martes, 14 de abril de 2015

Hablar con franqueza, libertad y sin temor pidió el Papa a la Iglesia

El camino de la Iglesia es el de la “franqueza”, “decir las cosas, con libertad”, afirmó el Santo Padre, en la homilía de la misa matutina celebrada, este lunes, en la capilla de la Casa de Santa Marta.

Francisco reflexionó en su homilía a partir de la afirmación de los apóstoles Pedro y Juan: “Nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído”, leídas en la primera lectura, tomada de los Hechos de los Apóstoles.

El Pontífice, -en la homilía difundida por Radio Vaticana-, reafirmó que, tal como lo experimentaron los Apóstoles después de la Resurrección de Jesús, sólo el Espíritu Santo es capaz de cambiar nuestra actitud, la historia de nuestra vida y darnos coraje.

El Papa recordó que Pedro y Juan, después de realizar un milagro, fueron encarcelados y amenazados por los sacerdotes, para que no hablaran más en nombre de Jesús. Pero ellos deciden ir adelante y cuando regresan sus hermanos los animan a proclamar la Palabra de Dios “con franqueza”. Y piden al Señor que dirija “la mirada a sus amenazas” y que conceda “a sus siervos”, “no escapar”, sino “proclamar con toda franqueza” su Palabra:

“También hoy el mensaje de la Iglesia es el mensaje del camino de la franqueza’, del camino del coraje cristiano. Estos dos, sencillos –como dice la Biblia– sin instrucción, tuvieron el coraje. Una palabra que se puede traducir ‘coraje, ‘franqueza’, ‘libertad de hablar’, ‘no tener miedo de decir las cosas’. Es una palabra que tiene tantos significados, en el término original. La parresia, aquella franqueza. Y del temor pasaron a la ‘franqueza’, a decir las cosas con libertad”.

El Papa subrayó que “en este itinerario de la franqueza”, el “verdadero protagonista” es “precisamente el Espíritu Santo”, “porque es Él el único capaz de darnos esta gracia del coraje de anunciar a Jesucristo”:

“Y este coraje del anuncio es el que nos distingue del simple proselitismo. Nosotros no hacemos publicidad, dice Jesucristo, para tener más ‘socios’ en nuestra ‘sociedad espiritual’. Esto no sirve. No sirve, no es cristiano. Lo que el cristiano hace es anunciar con coraje y el anuncio de Jesucristo provoca, mediante el Espíritu Santo, ese estupor que nos hace ir adelante”.

El verdadero protagonista de todo esto –reafirmó el Santo Padre– es el Espíritu Santo. Cuando Jesús habla acerca de “nacer de nuevo”, nos hace entender que es “el Espíritu quien nos cambia, que viene de cualquier parte, como el viento, del que sentimos su voz”. Y prosiguió explicando que “sólo el Espíritu es capaz de cambiarnos nuestra actitud”, de “cambiar la historia de nuestra vida, cambiar nuestra pertenencia”.

Es el Espíritu, afirmó, “el que esta fuerza a estos hombres sencillos y sin instrucción” como Pedro y Juan, “esta fuerza de anunciar a Jesucristo hasta el testimonio final: el martirio”:

“El camino del coraje cristiano es una gracia que da el Espíritu Santo. Si no está el Espíritu, nosotros podemos hacer tantas cosas, tanto trabajo, pero no sirve para nada”.

La Iglesia después de Pascua –añadió el Papa– “nos prepara a recibir al Espíritu Santo”. Por esta razón, concluyó Francisco, ahora, “en la celebración del misterio de la muerte y de la Resurrección de Jesús, podemos recordar toda la historia de la Salvación” y “pedir la gracia de recibir al Espíritu para que nos de el coraje verdadero para anunciar a Jesucristo”
 
Fuente: AICA

Mons. Aguer: “Consumismo: envidia y falta de solidaridad

En su semanal reflexión televisiva en el programa “Claves para un Mundo Mejor”, que se emite los sábados por canal 9 a las 9, el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, afirmó este último sábado que “el consumismo además de ser un mecanismo de la envidia tiene también como consecuencia la falta de solidaridad”.

Señaló que “el consumismo es una exageración del consumo” y por eso suele definirlo así: “el consumismo es comprar lo que no necesitamos con la plata que no tenemos. Por eso digo que es una exageración y, en el fondo, es una insensatez que nos puede hacer caer en líos pavorosos”.

Luego comentó que consideraba que “tiene mucho que ver con esa especie de globalización de todo. Hablamos muchas veces de la globalización pero también está la globalización del consumo. Consumimos un montón de cosas que son necesarias y eso no está mal pues ustedes van al supermercado o adonde sea y compran lo que necesitan. Pero cuando el consumo deja de ser algo normal, algo plenamente humano, cuando exageramos y compramos lo que no necesitamos con la plata que no tenemos, caemos en el consumismo”.

El arzobispo de La Plata observó que “la envidia juega mucho en el consumismo ya que muchas veces se produce un mecanismo envidioso cuando pensamos: ¿por qué no voy a tener yo lo que tiene el vecino? Así se puede llegar a perder el control y caer en el consumismo”.

Sostuvo que es un “fenómeno que se da en todos los niveles”, que quien sufre en primer lugar es “el consumidor” y “lo contrario del consumismo es la sobriedad que significa moderación, humanidad en definitiva, es consumir aquello que necesitamos y no dejarnos atrapar por ese mecanismo que se convierte, en muchos, en una manía. Hay gente maniática para consumir”.

Mons. Héctor Aguer manifestó que en el consumismo “además de la envidia también nos lleva a perder de vista la solidaridad que es una de las dimensiones fundamentales de la existencia humana”.

“El consumista maniático no piensa en el vecino, no piensa en los más necesitados, no piensa en aquellos hermanos nuestros que viven en la pobreza extrema y en la miseria. Gasta, gasta y gasta en cosas que no son necesarias y, muchas veces, quiere tener lo último de lo último sin fijarse que mucha gente está padeciendo porque no recibe de ningún lado la ayuda que necesita por lo menos para vivir dignamente, para vivir humanamente”.

En el final explicó que decía estas cosas para que no se “incurra en el consumismo” y para ponernos “en contra del consumismo y a favor de la solidaridad”.
 
Fuente: AICA