jueves, 17 de mayo de 2012

Catequesis papal: “No hay grito humano que Dios no escuche”

Ciudad del Vaticano, 16 May. 12 (AICA) En la audiencia general de los miércoles, celebrada hoy en la Plaza de San Pedro, ante más de 11.000 personas, el papa Benedicto XVI anunció que dedicará las próximas catequesis al tema de la oración en las Cartas de San Pablo, que las inicia y termina siempre con una plegaria y que, en su epistolario, nos dejó una rica gama de formas de orar. El Santo Padre explicó que el Apóstol de las Gentes quiere que entendamos que la oración “no es una obra buena hecha a Dios, una acción nuestra, sino ante todo un don, fruto de la presencia viva y vivificante del Padre y de Jesucristo en nosotros”.

Cuando rezamos, sentimos “nuestra debilidad, nuestro ser criaturas, porque nos encontramos ante la omnipotencia y la trascendencia de Dios y percibimos nuestros límites y la necesidad de confiar cada vez más en Él”. Es entonces cuando “el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra incapacidad y nos guía al dirigirnos a Dios”. Así, la oración es sobre todo “la acción del Espíritu Santo en nuestra humanidad, que se hace cargo de nuestra debilidad y nos transforma de personas ligadas a la realidad material en personas espirituales”.

Entre las repercusiones de la acción del Espíritu de Cristo como principio interno de todas nuestras obras, el Santo Padre observó, en primer lugar, que “la oración animada por el Espíritu nos da la posibilidad de abandonar y superar toda forma de miedo o de esclavitud, viviendo la verdadera libertad de los hijos de Dios”. Otra consecuencia es que “la relación con Dios llega a ser tan profunda que no se ve afectada por ningún hecho o situación.

Entendemos que la oración no nos libra de las pruebas ni de los sufrimientos, pero podemos vivirlos en unión con Cristo, con sus sufrimientos, en la perspectiva de participar también en su gloria”. “Muchas veces -dijo el Papa- pedimos a Dios que nos libre del mal físico y espiritual y sin embargo, a menudo tenemos la impresión de que no nos escucha y corremos el riesgo de desanimarnos y no perseverar. En realidad, no hay ningún grito humano que Dios no escuche.”

“La respuesta de Dios Padre a su Hijo no fue la liberación inmediata del sufrimiento, de la cruz, de la muerte: a través de la cruz y de la muerte, Dios respondió con la Resurrección”.

Por último, “la oración del creyente también se abre a la dimensión de la humanidad y de la creación entera, no se queda encerrada en sí misma: se abre para compartir los sufrimientos de nuestro tiempo. Se convierte así en canal de esperanza para toda la creación y expresión del amor de Dios que se derrama en nuestros corazones por medio del Espíritu”.


El apóstol, finalizó el Santo Padre, nos enseña que cuando rezamos “tenemos que abrirnos a la presencia y la acción del Espíritu Santo para que nos lleve a Dios con todo nuestro corazón y todo nuestro ser. El Espíritu de Cristo se convierte en la fuerza de nuestra oración 'débil', en la luz de nuestra oración 'apagada', enseñándonos a vivir, enfrentándonos a las pruebas de la existencia, de la certeza de que no estamos solos, abriéndonos a los horizontes de la humanidad y de la creación 'que gime y sufre con dolores de parto'“.




Fuente. AICA

miércoles, 16 de mayo de 2012

En el amor de Cristo se forja una comunidad de amor

Puerto Iguazú (Misiones), 15 May. 12 (AICA) “Al amor cristiano lo llamamos también `caridad´ y la `caridad´ procede de Dios”, manifestó el obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, al comienzo de la homilía del último domingo.

“El amor divino precede a todo amor humano y se adelanta a toda acción humana: en esto está el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó primero”, aseguró el prelado y añadió que “el hombre por sí solo no es capaz de amar, al menos con el amor cristiano. Es Dios quien amándolo le da no solamente la existencia sino que además le perdona su pecado entregándole en su Hijo Jesús la plenitud del amor”.

“Dios – dijo el obispo- coloca el sello de su amor en el corazón del hombre y por la acción del Espíritu Santo lo conduce en Cristo a amar a los demás con ese amor que siempre construye y edifica la vida, un amor casi inentendible por los hombres, pues es donación total de todo el ser a amigos y enemigos, a todos, inclusive a los que nunca le retribuirán ese gesto de amor”.

“Jesús nos ama, con el amor con que es amado por su Padre y quiere que sus discípulos se amen entre sí, con el mismo amor con el que nos amó. Así nos convertimos en sus amigos. Somos amigos del Señor por el amor que nos profesamos. Y ante esto deberíamos preguntarnos: ¿cómo ha de ser este amor?”, afirmó el pastor de Puerto Iguazú.

Monseñor Martorell señaló que en el amor de Cristo forjamos una comunidad de amor, distinta a todas las demás “pues todos llegamos a ser hermanos viviendo los unos para los otros, rompiendo todo egoísmo y personalismo y teniendo principios fundados en el amor cristiano que nos permite llevar al mundo un mensaje permanente de amor y esperanza”.

El prelado llamó a cristianizar al “mundo relativista, sin principios permanentes, sin Dios, sin familia, sin patria. Un mundo globalizado que se comunica sólo en el dinero y en los males que destruyen el espíritu y el cuerpo del hombre” y agregó que “debemos llevar un mensaje renovado en el amor y en la esperanza cristiana que no pasan. Y sólo quien vive en el amor, puede dar al mundo el fruto precioso del amor y amar con la medida de Jesús”. 
Fuente: AICA