedo del pecado, no se protegen. Por eso es fundamental evitar estas consecuencias nefastas, físicas, psicológicas, morales, espirituales”.

El experto explicó que muchas personas sufren por años antes de ser liberadas del maligno. “Cuando vemos que se convierten a Cristo, cuando confiesan sus pecados, cuando toman distancia de una vida desordenada, es cuando consiguen liberarse, la serenidad y la paz vuelven a ellos y se curan”, y “si estas reglas fueran aplicadas podrían ayudar a muchas personas”

El experto afirma que el aumento de estos fenómenos obedece a la disminución de la fe en la sociedad y al aumento del interés y las prácticas relacionadas con el mundo del esoterismo, ocultismo y satanismo.

Sobre la extendida celebración de Halloween la noche previa a la Fiesta de Todos los Santos, Cascioli explica que esa noche esconde una problemática muy seria bajo la ridiculización de la muerte.

“No sé si todos conocen la realidad detrás del ‘truco o trato’ de Halloween… Se convierte en un pretexto para atraer a los jóvenes en fiestas donde por desgracia haría mucho bien alejarse”.

“Para los ocultistas y los satanistas –afirma-, la noche del 31 de octubre es precisamente una ocasión propicia para cumplir ritos mágicos, sacrilegios, profanaciones de cementerios y maleficios, porque en este día se celebra el fin de año satánico. Razón por la que se hacen misas negras, ritos de adoración, de iniciación y de consagración a satanás”.

Por último, el experto señala que aunque la Asociación Internacional de Exorcistas está formada por 250 exorcistas, existen muchos más en el mundo. “Sabemos que en algunos países del mundo no tienen exorcistas, la actividad demoniaca y sus consecuencias están extendidas por todo el mundo. No es un fenómeno socio-cultural, está extendido en todo el mundo, y esto nos dice muchas cosas”.

El psiquiatra indicó que el número de exorcistas ha aumentado en los últimos años, aunque todavía existen países en el mundo que necesitan la presencia de estos. “Yo digo siempre que es una exigencia, se está convirtiendo en una emergencia pastoral porque está en aumento el número de molestias debido a la actividad demoniaca extraordinaria, posesiones y obsesiones con el demonio están en aumento, por tanto, se está convirtiendo en una emergencia pastoral y surge la necesidad de hacer frente a esta situación, especialmente gracias a la obra de los exorcistas”, concluyó.
 
Fuente: ACI Prensa

lunes, 3 de noviembre de 2014

El Papa a los carismáticos: "Busquen la unidad sin temer la diversidad"

"Busquen la unidad que es obra del Espíritu Santo y no teman a la diversidad", dijo el papa Francisco al saludar esta mañana en el Aula Pablo VI a un millar de miembros de la Catholic Fraternity of Charismatic Covenant Communities and Fellowship (Fraternidad Católica de las Comunidades y Asociaciones Carismáticas de Alianza) que celebra en estos días su congreso dedicado al tema "Alabanza y adoración para una nueva evangelización".

''La unidad no es uniformidad, no es hacer todo juntos obligatoriamente... ni tampoco perder la identidad. Unidad en la diversidad es precisamente lo contrario; es reconocer y aceptar con alegría los diferentes dones que el Espíritu Santo da a cada uno y ponerlos al servicio de todos en la Iglesia. Es saber escuchar, aceptar las diferencias, tener la libertad de pensar de forma diversa y manifestarlo. Con todo el respeto por el otro, que es mi hermano. ¡No tengan miedo de las diferencias!'', les pidió.

Al referirse al folleto en el que figuran los nombres de las comunidades de la Fraternidad y que abre con la frase: ''Compartir con todos en la Iglesia el Bautismo en el Espíritu Santo'', el Papa destacó que la Iglesia y todos los cristianos necesitan abrir su corazón a la acción santificadora del Espíritu que se revela en Cristo y nos lleva al encuentro personal con él. “¿Vivís esta experiencia? -interpeló- ¡Compártanla! Y para compartirla hay que vivirla y ser testigos de ella”.

“La alabanza es la inspiración que nos da la vida, porque es la intimidad con Dios que cada día crece con la alabanza”, agregó Francisco explicando el ''funcionamiento'' de la vida espiritual con el ejemplo de la respiración humana.

“La respiración -afirmó- tiene dos fases: inhalar, o sea meter el aire dentro y exhalar, esto es, dejarlo salir. La vida espiritual se alimenta, se nutre con la oración, y se manifiesta en la misión: inhalación, la oración, y exhalación. Cuando respiramos, en la oración, recibimos el aire fresco del Espíritu y al exhalarlo proclamamos a Jesucristo suscitado por el mismo Espíritu”.

“Nadie puede vivir sin respirar. Lo mismo sucede con el cristiano: sin alabanza y sin la misión no vive como un cristiano”. Y con la alabanza, la adoración. Se habla poco de adorar. ¿Qué hacemos al rezar? Pedimos cosas a Dios, damos gracias... Pero la adoración, adorar a Dios. Esto forma parte de la respiración: la alabanza y la adoración”, sostuvo.

El Papa subrayó después que fue la Renovación Carismática quien recordó a la Iglesia la necesidad y la importancia de la oración en la alabanza que es “el reconocimiento de la soberanía de Dios sobre nosotros y sobre toda la creación expresado en la danza, la música y el canto. La oración de alabanza nos hace fecundos. Sara se puso a bailar cuando supo que era fecunda ¡a los noventa años! La fecundidad alaba al Señor... Y junto con la oración de alabanza, la de intercesión que hoy es un grito al Padre por nuestros hermanos cristianos perseguidos y asesinados, y por la paz en nuestro mundo, trastornado”.

“La Renovación Carismática es, por su naturaleza ecuménica”, destacó citando a continuación las palabras del beato Pablo VI: “La fuerza de la evangelización quedará muy debilitada si los que anuncian el Evangelio están divididos entre sí por todo tipo de rupturas... El Testamento espiritual del Señor nos dice que la unidad entre sus seguidores no es sólo una prueba de que somos suyos, sino también de que él es el enviado del Padre, criterio de la credibilidad de los cristianos y del mismo Cristo. Sí, la suerte de la evangelización está ciertamente vinculada al testimonio de unidad dado por la Iglesia”.

Por último, Francisco indicó que el ecumenismo espiritual es ''orar juntos y proclamar juntos que Jesús es el Señor e intervenir juntos para ayudar a los pobres, en todas sus pobrezas. Hay que hacer esto y no olvidar que hoy en día la sangre de Jesús, derramada por muchos de sus mártires cristianos en diversas partes del mundo, nos desafía y nos empuja a la unidad. Para los perseguidores, no estamos divididos; no somos luteranos, ortodoxos, evangélicos, católicos. ¡No! Somos uno. Para los perseguidores somos cristianos. No interesa nada más. ¡Este es el ecumenismo de la sangre que vivimos hoy!”.
 
Fuente: AICA

Francisco: La vida cristiana es un combate continuo contra el demonio


“Para ir adelante en la vida espiritual se debe combatir. No es un simple enfrentamiento sino un combate continuo, no contra las cosas pequeñas, sino contra los principados y las potencias, es decir contra el diablo y los suyos”, expresó al papa Francisco en la homilía de la misa matutina, celebrada en la capilla de la Casa Santa Marta.

El Santo Padre centró su homilía en las palabras de san Pablo que, dirigiéndose a los Efesios, “desarrolla en un lenguaje militar la vida cristiana”. El Pontífice subrayó que “la vida en Dios se debe defender, se debe luchar para llevarla adelante”. Por tanto, se necesitan fuerza y valentía “para resistir y anunciar”. Para “ir adelante en la vida espiritual”, señaló, se debe combatir. No es un simple enfrentamiento, no, es un “combate continuo”. Francisco recordó que son tres “los enemigos de la vida cristiana”: “el demonio, el mundo y la carne”, es decir nuestras pasiones, “que son las heridas del pecado original”. Ciertamente, observó, “la salvación que nos da Jesús es gratuita”, pero estamos llamados a defenderla:

“¿De qué debo defenderme? ¿Qué debo hacer? ‘Ponerme la armadura de Dios’, nos dice Pablo, es decir lo que es de Dios nos defiende, para resistir a las insidias del diablo. ¿Está claro? Claro. No se puede pensar en una vida espiritual, digamos en una vida cristiana, sin resistir a las tentaciones, sin luchar contra el diablo, sin ponerse esta armadura de Dios, que nos da la fuerza y nos defiende”.

San Pablo, prosiguió el Papa, destaca que “nuestra batalla” no es contra las cosas pequeñas, “sino contra los principados y las potencias, es decir contra el diablo y los suyos”.

“Pero a esta generación -y a muchas otras- se les hizo creer que el diablo fuese un mito, una figura, una idea, la idea del mal. Pero el diablo existe y nosotros debemos luchar contra él. Lo dice Pablo ¡no lo digo yo! La Palabra de Dios lo dice. Pero nosotros no estamos tan convencidos. Y después Pablo dice cómo es esta armadura de Dios, cuáles son las distintas armaduras que componen esta gran armadura de Dios. Y él dice: ‘Estén firmes, pues, estén firmes, ceñida su cintura con la verdad’. Esta es una armadura de Dios: la verdad”.

“El diablo -dijo- es el mentiroso, el padre de los mentirosos, el padre de la mentira”. Y con san Pablo, reiteró que es necesario tener “a los flancos la verdad, llevando la coraza de la justicia”. Por lo tanto, indicó que “no se puede ser cristiano, sin trabajar continuamente para ser justos. No se puede”. Una cosa que “nos ayudaría mucho”, afirmó, “sería preguntarnos” si “¿creo o no creo?”. “Si creo un poco sí y un poco no”. “¿Soy un poco mundano y un poco creyente?”. Y subrayó que “sin fe no se puede seguir adelante, no se puede defender la salvación de Jesús”. “Necesitamos el escudo de la fe”, porque “el diablo no nos lanza flores”, sino “flechas en llamas” para matarnos. Francisco exhortó pues, a tomar “el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios”. Y ha invitado a rezar constantemente, a velar “con oraciones y súplicas”:

“La vida es una milicia. La vida cristiana es una lucha, una lucha bellísima, porque cuando el Señor vence en cada paso de nuestra vida, nos da una alegría, una felicidad grande: esa alegría porque el Señor venció en nosotros, con la gratuidad de su salvación. Pero sí, todos somos un poco vagos en la lucha, y nos dejamos llevar por las pasiones, por algunas tentaciones. Es porque somos pecadores, ¡todos! Pero no se desanimen. Valentía y fuerza, porque el Señor está con nosotros”.
 
Fuente. AICA 

martes, 2 de septiembre de 2014

Francisco: Es triste encontrar cristianos “aguados”, que no se sabe si son cristianos o mundanos

En el mediodía de hoy, domingo 31 de agosto, el papa Francisco acudió a su cita dominical, con los miles de fieles y peregrinos de todo el mundo reunidos en la Plaza de San Pedro, para rezar juntos la oración mariana del Ángelus. En sus palabras previas al rezo, el Santo Padre se refirió al Evangelio del día que relata que Jesús, después de verificar que Pedro y los otros once creían en Él como Mesías y como hijo de Dios, “comenzó a explicarles que debía ir a Jerusalén y sufrir mucho, ser asesinado y resucitar al tercer día”.

Punto crucial, explicó el Pontífice, en el que surge el contraste entre el modo de pensar de Jesús y el de los discípulos. “Incluso Pedro siente el deber de reprochar al Maestro, porque no puede atribuir al Mesías un final tan innoble. Entonces Jesús, a su vez, reprocha duramente a Pedro, lo pone “en su lugar”, porque no piensa “según Dios, sino según los hombres” (v. 23) y sin darse cuenta hace el papel de Satanás, el tentador.”

“Nosotros los cristianos vivimos en el mundo, insertados plenamente en la realidad social y cultural de nuestro tiempo, y es justo que sea así; pero esto trae consigo que corramos el riesgo de convertirnos en mundanos, que “la sal pierda el sabor”, expresó Francisco, y añadió “que el cristiano se “diluya”, pierda la carga de novedad que viene del Señor y del Espíritu Santo.


Palabras del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡Buenos días!
Siguiendo el itinerario dominical del Evangelio de Mateo, hoy llegamos al punto crucial en el cual Jesús, después de haber verificado que Pedro y los otros once habían creído en Él como Mesías e Hijo de Dios, “comenzó a explicarles que debía ir a Jerusalén y sufrir mucho, ser asesinado y resucitar al tercer día” (Mt 16,21).

Es un momento crítico en el cual surge el contraste entre el modo de pensar de Jesús y el de los discípulos. Incluso Pedro siente el deber de reprochar al Maestro, porque no puede atribuir al Mesías un final innoble. Entonces Jesús, a su vez, reprocha duramente a Pedro, lo pone “en su lugar”, porque no piensa “según Dios, sino según los hombres” (v. 23) y sin darse cuenta hace el papel de Satanás, el tentador.

Sobre este punto insiste en la liturgia dominical también el apóstol Pablo, el cual, escribiendo a los cristianos de Roma, les dice a ellos: “No se conformen a este mundo, no sigan los esquemas de este mundo, sino déjense transformar, renovando su modo de pensar, para poder discernir la voluntad de Dios” (Rm 12,2)

De hecho, nosotros los cristianos vivimos en el mundo, insertados plenamente en la realidad social y cultural de nuestro tiempo, y es justo que sea así; pero esto trae consigo el riesgo de convertirnos en “mundanos”, el riesgo de que “la sal pierda el sabor” como diría Jesús (cfr. Mt 5,13), es decir, que el cristiano se “diluya”, pierda la carga de novedad que viene del Señor y del Espíritu Santo.

En cambio debería ser al contrario: cuando en los cristianos permanece viva la fuerza del Evangelio, esa puede transformar “los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes de inspiración y los modelos de vida”.

Es triste encontrar cristianos, que parecen el “vino aguado” y no se sabe si son cristianos o mundanos que, como el “vino aguado”, no se sabe si es vino o agua, es triste esto. Es triste encontrar cristianos que no son más la sal de la tierra, sabemos que cuando la sal pierde su sabor no sirve para nada, su sal perdió el sabor porque se han entregado al espíritu del mundo, es decir, se han convertidos en mundanos.

Por eso es necesario renovarse continuamente nutriéndose de la linfa del Evangelio. ¿Y cómo se puede hacer esto en la práctica? Sobre todo leyendo y meditando el Evangelio todos los días, así la Palabra de Jesús estará siempre presente en nuestra vida; recuerden que los ayudará llevar siempre el Evangelio con ustedes, un pequeño evangelio, en el bolsillo, en la cartera y leer durante el día un pasaje, pero siempre con el Evangelio porque es llevar la Palabra de Jesús para poder leerla.

Además participando en la Misa dominical, donde encontramos al Señor en la comunidad, escuchando su Palabra y recibiendo la Eucaristía que nos une a Él y entre nosotros; y luego son muy importantes para la renovación espiritual las jornadas de retiro y de ejercicios espirituales.

Evangelio, Eucaristía y oración, no se olviden Evangelio, Eucaristía y oración: gracias a estos dones del Señor podemos conformarnos a Cristo y no al mundo, y seguirlo en su vida, el camino de “perder la propia vida” para encontrarla (v. 25). “Perderla” en el sentido de donarla, ofrecerla por amor en el amor – y esto comporta el sacrificio, la cruz – para recibirla nuevamente purificada, liberada del egoísmo y de la hipoteca de la muerte, llena de eternidad.

La Virgen María nos precede siempre en este camino; dejémonos guiar y acompañar por ella”.


Fuente: AICA

martes, 1 de julio de 2014

Un cristiano sin la Virgen y sin la Iglesia está huérfano, dice el Papa

El Papa Francisco se encontró la tarde de ayer, ante la réplica de la Gruta de Nuestra Señora de Lourdes, en el Vaticano, con un grupo de jóvenes, a quienes dio algunas pautas para su discernimiento de su vocación espiritual, y les aseguró que sin la Virgen María y sin la Iglesia un cristiano está huérfano.

El Santo Padre indicó a los jóvenes que la vocación se busca como un niño, sostenidos de la mano de nuestra madre, la Virgen María.

“Para hacer el ‘test’ de una vocación cristiana correcta, hace falta preguntarse: ‘¿Cómo está mi relación con estas dos Madres que tengo?’, con la Madre Iglesia y con la madre María”.

“Esto no es un pensamiento de piedad, no, es una teología pura. Esto es teología. Cómo va mi relación con la Iglesia, con mi madre Iglesia, con la Santa Madre Iglesia jerárquica? ¿Y cómo está mi relación con la Virgen, que es mi Madre?”, cuestionó.

Francisco confesó que “cuando un cristiano me dice que no ama a la Virgen, que no le sale el buscar a la Virgen, a rezarle, me entristece”.

“Recuerdo una vez, hace casi 40 años, cuando estaba en Bélgica en un convenio, y había un matrimonio de catequistas, los dos profesores universitarios, con hijos, una hermosa familia, hablaban de Jesucristo muy bien. Llegados a cierto punto, les dije: ‘¿Y la devoción a la Virgen?’”.

A esto, recordó, ellos contestaron que “nosotros ya hemos superado esta etapa. Conocemos tanto a Jesucristo que no necesitamos a la Virgen”.

“Y lo que me vino a la mente y al corazón fue: Pero… ¡Pobres huérfanos!”, dijo Francisco.

El Santo Padre subrayó que “un cristiano sin la Virgen está huérfano. También un cristiano sin Iglesia es un huérfano. Un cristiano necesita de estas dos mujeres, dos mujeres madres, dos mujeres vírgenes: La Iglesia y la Madre de Dios”.

La Virgen María, remarcó, “nos acompaña siempre”, así como acompañó a su Hijo en su camino vocacional, “que fue tan duro, tan doloroso”.

El Papa también analizó la cultura actual, que sume a muchos jóvenes a vivir en la provisionalidad. “Esto sí, pero solo por un tiempo, y para otro tiempo… ¿Te casas? Sí, sí, pero hasta que el amor dure, después cada uno de vuelta a su casa otra vez…”, lamentó.

“El sentido del definitivo para nosotros es importante, porque estamos viviendo una cultura de lo provisional… Me explicaba un Obispo que un trabajador joven le dijo: ‘Yo quisiera ser sacerdote, pero solo por diez años’. Es así, lo provisional. Tenemos miedo del definitivo”.

El Santo Padre señaló que “para elegir una vocación, cualquiera, también la vocación ‘de estado’, el matrimonio, la vida consagrada, el sacerdocio, de debe elegir con una prospectiva de lo definitivo. Y a esto se opone la cultura de lo provisional. Es una parte de la cultura que a nosotros nos toca vivir en estos días, pero tenemos que vivirla y ganarla”.

“Bueno, también sobre este aspecto del definitivo, ¡creo que el que más tiene seguro su camino definitivo es el Papa! Porque el Papa… ¿Dónde terminará el Papa? Allá, en aquella tumba ¿no?”.

Al finalizar, Francisco invitó a los jóvenes a cantar la ‘Salve Regina’. “¿La saben cantar? ¿Cantamos la Salve Regina a la Virgen unidos? ¡Vamos!”.

Luego el Santo Padre dio la bendición a los jóvenes y a sus familias y les pidió, como acostumbra, que rezaran por él.

“No dejen nunca a la Madre de Dios y no caminen solos. Les deseo un buen camino de discernimiento. Para cada uno de nosotros, el Señor quiso una vocación, ese lugar donde Él quiere que nosotros pasemos nuestra vida. Pero hace falta buscarlo, encontrarlo, y después, continuar, caminar hacia delante… Muchas gracias y ¡buen camino!”, concluyó. 
 
Fuente: ACI Prensa

martes, 3 de junio de 2014

Francisco a la Renovación Carismática en el Espíritu Santo

Estadio Olímpico, Roma
Domingo 1 de junio de 2014


Palabras del Papa a los sacerdotes:

A vosotros sacerdotes, se me ocurre deciros una sola palabra: cercanía. Cercanía a Jesucristo, en la oración y en la adoración. Cerca del Señor, y cercanía con la gente, con el pueblo de Dios que se os ha confiado. Amad a vuestra gente, estad cerca de la gente. Esto es lo que os pido, esta doble cercanía: cercanía a Jesús y cercanía a la gente.

Palabras del Papa a los jóvenes:
Sería triste que un joven guarde su juventud en una caja fuerte: así esta juventud se hace vieja, en el peor sentido de la palabra; se convierte en un trapo; no sirve para nada. La juventud es para arriesgarla: arriesgarla bien, arriesgarla con esperanza. Es para apostarla por cosas grandes. La juventud es para darla, para que otros conozcan al Señor. No guardéis para vosotros vuestra juventud: ¡adelante!

Palabras del Papa a las familias:

Las familias son la Iglesia doméstica, en donde Jesús crece, crece en el amor de los cónyuges, crece en la vida de los hijos. Y por eso el enemigo ataca tanto a la familia: el demonio no la quiere. E intenta destruirla, busca que no haya amor allí. Las familias son esta Iglesia doméstica. Los esposos son pecadores, como todos, pero desean ir adelante en la fe, en su fecundidad, en los hijos y en la fe de los hijos. Que el Señor bendiga la familia, la fortalezca en esta crisis con la que el diablo quiere destruirla.

Palabras del Papa a los discapacitados:

Los hermanos y hermanas que sufren, que tienen una enfermedad, que están discapacitados, son hermanos y hermanas unidos por el sufrimiento de Jesucristo, imitan a Jesús en el difícil momento de su cruz, de su vida. Esta unción del sufrimiento la llevan adelante por toda la Iglesia. Muchas gracias, hermanos y hermanas; muchas gracias por vuestro aceptar y estar unidos en el sufrimiento. Muchas gracias por la esperanza que testimoniáis, esa esperanza que nos lleva adelante buscando la caricia de Jesús.

Palabras sobre los ancianos

Decía a Salvador que tal vez falta alguno, tal vez los más importantes: faltan los abuelos. Faltan los ancianos, y ellos son la seguridad de nuestra fe, los «viejos». Mirad, cuando María y José llevaron a Jesús al Templo, había dos; y cuatro veces, si no cinco –no me acuerdo bien- el Evangelio dice que «fueron llevados por el Espíritu Santo». De María y José en cambio dicen que fueron llevados por la Ley. Los jóvenes deben cumplir la Ley, los ancianos –como el buen vino– tienen la libertad del Espíritu Santo. Y así este Simeón, que era valiente, inventó una «liturgia», y alababa a Dios, alababa… y era el Espíritu el que lo empujaba a hacer esto. ¡Los ancianos! Son nuestra sabiduría, son la sabiduría de la Iglesia; los ancianos que tantas veces nosotros descartamos, los abuelos, los ancianos… Y aquella abuelita, Ana, hizo algo extraordinario en la Iglesia: ¡canonizó las murmuraciones! ¿Y cómo lo hizo? Así: porque en vez de murmurar contra alguien, iba de una parte a otra diciendo [de Jesús]: «Es este, es este el que nos salvará». Y esta es una cosa buena. Las abuelas y los abuelos son nuestra fuerza y nuestra sabiduría. Que el Señor nos dé siempre ancianos sabios. Ancianos que nos den la memoria de nuestro pueblo, la memoria de la Iglesia. Y nos den también lo que de ellos nos dice la Carta a los Hebreos: el sentido de la alegría. Dice que los ancianos, estos, saludaban las promesas de lejos: que nos enseñen esto.

Oración del Papa:

Señor, mira a tu pueblo que aguarda el Espíritu Santo. Mira a los jóvenes, mira a las familias, mira a los niños, mira a los enfermos, mira a los sacerdotes, los consagrados, las consagradas, mira a nosotros, obispos, mira a todos. y concédenos aquella santa borrachera, la del Espíritu, la que nos hace hablar todas las lenguas, las lenguas de la caridad, siempre cercanos a los hermanos y a las hermanas que tienen necesidad de nosotros. Enséñanos a no luchar entre nosotros para tener un trozo más de poder; enséñanos a ser humildes, enséñanos a amar más a la Iglesia que a nuestro partido, que nuestras «peleas» internas; enséñanos a tener el corazón abierto para recibir el Espíritu. Envía, oh Señor, tu Espíritu sobre nosotros. Amén.



Queridos hermanos y hermanas

Os agradezco mucho vuestra acogida. Seguro que alguien le ha dicho a los organizadores que me gusta mucho este canto, «Vive Jesús, el Señor…» Cuando celebraba en la catedral de Buenos Aires la Santa Misa con la Renovación carismática, después de la consagración y de algunos segundos de adoración en lenguas, cantábamos este canto con mucha alegría y fuerza, como vosotros lo habéis hecho hoy. Gracias. Me he sentido como en casa.

Doy gracias a la Renovación carismática, la ICCRS y a la Catholic Fraternity por este encuentro con vosotros, que me alegra tanto. agradezco también la presencia de los primeros que tuvieron una fuerte experiencia de la potencia del Espíritu Santo; creo que está aquí Patty… Vosotros, Renovación carismática, habéis recibido un gran don del Señor. Habéis nacido de una voluntad del Espíritu Santo como «una corriente de gracia en la Iglesia y para la Iglesia». Ésta es vuestra definición: una corriente de gracia.

¿Cuál es el primer don del Espíritu Santo? El don de sí mismo, que es amor y hace que te enamores de Jesús. Y este amor cambia la vida. Por esto se dice «nacer de nuevo a la vida en el Espíritu». Lo había dicho Jesús a Nicodemo. Habéis recibido el gran don de la diversidad de los carismas, la diversidad que lleva a la armonía del Espíritu Santo, al servicio de la Iglesia.

Cuando pienso en vosotros, carismáticos, me viene a la mente la misma imagen de la Iglesia, pero de una manera particular: pienso a una gran orquesta, en que cada instrumento es distinto y también las voces son distintas, pero todos son necesarios para la armonía de la música. San Pablo nos lo dice, en el capítulo XII de la primera Carta a los Corintios. Así, como en una orquestra, que nadie en la Renovación piense que es más importante o más grande que otro, por favor. Porque cuando alguno de vosotros se cree más importante que otro o más grande, comienza la peste. Nadie puede decir: «Yo soy la cabeza». Vosotros, como toda la Iglesia, tenéis una sola cabeza, un solo Señor: el Señor Jesús. Repetid conmigo: ¿Quién es la cabeza de la Renovación? El Señor Jesús. ¿Quién es la cabeza de la Renovación? [la multitud:] El Señor Jesús. Y decimos esto con la fuerza que nos da el Espíritu Santo, porque nadie puede decir «Jesús es el Señor» sin el Espíritu Santo.

Como tal vez sabéis –porque las noticias corren– en los primeros años de la Renovación carismática en Buenos Aires, yo no quería mucho a estos carismáticos. Yo les decía: «Parecen una escuela de samba». No compartía su modo de rezar y tantas cosas nuevas que sucedían en la Iglesia. Después, comencé a conocerlos y al final entendí el bien que la Renovación carismática hace a la Iglesia. Y esta historia, que va de la «escuela de samba» hacia adelante, termina de un modo particular: pocos meses antes de participar en el Cónclave, fui nombrado por la Conferencia Episcopal asistente espiritual de la Renovación carismática en Argentina.

La Renovación carismática es una gran fuerza al servicio del anuncio del Evangelio, en la alegría del Espíritu Santo. Habéis recibido el Espíritu Santo que os ha hecho descubrir el amor de Dios por todos sus hijos y el amor a la Palabra. En los primeros tiempos se decía que vosotros, carismáticos, llevabais siempre con vosotros una Biblia, el Nuevo Testamento… ¿Lo seguís haciendo todavía? [la multitud:] Sí. No estoy seguro de ello. Si no, volved a este primer amor, llevad siempre en el bolsillo, en la bolsa, la Palabra de Dios. Y leed un trozo. Siempre con la Palabra de Dios.

Vosotros, pueblo de Dios, pueblo de la Renovación carismática, vigilad para no perder la libertad que el Espíritu Santo os ha dado. El peligro para la Renovación, como dice con frecuencia nuestro querido Padre Raniero Cantalamessa, es el de la excesiva organización: el peligro de la excesiva organización.

Sí, tenéis necesidad de organización, pero no perdáis la gracia de dejar que Dios sea Dios. «Pero no hay mayor libertad que la de dejarse llevar por el Espíritu, renunciar a calcularlo y controlarlo todo, y permitir que Él nos ilumine, nos guíe, nos oriente, nos impulse hacia donde Él quiera. Él sabe bien lo que hace falta en cada época y en cada momento. ¡Esto se llama ser misteriosamente fecundos!» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 280).

Otro peligro es el de convertirse en «controladores» de la gracia de Dios. Muchas veces, los responsables (a mí me gusta más el nombre «servidores») de algún grupo o comunidad se convierten, tal vez sin querer, en administradores de la gracia, decidiendo quién puede recibir la oración de efusión o el bautismo en el Espíritu y quién no. Si algunos hacen así, os ruego de no hacerlo más, no hacerlo más. Vosotros sois dispensadores de la gracia de Dios, non controladores. No seáis una aduana para el Espíritu Santo.

En los documentos de Malinas, tenéis una guía, una ruta segura para no equivocaros de camino. El primer documento es: Orientación teológica y pastoral. El segundo es: Renovación carismática y ecumenismo, escrito por el mismo Cardenal Suenens, gran protagonista del Concilio Vaticano II. El tercero es: Renovación carismática y servicio al hombre, escrito por el Card. Suenes y por el Obispo Hélder Camara.

Ésta es vuestra ruta: evangelización, ecumenismo espiritual, atención a los pobres y necesitados y acogida de los marginados. Y todo esto basado en la adoración. El fundamento de la renovación es adorar a Dios.

Me han pedido que diga a la Renovación qué espera el Papa de vosotros.

La primera cosa es la conversión al amor de Jesús que cambia la vida y hace del cristiano un testigo del Amor de Dios. La Iglesia espera este testimonio de vida cristiana y el Espíritu Santo nos ayuda a vivir la coherencia del Evangelio para nuestra santidad.

Espero de vosotros que compartáis con todos, en la Iglesia, la gracia del Bautismo en el Espíritu Santo (expresión que se lee en los Hechos de los Apóstoles).

Espero de vosotros una evangelización con la Palabra de Dios que anuncia que Jesús está vivo y ama a todos los hombres.

Que deis un testimonio de ecumenismo espiritual con todos aquellos hermanos y hermanas de otras Iglesias y comunidades cristianas que creen en Jesús como Señor y Salvador.

Que permanezcáis unidos en el amor a todos los hombres que el Señor Jesús nos pide, y en la oración al Espíritu Santo para llegar a esta unidad, necesaria para la evangelización en el nombre de Jesús. Recordad que «La Renovación carismática es ecuménica por su misma naturaleza … La Renovación católica se alegra de lo que el Espíritu Santo realiza en el seno de otras Iglesias» (1Malinas 5,3).

Acercaos a los pobres, a los necesitados, para tocar en su carne la carne herida de Jesús. Acercaos, por favor.

Buscad la unidad en la Renovación, porque la unidad viene del Espíritu Santo y nace de la unidad de la Trinidad. La división, ¿de quién viene? Del demonio. La división viene del demonio. Huid de las luchas internas, por favor. Que no se den entre vosotros.

Quiero agradecer al ICCRS y a la Catholic Fraternity, los dos organismos de Derecho Pontificio del Pontificio Consejo para los Laicos al servicio de la Renovación mundial, comprometidos en la preparación del encuentro mundial para sacerdotes y obispos que tendrá lugar en junio del próximo año. Sé que han decidido compartir incluso la oficina y trabajar juntos como signo de unidad y para gestionar mejor sus recursos. Me alegro mucho. Quiero agradecerles también porque están ya organizando el gran jubileo del 2017.

Hermanos y hermanas, recordad: Adorad a Dios el Señor: éste es el fundamento. Adorar a Dios. Buscad la santidad en la nueva vida del Espíritu Santo. Sed dispensadores de la gracia de Dios. Evitad el peligro de la excesiva organización.

Salid a las calles a evangelizar, anunciando el Evangelio. Recordad que la Iglesia nació «en salida», aquella mañana de Pentecostés. Acercaos a los pobres y tocad en su carne la carne herida de Jesús. Dejaos guiar por el Espíritu Santo, con esa libertad; y, por favor, no enjaular al Espíritu Santo. ¡Con libertad!

Buscad la unidad de la Renovación, unidad que viene de la Trinidad.

Y os espero a todos, carismáticos del mundo, para celebrar, junto al Papa, vuestro gran Jubileo en Pentecostés del 2017 en la plaza de San Pedro. Gracias. 
Fuente. Vatican.va

martes, 8 de abril de 2014

Francisco: “No hay cristianismo sin la cruz”

“No hay cristianismo sin la cruz”, fue el corazón de la homilía de la misa que el papa Francisco celebró esta mañana en la capilla de la Casa Santa Marta. El Pontífice expresó que la Cruz "no es un adorno", "no es un símbolo que nos distingue de otros" es "el misterio de Dios, que se humilla", que toma sobre sí nuestra pecados, de los cuales "no hay ninguna posibilidad de salir por sí mismos".

“El Papa, informó Radio Vaticana, se inspiró en el pasaje del Libro de los Números, donde Dios le dice al pueblo judío que, en el desierto, murmuraban contra Dios y contra Moisés. Entonces, el Señor ordenó a Moisés que hiciera una serpiente y la puso en un asta y quien fuera mordido por la serpiente y la mirara permanecería vivo.

Pero ¿qué es la serpiente?, se preguntó el Papa. "La serpiente es el símbolo del pecado", como vemos en el libro del Génesis cuando "fue la serpiente que sedujo a Eva, para proponer el pecado". Y Dios envía a elevar "el pecado como una bandera de la victoria". Esto "no está claro si no entendemos lo que Jesús nos dice en el Evangelio". Jesús dijo a los judíos: "Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces conocerán quien soy". En el desierto fue elevado el pecado, "pero es un pecado que busca la salvación, porque se cura allí". El que es elevado, destacó, es el Hijo del hombre, el verdadero Salvador, Jesucristo:

En el Evangelio de hoy, dijo Francisco, Jesús advierte a los fariseos diciéndoles: "Morirán en su pecado". "No hay ninguna posibilidad de salir por nuestra cuenta de nuestro pecado. Estos doctores de la ley, estas personas que enseñaban la ley, no tenían idea clara acerca de esto. Creían, sí, en el perdón de Dios, pero se sentían lo suficientemente fuertes, lo sabían todo. Y al final hicieron de la religión de la adoración a Dios, una cultura con valores, reflexiones, ciertos mandamientos de conducta para ser educados, y pensaban, sí, que el Señor podía perdonar, lo sabían, pero estaban demasiado lejos de todo esto."

"El cristianismo no es una doctrina filosófica, no es un programa de vida para sobrevivir, para ser educados, para hacer las paces. Esas son las consecuencias. El Cristianismo es una persona, una persona alzada en la Cruz, una persona que se aniquiló a sí misma para salvarnos; se hizo pecado y así como en el desierto fue alzado el pecado, aquí se alzó a Dios, hecho hombre y hecho pecado por nosotros. Y todos nuestros pecados estaban allí. No se entendería el cristianismo sin entender esta humillación profunda del Hijo de Dios, que se humilló y se hizo siervo hasta la muerte y muerte de cruz, para servir".

Y es por eso que el apóstol Pablo, "cuando habla de lo que es la gloria dice: "De nuestros pecados". Nosotros "no tenemos mucho más que ofrecer, esta es nuestra miseria" Sin embargo, "por la misericordia de Dios, nos regocijamos en Cristo crucificado". Y por esto "no hay cristianismo sin la cruz y no hay cruz sin Jesucristo"

El corazón de la salvación de Dios "es su Hijo, que tomó sobre sí todos nuestros pecados, nuestra arrogancia, nuestra seguridad, nuestra vanidad, nuestros deseos de llegar a ser como Dios". Por esto " un cristiano que no se gloría en Cristo crucificado no entiende lo que significa ser cristiano".

Nuestras heridas, "las que dejó el pecado en nosotros, sólo se curan con las heridas de Dios hecho hombre, humillado, aniquilado". "Este es el misterio de la cruz". "No es un adorno, que siempre hay que poner en las iglesias, allí en el altar. No es un símbolo que nos distingue de los demás. La cruz es el misterio, el misterio del amor de Dios, que se humilla, se hace "nada", se hace pecado.

¿Dónde está tu pecado? 'Pero yo no lo sé, no tengo tantos aquí'. No, tu pecado está allí, en la cruz. Ve a buscar allí, en las heridas del Señor, y tu pecado será sanado, tus heridas sanarán, tus pecados te serán perdonados. El perdón que Dios da no es cancelar una cuenta que tenemos con El: el perdón que Dios nos da son las heridas de su Hijo en la cruz, alzado en la cruz. Que Él nos atrae hacia Él y que nos vamos a sanar".
 
Fuente: AICA

viernes, 28 de marzo de 2014

Si me dejo envolver por Ti

¿La enfermedad más insidiosa? Construir la propia vida desde mí o desde aquello que está a mi alcance. Pensar que yo decido y yo actúo. Creer que el cambio está en mis manos. Confiar en que encontraré en este mundo el auxilio necesario para llevar a cabo todos mis deseos y proyectos.

Es una enfermedad, porque me hace centrarlo todo en este mundo contingente, frágil, pasajero; porque me hace suponer que soy autosuficiente o que basta con recibir la ayuda de quienes viven a mi lado.

Ciertamente, hay muchas personas buenas junto a mí, he encontrado mil manos amigas que me han levantado y sostenido en mi camino. Pero nadie puede llegar a lo más íntimo de mi alma, ni limpiar ese desorden profundo que me encierra en la soberbia, en la codicia, en los rencores, en la sed de actividad o de diversiones superficiales y egoístas.

Desde esa enfermedad, cierro los ojos del alma a las mil señales que Dios me lanza. Porque el único médico que puede lavarme del pecado es Cristo. Porque sólo la muerte no es un absurdo si Alguien nos espera más allá de la frontera. Porque las flores, los jilgueros y los ancianos viven y reflejan cariño porque han sido antes cuidados, de manera tierna y constante, por las manos del Dios bueno.

Por eso, para salir de mis enfermedades, para romper con la soberbia, para aprender el humilde y magnífico camino del servicio, necesito dejarme envolver por Ti.

Sólo cuando Te deje ser mi Amigo, mi Redentor, mi Dios, me abriré a las dimensiones más hermosas y más alegres de la existencia humana. Sólo cuando acoja tus palabras, tus susurros, tus silencios, estaré listo para iniciar una vida nueva. Sólo cuando Te deje rodearme con tus manos heridas descubriré que toda vida puede salir del fango del pecado y entrar en el mundo, magnífico, de la misericordia divina...


Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net

Francisco: "La confesión es una experiencia de perdón y misericordia"

El papa Francisco recibió esta mañana en el Aula de las Bendiciones a seiscientos participantes en el curso anual del foro interno de la Penitenciaría Apostólica. Desde hace un cuarto de siglo ese dicasterio ofrece, sobre todo a los sacerdotes recién ordenados y a los diáconos, ese curso para contribuir a la formación de buenos confesores.

En su discurso, el Santo Padre invitó a los presentes a atesorar la experiencia adquirida para ayudar cada vez más a la Iglesia y a los confesores a desempeñar “el ministerio de la misericordia, que es tan importante” y ha reflexionado con ellos sobre tres puntos claves de la confesión.

“En primer lugar -dijo- el protagonista del ministerio de la reconciliación es el Espíritu Santo. El perdón que el sacramento confiere es la vida nueva transmitida por el Señor Resucitado a través de su Espíritu...Por lo tanto, estáis llamados a ser siempre “hombres del Espíritu Santo, testigos y anunciadores, alegres y fuertes, de la resurrección del Señor”.

El Obispo de Roma los invitó a recibir a los penitentes “no con la actitud de un juez y tampoco con la de un simple amigo, sino con la caridad de Dios... El corazón del sacerdote es un corazón que se conmueve...Si es verdad que la tradición indica el papel doble de médico y de juez de los confesores, no hay que olvidar que cómo médico está llamado a curar y como juez a absolver”.

“Si la Reconciliación transmite la vida nueva del Resucitado y renueva la gracia bautismal –explicó abordando el segundo aspecto- la tarea es entonces la de darla generosamente a los fieles. Un sacerdote que no se dedica a esta parte de su ministerio, es como un pastor que no se preocupa por las ovejas que se han perdido. ¡La misericordia es el corazón del Evangelio! Es la buena nueva de que Dios nos ama, de que ama siempre al pecador y con este amor lo atrae hacia sí y lo invita a la conversión. No olvidemos que, a menudo, a los fieles les cuesta trabajo confesarse, sea por motivos prácticos, sea por la dificultad natural de confesar a otro hombre los pecados propios. Por eso es necesario trabajar sobre nosotros mismos, sobre nuestra humanidad, para que no representemos nunca un obstáculo sino para que favorezcamos siempre el acercamiento a la misericordia y al perdón. ¡La confesión no es un tribunal de condena, sino una experiencia de perdón y misericordia!”

Por último, Francisco se refirió a las dificultades que, con frecuencia, encuentra la confesión. “Las razones son tantas, sea históricas como espirituales. Sin embargo, sabemos que el Señor quiso regalar este don inmenso a su Iglesia, ofreciendo a los bautizados la seguridad del perdón del Padre. Por eso es muy importante que en todas las diócesis y comunidades parroquiales se preste mucha atención a la celebración de este sacramento de perdón y salvación. Es importante que en todas las parroquias los fieles sepan cuando pueden encontrar disponibles a los sacerdotes: cuando hay fidelidad, se ven los frutos”.
 
Fuente: AICA