Ciudad del Vaticano, 17 May. 10 (AICA) “Queridos amigos, ustedes muestran hoy el gran afecto y profunda cercanía de la Iglesia y del pueblo italiano al Papa y a los sacerdotes que cada día cuidan de ustedes, para que en el compromiso de renovación espiritual y moral podamos servir siempre mejor a la Iglesia, al Pueblo de Dios, y a cuantos se dirigen a nosotros con confianza. El verdadero enemigo que hay que temer y combatir es el pecado, el mal espiritual, que a veces por desgracia contagia también a los miembros de la Iglesia”, dijo Benedicto XVI este domingo al rezar el “Regina Caeli” con miles de peregrinos que colmaron la Plaza de San Pedro.
Este domingo se celebró la fiesta de la Ascensión del Señor y la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Benedicto XVI recordó ambas conmemoraciones durante su alocución previa al rezo mariano. Explicando la Ascensión del Señor, el Santo Padre recordó que este acontecimiento estuvo precedido por la bendición de los discípulos, en preparación a recibir el don del Espíritu Santo. “El Señor dirigió la mirada de los Apóstoles hacia el cielo para indicarles –explicó el Papa- cómo recorrer el camino del bien en la vida terrena”.
Porque Él permanece en la historia humana, cerca de cada uno de nosotros para guiarnos: es compañero de los perseguidos por causa de la fe, está en el corazón de los marginados, y está presente en quien se le niega el derecho a la vida. Podemos escuchar, ver y tocar al Señor Jesús en la Iglesia especialmente mediante la palabra y los sacramentos. “A tal propósito exhorto a los jóvenes -que en este tiempo pascual reciben el sacramento de la Confirmación-, a permanecer fieles a la palabra de Dios y a su doctrina, y a acercarse con frecuencia a la Confesión y a la Eucaristía, conscientes de haber sido elegidos para testimoniar la verdad. Renuevo asimismo mi invitación particular a los hermanos en el sacerdocio, para que ‘en su vida y acción sobresalgan por su fuerte testimonio evangélico’ y sepan también utilizar con sabiduría los medios de comunicación, para dar a conocer la vida de la Iglesia y ayudar a los hombres de hoy a descubrir el rostro de Cristo”.
Benedicto XVI finalizó su alocución agradeciendo a la Virgen María su materna protección durante su viaje apostólico a Portugal. Y tras el rezo del Regina Caeli el Papa se dirigió a las miles de personas que se reunieron en la plaza de San Pedro para expresar su cercanía al Sucesor de Pedro. El Santo Padre agradeció “esta hermosa y espontánea manifestación de fe y de solidaridad”.
“Queridos amigos -les dijo-, ustedes muestran hoy el gran afecto y la profunda cercanía de la Iglesia y del pueblo italiano al Papa y a los sacerdotes que cada día cuidan de ustedes, para que en el compromiso de renovación espiritual y moral podamos servir siempre mejor a la Iglesia, al Pueblo de Dios, y a cuantos se dirigen a nosotros con confianza. El verdadero enemigo que hay que temer y combatir es el pecado, el mal espiritual, que a veces por desgracia contagia también a los miembros de la Iglesia”.
En este sentido Benedicto XVI señaló que los cristianos no tienen miedo del mundo. “En cambio –dijo- tenemos que temer al pecado, por eso debemos estar fuertemente enraizados en Dios, siendo solidarios en el bien, en el amor y en el servicio a los demás”. “Prosigamos juntos con confianza este camino, y que las pruebas, que el Señor nos presenta, nos empujen hacia una mayor radicalidad y coherencia. Es hermoso ver hoy esta multitud en la plaza de San Pedro, como también fue emocionante para mí ver en Fátima la inmensa multitud que, en la escuela de María, rezó por la conversión de los corazones. Renuevo hoy este llamamiento, confortado por esta numerosa presencia. ¡Gracias!”.
Fuente: AICA
Este domingo se celebró la fiesta de la Ascensión del Señor y la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Benedicto XVI recordó ambas conmemoraciones durante su alocución previa al rezo mariano. Explicando la Ascensión del Señor, el Santo Padre recordó que este acontecimiento estuvo precedido por la bendición de los discípulos, en preparación a recibir el don del Espíritu Santo. “El Señor dirigió la mirada de los Apóstoles hacia el cielo para indicarles –explicó el Papa- cómo recorrer el camino del bien en la vida terrena”.
Porque Él permanece en la historia humana, cerca de cada uno de nosotros para guiarnos: es compañero de los perseguidos por causa de la fe, está en el corazón de los marginados, y está presente en quien se le niega el derecho a la vida. Podemos escuchar, ver y tocar al Señor Jesús en la Iglesia especialmente mediante la palabra y los sacramentos. “A tal propósito exhorto a los jóvenes -que en este tiempo pascual reciben el sacramento de la Confirmación-, a permanecer fieles a la palabra de Dios y a su doctrina, y a acercarse con frecuencia a la Confesión y a la Eucaristía, conscientes de haber sido elegidos para testimoniar la verdad. Renuevo asimismo mi invitación particular a los hermanos en el sacerdocio, para que ‘en su vida y acción sobresalgan por su fuerte testimonio evangélico’ y sepan también utilizar con sabiduría los medios de comunicación, para dar a conocer la vida de la Iglesia y ayudar a los hombres de hoy a descubrir el rostro de Cristo”.
Benedicto XVI finalizó su alocución agradeciendo a la Virgen María su materna protección durante su viaje apostólico a Portugal. Y tras el rezo del Regina Caeli el Papa se dirigió a las miles de personas que se reunieron en la plaza de San Pedro para expresar su cercanía al Sucesor de Pedro. El Santo Padre agradeció “esta hermosa y espontánea manifestación de fe y de solidaridad”.
“Queridos amigos -les dijo-, ustedes muestran hoy el gran afecto y la profunda cercanía de la Iglesia y del pueblo italiano al Papa y a los sacerdotes que cada día cuidan de ustedes, para que en el compromiso de renovación espiritual y moral podamos servir siempre mejor a la Iglesia, al Pueblo de Dios, y a cuantos se dirigen a nosotros con confianza. El verdadero enemigo que hay que temer y combatir es el pecado, el mal espiritual, que a veces por desgracia contagia también a los miembros de la Iglesia”.
En este sentido Benedicto XVI señaló que los cristianos no tienen miedo del mundo. “En cambio –dijo- tenemos que temer al pecado, por eso debemos estar fuertemente enraizados en Dios, siendo solidarios en el bien, en el amor y en el servicio a los demás”. “Prosigamos juntos con confianza este camino, y que las pruebas, que el Señor nos presenta, nos empujen hacia una mayor radicalidad y coherencia. Es hermoso ver hoy esta multitud en la plaza de San Pedro, como también fue emocionante para mí ver en Fátima la inmensa multitud que, en la escuela de María, rezó por la conversión de los corazones. Renuevo hoy este llamamiento, confortado por esta numerosa presencia. ¡Gracias!”.
Fuente: AICA
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