martes, 28 de febrero de 2012

El Papa advirtió sobre ‘analfabetismo religioso’

Ciudad del Vaticano, 24 Feb. 12 (AICA) El Santo Padre mantuvo ayer, en el aula Pablo VI, un encuentro con los párrocos y sacerdotes de la diócesis de Roma, de la que es obispo. Tras la lectura dun fragmento de la carta de San Pablo a los efesios, Benedicto XVI explicó que la primera llamada que recibieron los sacerdotes es la del bautismo; la segunda, la vocación de pastores al servicio de Cristo.

“La primera de las virtudes –dijo el Santo Padre-, que debe acompañar la vocación, según señala San Pablo, es la humildad. Lo contrario de la humildad es la soberbia, raíz de todos los pecados. La soberbia es arrogancia, quiere sobre todo poder, apariencia no tiene intención de agradar a Dios, sino de agradarse a sí mismo, de ser aceptado e incluso venerado por los demás. Pone el 'yo' en el centro del mundo: se trata del 'yo' soberbio que todo lo sabe. Ser cristiano quiere decir superar esta tentación originaria, que está en el núcleo del pecado original: ser como Dios, pero sin Dios”.

La falta de humildad destruye la unidad del Cuerpo de Cristo. Asimismo, la unidad no puede crecer sin el conocimiento de la fe: “Un gran problema de la Iglesia actual es la falta de conocimiento de la fe, el 'analfabetismo religioso'. Con este analfabetismo no podemos crecer”.

“Por eso, continuó el Papa, debemos reapropiarnos de los contenidos de la fe, no como un paquete de dogmas y mandamientos, sino como una realidad única que se revela en toda su profundidad y belleza. Debemos hacer lo posible por actuar una renovación catequística, para que la fe sea conocida, de modo que Dios sea conocido, Cristo sea conocido, la verdad sea conocida y crezca la unidad en la verdad”.

En este punto, Benedicto XVI advirtió que no se puede vivir en una “niñez de la fe”: muchos fieles fueron más allá de la primera catequesis, con lo que “no pueden exponer como adultos, con competencia y convicción profunda, la filosofía de la fe, la gran sabiduría, la racionalidad de la fe” para iluminar a los demás.

Es por ello necesaria una “fe adulta”, que no quiere decir, como se ha entendido en los últimos decenios, emancipada del Magisterio de la Iglesia; cuando se abandona el Magisterio, el resultado es “la dependencia de las opiniones del mundo, de los dictados de los medios de comunicación”.

“Por el contrario, la auténtica emancipación consiste en liberarse de estas opiniones, en la libertad de los hijos de Dios. “Debemos rezar mucho al Señor para que nos ayude a emanciparnos y a ser libres en este sentido, con una fe realmente adulta que pueda ayudar también a los demás a llegar a la verdadera perfección en comunión con Cristo”.

“Hoy, el concepto de verdad está bajo sospecha, porque se asocia al de violencia. Lamentablemente, en la historia hubo episodios en los que se trataba de defender la verdad con la violencia. Sin embargo, las dos son contrarias. La verdad no se impone con otros medios que no sean ella misma”.

“Puede llegar solo mediante su propia luz. Pero tenemos necesidad de la verdad. Sin verdad, nos quedamos ciegos en el mundo, no tenemos un camino, El gran don de Cristo es precisamente que vemos el rostro de Dios y conocemos el fondo, lo esencial de la verdad en Cristo”.

“Donde está la verdad, nace la caridad -afirmó el Papa para terminar-. Gracias a Dios, podemos verlo a lo largo de los siglos: a pesar de los hechos negativos, los frutos de la caridad estuvieron siempre presentes en la cristiandad, y están también presentes hoy. Lo vemos en los mártires, en tantas monjas, frailes y sacerdotes que sirven humildemente a los pobres, los enfermos, que son presencia de la caridad de Cristo. Y son así el gran signo de que aquí está la verdad”.
 
Fuente: AICA

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