viernes, 30 de septiembre de 2011

Benedicto XVI: Enseñanos a orar IX

BENEDICTO XVI

AUDIENCIA GENERAL

Castelgandolfo
Miércoles 10 de agosto de 2011


El hombre en oración (9)

El “oasis” del espíritu

Queridos hermanos y hermanas:

En cada época, hombres y mujeres que consagraron su vida a Dios en la oración —como los monjes y las monjas— establecieron sus comunidades en lugares particularmente bellos, en el campo, sobre las colinas, en los valles de las montañas, a la orilla de lagos o del mar, o incluso en pequeñas islas. Estos lugares unen dos elementos muy importantes para la vida contemplativa: la belleza de la creación, que remite a la belleza del Creador, y el silencio, garantizado por la lejanía respecto a las ciudades y a las grandes vías de comunicación.

El silencio es la condición ambiental que mejor favorece el recogimiento, la escucha de Dios y la meditación. Ya el hecho mismo de gustar el silencio, de dejarse, por decirlo así, «llenar» del silencio, nos predispone a la oración. El gran profeta Elías, sobre el monte Horeb —es decir, el Sinaí— presencia un huracán, luego un terremoto, y, por último, relámpagos de fuego, pero no reconoce en ellos la voz de Dios; la reconoce, en cambio, en una brisa suave (cf. 1 R 19, 11-13). Dios habla en el silencio, pero es necesario saberlo escuchar. Por eso los monasterios son oasis en los que Dios habla a la humanidad; y en ellos se encuentra el claustro, lugar simbólico, porque es un espacio cerrado, pero abierto hacia el cielo.

Mañana, queridos amigos, haremos memoria de santa Clara de Asís. Por ello me complace recordar uno de estos «oasis» del espíritu apreciado de manera especial por la familia franciscana y por todos los cristianos: el pequeño convento de San Damián, situado un poco más abajo de la ciudad de Asís, en medio de los olivos que descienden hacia Santa María de los Ángeles. Junto a esta pequeña iglesia, que san Francisco restauró después de su conversión, Clara y las primeras compañeras establecieron su comunidad, viviendo de la oración y de pequeños trabajos. Se llamaban las «Hermanas pobres», y su «forma de vida» era la misma que llevaban los Frailes Menores: «Observar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo» (Regla de santa Clara, I, 2), conservando la unión de la caridad recíproca (cf. ib., X, 7) y observando en particular la pobreza y la humildad vividas por Jesús y por su santísima Madre (cf. ib., XII, 13).

El silencio y la belleza del lugar donde vive la comunidad monástica —belleza sencilla y austera— constituyen como un reflejo de la armonía espiritual que la comunidad misma intenta realizar. El mundo está lleno de estos oasis del espíritu, algunos muy antiguos, sobre todo en Europa, otros recientes, otros restaurados por nuevas comunidades. Mirando las cosas desde una perspectiva espiritual, estos lugares del espíritu son la estructura fundamental del mundo. Y no es casualidad que muchas personas, especialmente en los períodos de descanso, visiten estos lugares y se detengan en ellos durante algunos días: ¡también el alma, gracias a Dios, tiene sus exigencias!

Recordemos, por tanto, a santa Clara. Pero recordemos también a otras figuras de santos que nos hablan de la importancia de dirigir la mirada a las «cosas del cielo», como santa Edith Stein, Teresa Benedicta de la Cruz, carmelita, copatrona de Europa, que celebramos ayer. Y hoy, 10 de agosto, no podemos olvidar a san Lorenzo, diácono y mártir, con una felicitación especial a los romanos, que desde siempre lo veneran como uno de sus patronos. Por último, dirijamos nuestra mirada a la santísima Virgen María, para que nos enseñe a amar el silencio y la oración.


Fuente: www.vatican.va

martes, 27 de septiembre de 2011

Aliento del Papa hacia la unidad con los ortodoxos

Benedicto XVI en Friburgo, Alemania.
Friburgo (Alemania) , 25 Set. 11 (AICA) Benedicto XVI llegó a la ciudad de Friburgo, enclave en plena Selva Negra y conocido por su oposición a la Reforma protestante, convirtiéndose así en un importante bastión católico en la Región del Alto Rhin.

En la iglesia catedral dedicada a Nuestra Señora, el Santo Padre adoró al Santísimo Sacramento, rezó el Angelus y saludó a un grupo de religiosos y religiosas de la Región, así como a algunos enfermos. Luego, Benedicto XVI, a la salida de la catedral, saludó a la población reunida en la Plaza, y manifestó su alegría por estar con ellos en Friburgo.

Tras el encuentro con la ciudadanía de Friburgo, el Santo Padre se trasladó a su residencia, el Seminario arzobispal de Friburgo, donde mantuvo un encuentro protocolar y a puerta cerrada con el ex canciller alemán Helmut Kohl, y su esposa.

Kohl, un convencido europeísta y artífice de la reunificación alemana, iniciada con la caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989 y formalmente concluida el 3 de octubre de 1990, fue canciller federal de la Alemania reunificada hasta 1998.

Luego, en el mismo seminario arzobispal de Friburgo, el Papa mantuvo un encuentro con 15 representantes de las Iglesias Ortodoxas y Ortodoxas Orientales. “Un encuentro ‘amistoso’, dijo el Pontífice, con la Ortodoxia, la Comunidad cristiana teológicamente más cercana a nosotros”.

Actualmente, en Alemania, viven aproximadamente un millón seiscientos mil cristianos ortodoxos y ortodoxos orientales. Entre los temas de diálogo con los ortodoxos, Benedicto XVI subrayó el del Primado del Papa.

"Es igualmente importante continuar el trabajo para aclarar las diferencias teológicas, porque su superación es indispensable para el restablecimiento de la plena unidad, que deseamos y por la que oramos. Hemos de continuar nuestros esfuerzos de diálogo en la cuestión del primado, para su justa comprensión”.

“Aquí las reflexiones acerca del discernimiento entre la naturaleza y la forma del ejercicio del primado, como lo hizo Juan Pablo II en la encíclica “Ut unum sint”, pueden darnos aún impulsos fructuosos".

El Papa dijo estar “contento” de los resultados obtenidos de este diálogo, que hace crecer la recíproca comprensión y el acercamiento mutuo.

Benedicto XVI auguró, en su discurso, que aumente la comunión interna en la Ortodoxia, y que se pueda celebrar el Concilio panortodoxo, pendiente desde hace casi cien años.

Este Concilio, que aún no tiene fecha prevista, fue anunciado en junio de 2010 por el Patriarca de Constantinopla, Bartolomé I, y reuniría a todas las ramas de la Ortodoxia.

Actualmente, -según una información de la agencia Zenit-, los trabajos de preparación del Concilio se encuentran en un cierto stand-by por falta de acuerdo, especialmente entre el Patriarcado de Constantinopla y el de Moscú, sobre la cuestión de la autocefalía.

Estas palabras de aliento del Papa son importantes, pues la Santa Sede considera que la celebración de este Concilio supondría un paso muy importante en el camino hacia la unidad de los cristianos.

En este sentido, consideró muy positiva la fundación de las Conferencias Episcopales Ortodoxas, allí donde estas Iglesias se encuentran en la diáspora, subrayando su alegría de que “también en Alemania el año pasado se haya dado dicho paso”.

“Que las experiencias que se viven en estas Conferencias Episcopales refuercen la unión entre las Iglesias ortodoxas y hagan avanzar los esfuerzos en favor de un concilio panortodoxo”, auguró el Papa.

“Repito lo que ya he dicho en otras ocasiones: entre las Iglesias y las comunidades cristianas, teológicamente, la Ortodoxia es la más cercana a nosotros; católicos y ortodoxos poseen la misma estructura de la Iglesia de los orígenes. Por ello, podemos esperar que no esté muy lejano el día en que de nuevo podamos celebrar juntos la Eucaristía”, añadió.

Compromiso común de los cristianos a favor de la vida
"En la actual tendencia de nuestro tiempo, en que son bastantes los que quieren, por así decir, “liberar” de Dios a la vida pública, las Iglesias cristianas en Alemania, entre las cuales están también los cristianos ortodoxos y ortodoxos orientales, fundado en la fe en el único Dios y Padre de todos los hombres, caminan juntas por la senda de un testimonio pacífico para la comprensión y la comunión entre los pueblos".

La fe en Dios, creador de la vida, y el permanecer absolutamente fieles a la dignidad de cada persona -afirmó el Santo Padre- fortalece a los cristianos para oponerse con ardor a cualquier intervención que manipule y seleccione la vida humana.

"Por otra parte, conociendo como cristianos el valor del matrimonio y de la familia, nos preocupa, porque es importante, preservar de toda interpretación errónea la integridad y la singularidad del matrimonio entre un hombre y una mujer. En este sentido, el compromiso común de los cristianos, entre los que se encuentran numerosos fieles ortodoxos y ortodoxos orientales, ofrece una contribución valiosa a la edificación de una sociedad con futuro, en la cual se dé el debido respeto a la persona humana".
 
 
Fuente: AICA

martes, 20 de septiembre de 2011

¿Cómo sabemos si estamos verdaderamente en gracia?

Como explica Santo Tomás, el conocimiento del estado de gracia (es decir, de que nosotros poseemos la gracia santificante) puede darse de dos maneras diversas:

- O por revelación, lo cual, evidentemente, es un privile­gio particular dado a pocos.

- O por conjetura, es decir, a través de algunos signos. Y tal es el modo ordinario para alcanzar el cono­cimien­to de la gracia.

Dice el Catecismo: 'La gracia, siendo de orden sobrenatural, escapa a nuestra experiencia y sólo puede ser conocida por la fe. Por tanto, no podemos fundarnos en nuestros sentimientos o nuestras obras para deducir de ellos que estamos justificados y salvados. Sin embargo, según las palabras del Señor: 'Por sus frutos los conoceréis' (Mt 7,20), la consideración de los beneficios de Dios en nuestra vida y en la vida de los santos nos ofrece una garantía de que la gracia está actuando en nosotros y nos incita a una fe cada vez mayor y a una actitud de pobreza llena de confianza' (Catecismo, n. 2005)

En cuanto a los signos que nos permiten conjeturar el estado del alma, tres principales nos orientan sobre el estado de gracia:

a) El testimonio de la buena conciencia, que entra­ña: el no tener conciencia de pecado mortal; el dolor sincero de los pecados cometidos; el propósito de enmienda y el horror al pecado; el cumplimiento de los preceptos divinos; la victo­ria en las tentaciones; el amor a las virtudes y el esfuerzo por el evitar el pecado venial.

b) El deleite en las cosas divinas, es decir: el gusto por los libros santos y por la Palabra de Dios; la devoción a la Eucaristía y a la Virgen; la frecuencia de los sacramentos y la oración mental.

c) El desprecio de las cosas mundanas, que supone: no tener apego a las cosas de la tierra, el no sentir gusto en las vanidades del mundo; el huir de las ocasiones del pecado.

Sin embargo, estos signos no nos dan más que una conjetura, por eso, la Escritura nos exhorta a la vigilancia, a la perseverancia, a la oración y confianza en Dios y al esfuerzo continuo en la obra de la santificación:

-Eccl 5,5: Aun del pecado expiado no vivas sin temor, y no añadas pecados a pecados.

-Prov 20,9: ¿Quién puede decir: He limpiado mi corazón, estoy limpio de pecado?

-Sal 18.13: ¿Quién podrá conocer sus pecados? Absuélveme de los que se me oculta.

-1 Cor 4,4: Estoy cierto de que de nada me arguye la conciencia, mas no por eso me creo justificado; quien me juzga es el Señor.
 
 
Fuente: http://www.teologoresponde.com.ar

jueves, 15 de septiembre de 2011

Enséñame Señor a despertar una sonrisa para ti



Señor, quiero dejar brotar
una sonrisa para ti, y entregarme
a la vida con esperanza, porque también hoy
estaremos juntos. Estarás conmigo,
Señor, caminando este día.

Con tu amistad yo puedo enfrentar
todo lo que venga, podré ver en todo
una oportunidad, un sueño, un desafío.

Escucho tu invitación a la vida,
y quiero decirte que sí, Señor.
Aunque he vivido muchos días grises,
llenos de fracaso, hoy quiero intentarlo
una vez más.

Porque todo lo que me sucede puede ser
transformado por tu amistad.

Dame la gracia de reconocerte a mi lado,
ya que si me ayudas a verte a mi lado,
hoy será un buen día.

Enséñame a despertar esta sonrisa para ti.

Vamos, Jesús, empecemos este día,
porque contigo todo es diferente. Amén
 
 

Fuente: http://www.rcc.org.ar/ 

martes, 13 de septiembre de 2011

Encuentro del Papa con novios: “No le teman al matrimonio”

Ancona (Italia) , 12 Set. 11 (AICA) Benedicto XVI celebró un emotivo encuentro con jóvenes parejas de novios en la Piazza del Plebiscito de Ancona, con ocasión de su visita pastoral a esta ciudad italiana para clausurar el 25º Congreso Eucarístico Nacional.

El Papa mantuvo este encuentro inmediatamente después de otro en la catedral con familias y sacerdotes, en el que el Pontífice había hablado largo rato de la importancia de la familia y del matrimonio dentro de la Iglesia.

Al dirigirse a los novios, tras escuchar el testimonio de una pareja, Benedicto XVI les invitó a considerar el tiempo de noviazgo como “un camino de fe” y a no tener miedo de asumir las responsabilidades que implica el matrimonio cristiano.

El Papa expresó su alegría de concluir con este encuentro con los novios, con el tema “Te desposaré”, casi como queriendo confiar la herencia de este acontecimiento de gracia a las jóvenes vidas”.

“Por lo demás, la Eucaristía, don de Cristo para la salvación del mundo, indica y contiene el horizonte más verdadero de la experiencia que están viviendo: el amor de Cristo como plenitud del amor humano”, dijo a los jóvenes.

En este sentido, les recordó que “la experiencia del amor tiene dentro de sí la tensión hacia Dios” y les exhortó a hacer del tiempo de preparación al matrimonio “un itinerario de fe”.

“Redescubran en su vida de pareja la centralidad de Jesucristo y del caminar en la Iglesia”, les dijo. “No descuiden la importancia vital de este encuentro”; “de la Eucaristía brota el sentido cristiano de la existencia y una forma nueva de vivir ”.

“No tengan, entonces, miedo de asumir la comprometida responsabilidad de la elección conyugal; no teman entrar en este "gran misterio", en el que dos personas se hacen una sola carne”.

Valentía
El Papa reconoció que “en ciertos aspectos, el nuestro es un tiempo no fácil, sobre todo para ustedes los jóvenes”.

“La mesa está repleta de muchas cosas deliciosas, pero, como en el episodio evangélico de las bodas de Caná, parece que haya faltado el vino de la fiesta”, afirmó.

El Papa constató que “sobre todo, la dificultad de encontrar un trabajo estable extiende un velo de incertidumbre sobre el futuro. Esta condición contribuye a dejar para más adelante la asunción de decisiones definitivas, e incide en modo negativo sobre el crecimiento de la sociedad, que no consigue valorar plenamente la riqueza de energías, de competencias y de creatividad de su generación”.

“Falta el vino de la fiesta también a una cultura que tiende a prescindir de claros criterios morales”, en el que a menudo parece prevalecer “la aparente exaltación del cuerpo, que en realidad banaliza la sexualidad y tiende a hacerla vivir fuera de un contexto de comunión de vida y de amor”, prosiguió.

En este contexto, el Pontífice exhortó a los jóvenes a no perder la esperanza y a no tener miedo de afrontar los desafíos presentes en una relación seria y duradera.

“Tengan valor, también en las dificultades, permaneciendo firmes en la fe. Estén seguros de que, en toda circunstancia, son amados y custodiados por el amor de Dios, que es nuestra fuerza”, les exhortó.

El valor de la castidad
Benedicto XVI recordó a los jóvenes que el noviazgo representa “etapa única, que abre a la maravilla del encuentro y que hace descubrir la belleza de existir y de ser preciosos para alguien”.

“Todo amor humano es signo del Amor eterno que nos creó, y cuya gracia santifica la decisión de un hombre y de una mujer de entregarse recíprocamente la vida en el matrimonio”, indicó, instándoles a vivir el noviazgo “en la espera confiada de este don”.

“Solo con esta condición el lenguaje del amor seguirá siendo significativo también con el paso de los años”, comentó.

Por ello, el Papa afirmó que la convivencia prematrimonial “no es una garantía para el futuro”: “Quemar etapas acaba por 'quemar' el amor, que el cambio necesita respetar los tiempos y la gradualidad en las expresiones; necesita dar espacio a Cristo, que es capaz de hacer un amor humano fiel, feliz e indisoluble”.

Igualmente, pidió a los jóvenes que se eduquen “en la libertad de la fidelidad, que lleva a custodiarse mutuamente, hasta vivir el uno para el otro”.

“Preparense para elegir con convicción el "para siempre" que distingue al amor: la indisolubilidad, antes que una condición, es un don que debe desearse, pedirse y vivirse, más allá de cualquier situación humana cambiante”. Esta fidelidad los hará “capaces también de estar abiertos a la vida y de ser padres”.

Los novios, les recomendó por último, no deben cerrarse en “relaciones intimistas, falsamente tranquilizadoras” sino que su relación debe “convertirse en levadura de una presencia activa y responsable en la comunidad”.

“Fidelidad, indisolubilidad y transmisión de la vida son los pilares de toda familia, verdadero bien común, patrimonio precioso para toda la sociedad. Desde ahora, funde sobre ellos su camino hacia el matrimonio y den testimonio de él también a sus coetáneos: ¡es un servicio precioso!”, concluyó”.


Fuente: AICA

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Benedicto XVI: Enseñanos a orar VIII

BENEDICTO XVI

AUDIENCIA GENERAL

Castelgandolfo
Miércoles 3 de agosto de 2011


Queridos hermanos y hermanas:

Me alegra veros aquí, en la plaza, en Castelgandolfo, y reanudar las audiencias interrumpidas en el mes de julio. Quiero continuar con el tema que hemos iniciado, es decir, una «escuela de oración», y también hoy, de un modo algo diferente, sin alejarme del tema, aludir a algunos aspectos de carácter espiritual y concreto, que me parecen útiles no sólo para quien vive —en alguna parte del mundo— el período de vacaciones de verano, sino también para todos los que están comprometidos en el trabajo diario.

Cuando tenemos un momento de pausa en nuestras actividades, de modo especial durante las vacaciones, a menudo tomamos en las manos un libro que deseamos leer. Este es precisamente el primer aspecto sobre el que quiero reflexionar. Cada uno de nosotros necesita tiempos y espacios de recogimiento, de meditación, de calma… ¡Gracias a Dios es así! De hecho, esta exigencia nos dice que no estamos hechos sólo para trabajar, sino también para pensar, reflexionar, o simplemente para seguir con la mente y con el corazón un relato, una historia en la cual sumergirnos, en cierto sentido «perdernos», para luego volvernos a encontrar enriquecidos.

Naturalmente, muchos de estos libros de lectura, que tomamos en las manos en las vacaciones, son por lo general de evasión, y esto es normal. Sin embargo, varias personas, especialmente si pueden tener espacios de pausa y de relajamiento más prolongados, se dedican a leer algo más comprometedor. Por eso, quiero haceros una propuesta: ¿por qué no descubrir algunos libros de la Biblia que normalmente no se conocen, o de los que hemos escuchado algún pasaje durante la liturgia, pero que nunca hemos leído por entero? En efecto, muchos cristianos no leen nunca la Biblia, y la conocen de un modo muy limitado y superficial. La Biblia —como lo dice su nombre— es una colección de libros, una pequeña «biblioteca», nacida a lo largo de un milenio. Algunos de estos «libritos» que la componen permanecen casi desconocidos para la mayor parte de las personas, incluso de los buenos cristianos. Algunos son muy breves, como el Libro de Tobías, un relato que contiene un sentido muy elevado de la familia y del matrimonio; o el Libro de Ester, en el que esa reina judía, con la fe y la oración, salva a su pueblo del exterminio; o, aún más breve, el Libro de Rut, una extranjera que conoce a Dios y experimenta su providencia. Estos libritos se pueden leer por entero en una hora. Más comprometedores, y auténticas obras maestras, son el Libro de Job, que afronta el gran problema del dolor inocente; el Qohélet, que impresiona por la desconcertante modernidad con que pone en tela de juicio el sentido de la vida y del mundo; el Cantar de los Cantares, estupendo poema simbólico del amor humano. Como veis, todos estos son libros del Antiguo Testamento. ¿Y el Nuevo? Ciertamente, el Nuevo Testamento es más conocido, y los géneros literarios son menos variados. Pero conviene descubrir la belleza de leer un Evangelio todo seguido, y recomiendo también los Hechos de los Apóstoles o una de las Cartas.

En conclusión, queridos amigos, hoy quiero sugerir que tengáis a mano, durante el período estival o en los momentos de pausa, la sagrada Biblia, para gustarla de modo nuevo, leyendo de corrido algunos de sus libros, los menos conocidos y también los más conocidos, como los Evangelios, pero en una lectura continuada. Si se hace así, los momentos de distensión pueden convertirse no sólo en enriquecimiento cultural, sino también en alimento del espíritu, capaz de alimentar el conocimiento de Dios y el diálogo con él, la oración. Esta parece ser una hermosa ocupación para las vacaciones: tomar un libro de la Biblia, para encontrar así un poco de distensión y, al mismo tiempo, entrar en el gran espacio de la Palabra de Dios y profundizar nuestro contacto con el Eterno, precisamente como finalidad del tiempo libre que el Señor nos da.
 
Fuente: vatican.va

¡Estudien el Catecismo con pasión y constancia!



¡Estudien el Catecismo con pasión y constancia!
¡Dedíquenle tiempo!
Estúdienlo en el silencio de su cuarto,
léanlo con un amigo,
formen grupos de trabajo y redes,
intercambien opiniones en Internet.
¡De cualquier forma,
mantengan conversaciones acerca de la fe!



Benedicto XVI

jueves, 1 de septiembre de 2011

No una vida, sino dos

"Elige la vida y vivirás" (Dt. 30, 19)

Durante este Año de la Vida, hemos reflexionado sobre ella y la hemos reconocido como un regalo maravilloso que recibimos de Dios, y que hace posible todos los otros bienes humanos. También hemos observado con dolor situaciones sociales en las que no se está promoviendo el valor supremo de la vida.

Hablar de este tema, en el actual contexto nacional, tiene una significación muy concreta. En efecto, hoy la vida está muy amenazada por la droga y las diversas adicciones, la pobreza y la marginalidad en la que muchas personas viven su existencia en un estado de vulnerabilidad extrema; también la delincuencia aparece hoy en forma frecuente como atentado contra la vida.

Junto con estos peligros nos encontramos frente al planteo del aborto. Queremos afirmar con claridad: cuando una mujer está embarazada, no hablamos de una vida sino de dos, la de la madre y la de su hijo o hija en gestación. Ambas deben ser preservadas y respetadas. La biología manifiesta de modo contundente a través del ADN, con la secuenciación del genoma humano, que desde el momento de la concepción existe una nueva vida humana que ha de ser tutelada jurídicamente. El derecho a la vida es el derecho humano fundamental.

En nuestro país hay un aprecio de la vida como valor inalienable. La vida propia y ajena es para los creyentes un signo de la presencia de Dios, e incluso a quienes no conocen a Dios o no creen en Él, les permite "sospechar" la existencia de una realidad trascendente.

Valoramos las recientes medidas adoptadas respecto del cuidado de la vida en la mujer embarazada. Es absolutamente prioritario proteger a las futuras madres, en particular a las que se encuentran en estado de marginalidad social o con dificultades graves en el momento del embarazo. Los varones, que también lo hicieron posible, no deberían desentenderse.

Deseamos escuchar, acompañar y comprender cada situación, procurando que todos los actores sociales seamos corresponsables en el cuidado de la vida, para que tanto el niño como la madre sean respetados sin caer en falsas opciones. El aborto nunca es una solución.

Una decisión legislativa que favoreciera la despenalización del aborto tendría consecuencias jurídicas, culturales y éticas. Las leyes van configurando la cultura de los pueblos y una legislación que no protege la vida favorece una cultura de la muerte. La ley, en cuanto base de un ordenamiento jurídico, tiene un sentido pedagógico para la vida de la sociedad.

Invitamos a nuestros fieles laicos y a todos los ciudadanos a reflexionar y expresarse con claridad a favor del derecho a la vida humana. Lejos estamos de desear que este debate provoque más divisiones en la sociedad argentina. Solicitamos, por ello, que las expresiones vertidas sobre este tema se realicen con el máximo respeto, eliminando toda forma de violencia y de agresividad, ya que estas actitudes no están a la altura del valor y de la dignidad que promovemos.

Invocamos la protección de Dios, fuente de toda vida, para que ilumine a los legisladores. En el marco del Bicentenario, cada vida humana acogida con grandeza de corazón renueva la existencia de nuestra Patria como hogar abierto a todas y a todos.


Buenos Aires, 18 de agosto de 2011

159º Reunión de la Comisión Permanente

Conferencia Episcopal Argentina