El diario de la Santa Sede se ha hecho eco de la publicación de un manuscrito del Papa Pablo VI, fechado en 1969, publicado a su vez por “Noticiario” del Instituto Bresciano. Se trata de unos apuntes del Papa con tres reglas de oro para la predicación, todo un tesoro de sabiduría de la inteligencia y del corazón que pueden ser bien útiles. Este es el texto traducido:
Para la predicación es necesario:
1.- REZAR: Es decir, una preparación interior de fe, de hacer hacia Dios, de invocación humilde, muy humilde y confiada en la asistencia del Espíritu Santo, “sermonem dictans gutturi”.
2.- ESTUDIAR: Es decir, saber bien de lo que se debe hablar; estudiar la Palabra de Dios y su interpretación teológica ortodoxa; estudiar las cuestiones humanas a las que se refiera predicación, que no de debe ser empírica, aproximativa, impresionista y superficial, sino sencilla y llana.
3.- AMAR. Es necesario tener en la voluntad un verdadero interés por el bien de aquellos a quienes se habla, una simpatía, un afecto, una amor hacia quienes van a escuchar la predicación”.
Aplíquese esto al orden de la Palabra en la Iglesia.
Quien por el ministerio sacerdotal ha de predicar: rezar, estudiar, amar.
Quien recibe el encargo de educar mediante la catequesis: rezar, estudiar, amar.
Quien pronuncia un curso de formación cristiana: rezar, estudiar, amar.
Porque si falla el rezar, pronunciaremos palabras que pueden estar vacías o repetirlas sin vida ni fuerza.
Porque si falla el estudiar, no se profundizará ni se dará razón de nuestra fe y esperanza, y sin solidez en la doctrina, poco se transmite.
Porque si falla el amar, no buscaremos el bien del otro sino cumplir una función encomendada y acabar cuanto antes y no encomendaremos a las personas a las que tenemos que formar.
Orar, estudiar, amar: ¡qué fina pedagogía!
Fuente: http://corazoneucaristicodejesus.blogspot.com
Para la predicación es necesario:
1.- REZAR: Es decir, una preparación interior de fe, de hacer hacia Dios, de invocación humilde, muy humilde y confiada en la asistencia del Espíritu Santo, “sermonem dictans gutturi”.
2.- ESTUDIAR: Es decir, saber bien de lo que se debe hablar; estudiar la Palabra de Dios y su interpretación teológica ortodoxa; estudiar las cuestiones humanas a las que se refiera predicación, que no de debe ser empírica, aproximativa, impresionista y superficial, sino sencilla y llana.
3.- AMAR. Es necesario tener en la voluntad un verdadero interés por el bien de aquellos a quienes se habla, una simpatía, un afecto, una amor hacia quienes van a escuchar la predicación”.
Aplíquese esto al orden de la Palabra en la Iglesia.
Quien por el ministerio sacerdotal ha de predicar: rezar, estudiar, amar.
Quien recibe el encargo de educar mediante la catequesis: rezar, estudiar, amar.
Quien pronuncia un curso de formación cristiana: rezar, estudiar, amar.
Porque si falla el rezar, pronunciaremos palabras que pueden estar vacías o repetirlas sin vida ni fuerza.
Porque si falla el estudiar, no se profundizará ni se dará razón de nuestra fe y esperanza, y sin solidez en la doctrina, poco se transmite.
Porque si falla el amar, no buscaremos el bien del otro sino cumplir una función encomendada y acabar cuanto antes y no encomendaremos a las personas a las que tenemos que formar.
Orar, estudiar, amar: ¡qué fina pedagogía!
Fuente: http://corazoneucaristicodejesus.blogspot.com
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