En el acto estuvieron presentes, entre otras personalidades, el Cardenal Stanislaw Dziwisz, secretario personal del Papa por casi 40 años; el profesor Bogdan Piotrowski, director del Congreso y quien en repetidas ocasiones fungió como traductor de Karol Wojtila; monseñor Slawomir Oder, postulador de la causa de beatificación; María del Rosario Guerra, ex-ministra de la Tecnología de la información y la comunicación y Gabriel Melo, Presidente del Consejo Directivo de la Universidad Sergio Arboleda.
Palabras de Gabriel Melo Guevara
Ya antes del acto, el ex-ministro y Presidente del Consejo Directivo de la Universidad Sergio Arboleda, Gabriel Melo Guevara, había hecho el elogio del fallecido pontífice, en palabras que fueron muy bien acogidas por el público asistente al Congreso. Recordó que el Papa polaco venía de una Iglesia perseguida, la Iglesia del silencio de Europa oriental, en donde los casos del cardenal Mindzenty en Hungría y del cardenal Wyszhinski en Polonia, mostraban a diario lo que costaba servir a Dios en regímenes que, reprimiendo a los hombres, pensaban que hacían triunfar la materia sobre el espíritu.
Melo Guevara recordó que poco presentía su gran destino Franciszek Labus, el veterano dinamitero de una cantera, cuando con acierto insistía a su joven ayudante: "Karol, deberías ser sacerdote, tienes buena voz y cantarás bien, lo harás bien".
"Y lo hizo bien -continúo Melo- tanto que, en el este de Europa, los totalitarismos entendieron pronto que las palabras del nuevo Pontífice anunciaban el principio del fin de su dominación, pero jamás comprendieron los alcances de la tremenda fuerza de la razón, que terminó por arrollarlos a pesar del intento de magnicidio en la Plaza de San Pedro. Los asesinos escogieron mal el día. En esa fecha se celebra la fiesta de la Virgen de Fátima. Y ella se encargó de protegerlo".
En la mente del ex-ministro, Juan Pablo II, con los modelos de santidad que propuso al hombre contemporáneo, mostró "su rostro humano en las calles de Calcuta con la Madre Teresa, en el convento de la incomprendida Faustina Kowalska, o distribuyendo dulzura por las montañas antioqueñas como el padre Marianito [n.d.R: Beato colombiano]".
Finalmente, destacó cómo con su ejemplo la enfermedad dejó de ser una disculpa para la inactividad y se convirtió en circunstancia enaltecedora del cumplimiento del deber. Juan Pablo II continuó su misión, sin ocultar las dificultades físicas y, en el mundo entero, los que padecían males se reanimaron, regresaron a labores pensando que esos males no hacen la vida miserable sino que vuelven más meritorio vivirla.
"Es la última lección que nos da en vida, desde un balcón, incapaz de hablar, con un gesto de la mano desfalleciente, que no sabemos si fue bendición o despedida", puntualizó.
Fuente: GaudiumPress
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