jueves, 11 de agosto de 2011

¿Por qué tanto ensañamiento y odio a la vida concebida?

Oberá (Misiones), 11 Ago. 11 (AICA) “Resulta increíble el ensañamiento y el odio para con la vida ya concebida, pequeña, inocente e indefensa, que no admite ni siquiera la posibilidad de continuar la gestación, para luego dejarlo en brazos de cientos de matrimonios en lista de espera, dispuestos a adoptar”, dijo el obispo de Oberá, monseñor Damián Bitar, al referirse a la “dolorosa situación” planteada por el embarazo, fruto de una violación a una jovencita de la ciudad de Posadas y el pedido de practicarle un aborto, que después fue desestimado por los mismos familiares de la adolescente.

El prelado sostuvo que esa situación puso “nuevamente de manifiesto la expresión acuñada por el beato Juan Pablo II, ‘cultura de la muerte’”, y logró “bloquear” las conciencias de “muchísimas personas, incluidos profesionales de la medicina, abogados, jueces, autoridades de todos los niveles, organizaciones de defensa de los derechos humanos y medios de comunicación”.

“Cuando se leen o escuchan sus declaraciones o ‘sentencias’, todos repiten a coro el mismo libreto: ‘¡Maten al niño!’ ‘¡Que no viva!’; ‘¡No tiene derecho a nacer!’”, lamentó en su reflexión.

Monseñor Bitar cuestionó también a quienes “dicen querer ayudar a la joven violada para que supere pronto el trauma de la violación y el embarazo, desconociendo –u ocultando – lo que el sentido común y los médicos y psicólogos afirman: las heridas y los traumas se acrecentarán, si junto al recuerdo de la violación se suma el hecho de saber que en el seno materno se asesinó a un bebé, que no es culpable de nada y al que se tendría en los brazos propios o de padres adoptivos”.

Además, es sabido -agregó- que estos “grupos de presión” después que logran su inicuo cometido, poco se ocupan de las personas a las que se indujo a abortar.

“¡Qué dolorosa paradoja! En el mes en que celebramos el día del niño debemos observar atónitos que se pida dictar, lisa y llanamente, una sentencia de muerte sobre un niño ya concebido”.

E interpeló: ¿Se pedirá la misma sentencia para el violador? ¿Acaso hay derecho a matar? ¿Por qué quienes dicen defender los ‘derechos humanos’ no se ocupan del ‘derecho a nacer’ de los más indefensos? ¿Por qué se niega la comprobación científica que afirma que hay vida desde el momento mismo de la fecundación? ¿De qué valen tantos avances de la medicina para prolongar la vida humana si se impide a tantos nacer? ¿Dónde queda la Declaración de los Derechos del Niño y la Constitución Nacional? ¿Y el quinto mandamiento del decálogo, ‘no matarás’?

El obispo recordó las palabras “proféticas” de la beata Madre Teresa de Calcuta de 1994 ante el Congreso de los Estados Unidos: “La amenaza más grande que sufre la paz hoy en día es el aborto. Porque abortar es hacer la guerra al niño. Si aceptamos que una madre puede matar a su hijo, ¿Cómo decirles a otros que no se maten? ¿Y qué importancia puede tener la mentira, la calumnia, el robo, la corrupción o el asesinato de un hombre, cuando la sociedad aprueba la muerte de un niño en el seno materno? Abortar equivale a tirar a los niños en un naufragio para que se salven los adultos. En el aborto se aplica la ley del más fuerte. Es la prepotencia ejercida por los fuertes en perjuicio de los débiles. Estamos combatiendo el aborto con la adopción: cuidamos a la madre y adoptamos su hijo. Yo quiero a esos niños: ¡Dénmelos!”.



Fuente: AICA

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