jueves, 16 de junio de 2011

Las divisiones son por parcializar la misión de la Iglesia

Buenos Aires, 15 Jun. 11 (AICA) El arzobispo emérito de Resistencia, monseñor Carmelo Juan Giaquinta, advirtió que “mientras el Espíritu de Cristo no complete su obra, habrá en nosotros un resto de egoísmo que pretenda apropiarse de él y negarlo a los demás”.

El prelado señaló que esto fue lo que “les sucedió a los primeros cristianos de origen judío, a quienes les costó aceptar que Dios quiere compartir su Espíritu con todos los pueblos del mundo”.

“Todas las divisiones en la Iglesia, lo mismo que los errores en la evangelización, sucedieron por ignorar la naturaleza del Espíritu Santo, e identificar su obra, que es el pueblo de Dios congregado de entre todos los pueblos de la tierra, con una visión parcial de la realidad: un sector eclesiástico, una nación, un partido”, aseveró en su reflexión de Pentecostés.

El prelado subrayó que “para acometer una nueva evangelización, necesitamos tener la mirada de Dios sobre la humanidad”, y consideró que a esto ayuda “contemplar la Iglesia como obra del Espíritu Santo tal cual la describe el Concilio”.

“En uno de sus pasajes eximios, se refiere al Espíritu Santo que “habita en la Iglesia y en el corazón de los fieles como en un templo… Guía la Iglesia a toda la verdad… Con la fuerza del Evangelio rejuvenece a la Iglesia, la renueva incesantemente y la conduce a la unión consumada con su Esposo… Y así toda la Iglesia aparece como un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”, recordó citando la constitución conciliar Lumen Gentium.

Por último, monseñor Giaquinta invitó a leer completo al menos el párrafo 9 de esa carta dogmática que dice: “Este pueblo mesiánico tiene por cabeza a Cristo… La condición de este pueblo es la dignidad y la libertad de los hijos de Dios… Tiene por ley el nuevo mandato de amar como el mismo Cristo nos amó… Y tiene como fin, el dilatar más y más el reino de Dios, incoado por el mismo Dios en la tierra... Este pueblo mesiánico, aunque no incluya a todos los hombres actualmente y con frecuencia parezca una grey pequeña, es, sin embargo, para todo el género humano, un germen segurísimo de unidad, de esperanza y de salvación…”
 
Fuente: AICA

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