1. ¿Qué es interceder?
Es mediar entre un grande y un pequeño. Pedir a alguien que está por encima por una necesidad: mediar.
Tenemos en la Biblia el modelo de Moisés que intercede por su pueblo ante Dios cuando éste quiere castigar a su pueblo por el pecado de idolatría.
Intercesión en la batalla de Amalec -Éxodo 17, 8-13-
Intercesión cuando el pueblo fabrica un becerro de oro -Éxodo, 32, 7-14-
María es un ejemplo de intercesora, de mediadora. Lo vemos muy bien en las bodas de Caná -Juan 2, 1-12-. Ella alcanza la gracia de que Jesús adelante su hora y haga el primer milagro.
2. ¿De dónde viene el poder de la intercesión?
El poder de la intercesión viene de lo alto, viene de Dios. "El auxilio me viene del Señor que hizo el cielo y la tierra".
No viene de nuestra fuerza. No viene de si hablamos más o menos, mejor o peor, o si rezamos más fuerte y gritamos a Dios. El poder viene de Cristo que intercede en la debilidad de la cruz.
El intercesor tiene que tener la mirada de Jesús sobre la necesidad, el dolor, el problema. Mirar como mira Jesús.
Invocar la intercesión de María y la de los santos, sobre todo en lugares concretos (Catedral de Santiago, invocar la intercesión del Apóstol...).
No hay intercesión solitaria, el que intercede lo hace con Cristo, María y todos los santos.
3. ¿Por qué hay que orar?
Por todo. El mundo está lleno de problemas. Hay que interceder por todas las necesidades del mundo. Interceder por aquello que sintamos dentro de nosotros, movidos por el Espíritu, por las necesidades de la Iglesia y del mundo entero, por los intercesores para que no se cansen de orar...
4. ¿Cómo interceder?
La intercesión es uno de los dones que el Señor regaló a la Renovación Carismática. Desde el comienzo de la Renovación, en Febrero de 1.967, está el don de intercesión. Los cuatro peldaños de la oración de intercesión son:
Compasión: "Misericordia quiero y no sacrificios" . Son palabras proféticas que siguen resonando hoy cada vez que nos ponemos en presencia del Señor. Si tenemos entrañas de misericordia nuestro corazón correrá junto al que sufre, se compadecerá y estarán corazón con corazón.
Pobreza: Experimentar que nada se puede hacer ante el dolor es aceptar el desgarrón de María junto a la Cruz de Jesús. Es llegar a la máxima pobreza. "No está en el número tu fuerza, ni tu poder en los valientes, sino que eres el Dios de los humildes, el defensor de los pequeños, apoyo de los débiles, refugio de los desvalidos, salvador de los desesperados" (Jdt 9, ll)
Unidad: "Separados de Mi, no podéis hacer nada" (Jn, 15,5). Es imprescindible la unidad en el Cuerpo de Cristo. "Si permanecéis en Mi, pedid lo que queráis y lo conseguiréis" (Jn 15, 7-8)
Confianza: ¿Acaso se ha vuelto mi mano demasiado corta para rescatar, o quizá no habrá en mí vigor para salvar? (Is 5, 2).
Orar con confianza en el recuerdo de los beneficios recibidos, en el reconocimiento de su fidelidad y de su amor que son para siempre.
"Muchas veces los libró y los miró cuando estaban en su angustia" (Salmo 106)
Establecemos tres modos de interceder:
1. Es un don común que tenemos todos en virtud del sacerdocio de Cristo. Por este don podemos clamar a Dios día y noche. San Pablo nos habla repetidas veces de este modo de orar: "Recomiendo que en todo tiempo sean elevadas a Dios peticiones, súplicas y oraciones por la humanidad entera". (1Tim, 2,1-2)
Debemos creer en el poder de esta oración que como incienso se dirige continuamente a nuestro Padre Dios. La oración puede cambiar el curso de la Historia.
2. Aquellas personas que de manera especial tienen el carisma de fe capaz de mover montañas. Por este carisma participan del poder sacerdotal y del poder real de Cristo como algo especial y milagroso. Ejemplo: El profeta Elías.
3. Equipo de intercesión. Un grupo de hermanos -normalmente de dos a cuatro- piden unidos por una necesidad. Interceden por un hermano. Pasaje del paralítico: cuatro amigos llevan a un paralítico ante Jesús para que lo cure (Mc 2, 1-12. Lc 5, 17-26).
En Isaías 62, 6: "Coloqué sobre las murallas centinelas que no han de callar ni de día ni de noche".
Este equipo no se elige a sí mismo. Están discernidos y elegidos por el grupo de oración. Tienen una misión que les viene dada y ellos sienten una llamada interior. La llamada existe cuando Dios pone dolor en su corazón ante el sufrimiento de los demás.
Cualidades de los intercesores:
- Personas de oración
- Don de compasión
- Discreción para no contar los problemas de los demás
- Don de escucha
Los miembros del equipo de intercesión aprenden a orar juntos y se va creando entre ellos/as una sintonía espiritual.
PRIMER PASO. Escuchar a la persona que viene a pedir intercesión. Es necesario un mínimo de escucha.
SEGUNDO PASO. Captar el problema y ver de que tipo es:
- Humano (por ejemplo, tomar una decisión)
- Psicológico (la persona tiene una depresión, está angustiada, tiene miedo...)
- Espiritual (no puede perdonar, tentaciones)
- Físico (enfermedad)
TERCER PASO. Empezar la oración; según el tiempo de que se disponga -entre 10 a 20 minutos-
El que dirige el equipo de intercesión decide por qué se va a pedir y se inicia la oración. Si un hermano/a viene a pedir por otro -familiar, amigo, etc.-, pedir primero por el que viene a interceder e involucrarle a él en ese caso.
Cuando hay un problema espiritual, sugerir a la persona que vaya al sacramento de la reconciliación -a confesarse-, que ofrezca alguna misa por algún antepasado, etc. Si es preciso, pedir ayuda a un sacerdote.
Usar la Palabra de Dios con un texto corto y que pueda ser entendido por la persona que viene a pedir intercesión. Dar la interpretación de la Palabra si fuese necesario.
Se puede expresar brevemente algún sentimiento al final de la oración, algún consejo, si lo tenemos muy claro, nunca convertir el equipo de intercesión en equipo de dar consejos.
En casos de problemas muy graves hay que orar varias veces por esa persona.
El Equipo lleva al hermano al Señor; debe animarle a que ore y se ponga en manos de Dios, a que se abra a la gracia y se acerque más a Dios.
No se puede interceder si antes no hay evangelización, si la persona no está evangelizada: anunciar a Cristo y decir que oramos en el nombre de Jesús, que no somos sanadores.
Signos: Se puede imponer las manos, ungir con aceite bendecido. Todo esto son signos; nunca les demos el valor de sacramentos.
El que dirige el equipo de intercesión decide por qué se va a pedir y se inicia la oración. Si un hermano/a viene a pedir por otro -familiar, amigo, etc.-, pedir primero por el que viene a interceder e involucrarle a él en ese caso.
Cuando hay un problema espiritual, sugerir a la persona que vaya al sacramento de la reconciliación -a confesarse-, que ofrezca alguna misa por algún antepasado, etc. Si es preciso, pedir ayuda a un sacerdote.
Usar la Palabra de Dios con un texto corto y que pueda ser entendido por la persona que viene a pedir intercesión. Dar la interpretación de la Palabra si fuese necesario.
Se puede expresar brevemente algún sentimiento al final de la oración, algún consejo, si lo tenemos muy claro, nunca convertir el equipo de intercesión en equipo de dar consejos.
En casos de problemas muy graves hay que orar varias veces por esa persona.
El Equipo lleva al hermano al Señor; debe animarle a que ore y se ponga en manos de Dios, a que se abra a la gracia y se acerque más a Dios.
No se puede interceder si antes no hay evangelización, si la persona no está evangelizada: anunciar a Cristo y decir que oramos en el nombre de Jesús, que no somos sanadores.
Signos: Se puede imponer las manos, ungir con aceite bendecido. Todo esto son signos; nunca les demos el valor de sacramentos.
La oración multiplica el pan (del libro Ante el Trono de Gracia de Marcelino Iragui)
A Jesús, le atraían los lugares solitarios, porque en soledad uno se llena de Dios. Y a las gentes les atraía Jesús, porque lo veían tan lleno de Dios. A veces grandes muchedumbres le seguían a lugares despoblados, para escuchar la Palabra de Dios y recibir la salvación de Dios. Pero los hombres necesitan también pan, y no es fácil encontrarlo en tales lugares. En una de esas ocasiones, al caer el día, los apóstoles muy prudentes aconsejaban a Jesús: "Despide a la gente, para que vayan a las aldeas y caseríos del contorno a buscar alojamiento y comida, pues aquí estamos en descampado" (Lc 9, 11ss). Ante un problema social ésta es la solución fácil y cómoda para los responsables.
Pero Jesús les dijo: "Dadles vosotros de comer". Ellos respondieron: "No tenemos más que cinco panes y dos peces. ¡A no ser que vayamos a buscar alimentos para toda esta gente!. Pues eran unos cinco mil hombres".
Ahí es donde fácilmente naufraga nuestra fe y se ahoga nuestra caridad: en un mar de dudas, miedos, preocupaciones, ansiedades. Y para colmo, a veces nos hunde más el peso de la culpabilidad. Ante una situación imposible sólo vemos nuestra falta de recursos, y nos olvidamos del amor del Todopoderoso, que cuida de los pajarillos y de los lirios del campo. "Si Dios viste así a la hierba del campo, ¿no hará más por vosotros, hombres de poca fe?". (Mt 6, 30).
"Jesús tomó los cinco panes y los dos peces, alzó los ojos al cielo, los bendijo, los partió y se los dio a los discípulos para que los distribuyeran a la gente". Esa mirada de Jesús al cielo, esa es la plegaria de fe, que conmueve el Corazón de Dios, y por eso mueve montañas.
"Todos comieron hasta saciarse. Y se recogieron doce canastos llenos de las sobras".
"Por eso os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis". (Mc 11, 21ss).
Las muchedumbres hambrientas hoy suman cientos de millones, sobre todo en el tercer mundo. Los problemas sociales son abrumadores en todo el mundo. Los que tienen hambre de Dios, aún sin conocerles, son innumerables. Comparte con los necesitados tus cinco panes, pero al mismo tiempo no dejes de mirar con fe y clamar al cielo como Jesús. Dios puede llegar a donde los hombres no llegan. Muchas veces Dios está esperando a que se lo pidamos para actuar a favor de los pobres y abatidos.
Fuente: RCC Lomas de Zamora - http://www.rcclomasdezamora.com.ar
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