martes, 14 de abril de 2015

Mons. Aguer: “Consumismo: envidia y falta de solidaridad

En su semanal reflexión televisiva en el programa “Claves para un Mundo Mejor”, que se emite los sábados por canal 9 a las 9, el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, afirmó este último sábado que “el consumismo además de ser un mecanismo de la envidia tiene también como consecuencia la falta de solidaridad”.

Señaló que “el consumismo es una exageración del consumo” y por eso suele definirlo así: “el consumismo es comprar lo que no necesitamos con la plata que no tenemos. Por eso digo que es una exageración y, en el fondo, es una insensatez que nos puede hacer caer en líos pavorosos”.

Luego comentó que consideraba que “tiene mucho que ver con esa especie de globalización de todo. Hablamos muchas veces de la globalización pero también está la globalización del consumo. Consumimos un montón de cosas que son necesarias y eso no está mal pues ustedes van al supermercado o adonde sea y compran lo que necesitan. Pero cuando el consumo deja de ser algo normal, algo plenamente humano, cuando exageramos y compramos lo que no necesitamos con la plata que no tenemos, caemos en el consumismo”.

El arzobispo de La Plata observó que “la envidia juega mucho en el consumismo ya que muchas veces se produce un mecanismo envidioso cuando pensamos: ¿por qué no voy a tener yo lo que tiene el vecino? Así se puede llegar a perder el control y caer en el consumismo”.

Sostuvo que es un “fenómeno que se da en todos los niveles”, que quien sufre en primer lugar es “el consumidor” y “lo contrario del consumismo es la sobriedad que significa moderación, humanidad en definitiva, es consumir aquello que necesitamos y no dejarnos atrapar por ese mecanismo que se convierte, en muchos, en una manía. Hay gente maniática para consumir”.

Mons. Héctor Aguer manifestó que en el consumismo “además de la envidia también nos lleva a perder de vista la solidaridad que es una de las dimensiones fundamentales de la existencia humana”.

“El consumista maniático no piensa en el vecino, no piensa en los más necesitados, no piensa en aquellos hermanos nuestros que viven en la pobreza extrema y en la miseria. Gasta, gasta y gasta en cosas que no son necesarias y, muchas veces, quiere tener lo último de lo último sin fijarse que mucha gente está padeciendo porque no recibe de ningún lado la ayuda que necesita por lo menos para vivir dignamente, para vivir humanamente”.

En el final explicó que decía estas cosas para que no se “incurra en el consumismo” y para ponernos “en contra del consumismo y a favor de la solidaridad”.
 
Fuente: AICA

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