jueves, 19 de mayo de 2011

El Papa pidió a los católicos rezar por la Iglesia en China

Ciudad del Vaticano, 18 May. 11 (AICA) Antes de finalizar la Audiencia general de esta mañana, frente a miles de peregrinos, el Santo Padre pidió rezar intensamente por la Iglesia en China y recordó que el próximo 24 de mayo se celebra la memoria litúrgica de María Auxiliadora, venerada con gran devoción en el Santuario de Sheshan en Shangái.

Dijo el Papa “Durante el tiempo pascual, la liturgia canta a Cristo resucitado de entre los muertos, vencedor de la muerte y del pecado, vivo presente en la Iglesia y en los avatares del mundo. La Buena Nueva del Amor de Dios manifestándose en Cristo, el Cordero inmolado, Buen Pastor que da la vida por los suyos, se extiende incesantemente hasta los últimos confines de la tierra y, al mismo tiempo, encuentra rechazo y obstáculos en todas las partes del mundo. Como entonces, todavía hoy, de la Cruz a la Resurrección”.

“La Iglesia en China, sobre todo en este momento, tiene necesidad de la oración de la Iglesia universal. Invito, en primer lugar, a todos los católicos chinos a continuar y a intensificar la propia oración, sobre todo a María, Virgen poderosa, pero también invitó a “todos los católicos del mundo a rezar por la Iglesia que está en China, debe ser un compromiso: aquellos fieles tienen el derecho de nuestra oración, tienen necesidad de nuestra oración”.

“Allí, como en otras partes, Cristo vive su pasión. Mientras aumenta el número de los que lo reciben como su Señor, por otros, Cristo es rechazado, ignorado o perseguido. La Iglesia en China, sobre todo en este momento, tiene necesidad de la oración de la Iglesia universal”.

Continuó el Pontífice: “Sabemos por los Hechos de los Apóstoles que, cuando Pedro estaba en la cárcel, todos rezaron con fuerza y obtuvieron que un ángel lo liberara. También nosotros hacemos lo mismo: rezamos intensamente, todos juntos, por esta Iglesia, confiados en que, con la oración, podemos hacer cualquier cosa muy real por ella”.

“Los católicos chinos, como dije muchas veces, quieren la unidad de la Iglesia universal, con el Pastor supremo, con el sucesor de Pedro. Con la oración podemos obtener para la Iglesia en China permanecer una, santa y católica fiel y firme en la doctrina y en la disciplina eclesial. Ella merece todo nuestro afecto”.

Refiriéndose al sufrimiento de los católicos chinos Benedicto XVI manifestó: “Sabemos que, entre nuestros hermanos obispos, hay algunos que sufren y son oprimidos en el ejercicio de su ministerio episcopal. A ellos, a los sacerdotes y a todos los católicos que encuentran dificultades en la libre profesión de la fe expresamos nuestra cercanía. Con nuestra oración podemos ayudarlos a encontrar el camino para mantener viva la fe, fuerte la esperanza, ardiente la caridad hacia todos e íntegra la eclesiología que hemos heredado del Señor y de los apóstoles y nos ha sido transmitida con fidelidad hasta nuestros días”.

“Con la oración podemos obtener que su deseo de estar en la Iglesia una y universal supere la tentación de un camino independiente de Pedro. La oración puede obtener, por ellos y para nosotros, la alegría y la fortaleza de anunciar y de testimoniar, con toda franqueza y sin impedimento, a Jesucristo crucificado y resucitado. El Hombre nuevo, vencedor del pecado y de la muerte”.

Y finalizó su exhortación invocando la protección maternal de la Virgen: “Con todos pido a María para que interceda para que cada uno se conforme cada vez más estrechamente a Cristo y se entregue con generosidad siempre nueva a los hermanos. A María pido que ilumine a aquellos que están en la duda, que vuelva a llamar a los descarriados, que consuele a los afligidos, que refuerce a aquellos que están seducidos por las artimañas del oportunismo. ¡Virgen María, Auxilio de los cristianos. Nuestra Señora de Sheshan, ruega por nosotros!”


Fuente: AICA

jueves, 12 de mayo de 2011

Quédate con nosotros pues el día ya declina

Homilía de monseñor Marcelo Raúl Martorell, obispo de Puerto Iguazú para el tercer domingo de Pascua
(8 de mayo de 2011)

El mismo día de Pascua Jesús bajo las apariencias de un caminante, se junta con dos discípulos que se dirigen a Emaús, iban hablando entre si de los hechos que habían sucedido en Jerusalén el viernes anterior (Lc.4, 13-35); de cómo habían crucificado a Jesús y le habían dado muerte. Ellos no le reconocen, lo ven como un simple caminante que ni siquiera se enteró de lo que había pasado, y como hace todo el mundo que anda por los caminos, se ponen a conversar con él. Recordemos que María Magdalena tampoco lo había reconocido. Ellos no lo reconocen por creer que todo había terminado para siempre, habían creído en Jesús, varón y profeta, grande en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo…Pero su condena a muerte y su crucifixión los había desilusionado. “Nosotros esperábamos que él sería quien rescataría a Israel; pero ya van tres días desde que esto ha sucedido. Saben lo que han visto las mujeres, el sepulcro vacío…pero están tristes porque ellos no lo han visto. ¡No se dan cuenta que Jesús está a su lado caminando con ellos el camino a Emaús! La idea de un Jesús político que habría asegurado la prosperidad a Israel le ha impedido reconocer a Cristo el Salvador prometido. ¿Cómo esperar salvación de quien ha muerto colgado de un madero? Jesús habla y les explica las escrituras y todo lo que los Profetas y las Escrituras habían dicho del Mesías, pero ellos prendados de sus sentidos que nada percibieron ni vieron, siguen sin reconocerlo. Quién no cree en la resurrección del Señor no puede aceptar el misterio de su muerte redentora. Los Profetas lo habían anunciado y Jesús lo había predicho; los dos discípulos lo saben y más aún el Señor está con ellos explicándole las Escrituras y todo lo que dicen sobre El; pero “ellos no creen”…A María Magdalena le había bastado escuchar su nombre para reconocer al Maestro; a ellos no le basta ni la voz, ni el largo conversar con él, ni oírle predicar las Escrituras!

De hecho muchos de nosotros podemos caminar con Jesús a nuestro lado y no reconocerle; entender lo que nos explica de las Escrituras y tener un gran conocimiento de ellas…pero no escuchar ni reconocer la voz del Señor. Muchos podemos tener un conocimiento erudito de las escrituras y de los aspectos profundos de la teología, pero no reconocer al Señor. No haber dado el “salto” entre “el conocer y el creer” y entre tanta teología saber que solo una cosa es necesaria: Creer que Jesús ha resucitado de entre los muertos y nos ha dado vida y vida en abundancia. Ni siquiera ver al Señor para creer, si la fe no nos ilumina interiormente, nada podemos hacer, por eso clamamos con los Apóstoles… “¡señor acrecienta nuestra fe!”

No obstante “sienten arder sus corazones frente a sus palabras” de allí que lo invitan a comer y estando con ellos en la mesa “tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se los dio, se les abrieron los ojos y le reconocieron”, ¿sería que los discípulos estuvieran presentes en la última cena? Nada sabemos, lo que sí sabemos que en este clima de oración y silencio Jesús se manifiesta… ¡al partir el pan! Gesto eucarístico y trascendente por los siglos en la Iglesia.

Los discípulos de Emaús habían entrado en un diálogo íntimo y profundo con el Señor y en ese clima de oración e intimidad es que Jesús se manifiesta y se da a conocer. Y la “eucaristía será el gran signo de su presencia y compañía”.

Hoy la fe de muchos creyentes, aun sacerdotes y religiosas, está fría, casi dormida, muchas veces llena de erudición, pero dormida, incapaz de transformar la vida y de llenar de gozo el corazón, esto se debe a la falta de intimidad y oración con el Señor, esa relación íntima profunda y personal, alimentada por la fe, es la que nos hace vivir la certeza de que Dios basta… Que ¡Cristo vive!

Pocos son los que niegan que Jesús ha existido y hasta admiten la historicidad de los evangelios, pero no creen en él como una persona viva y presente en sus vidas, que desea ser el compañero de camino y el huésped de sus corazones. ¿Será para nosotros la Eucaristía el banquete que nos alimenta en la vida del misterio de Cristo Muerto y Resucitado? “¡Quédate con nosotros Señor! Que brote de nuestros corazones pues tenemos la certeza de que El es la única Verdad en el tiempo y la historia.

Que la Virgen María nos lleve al conocimiento íntimo de Jesús y nos haga gozar de su presencia.



Mons. Marcelo Raúl Martorell, obispo de Puerto Iguazú

martes, 3 de mayo de 2011

Diferencia entre beatificación y canonización

Para entender cual es la diferencia entre un beato y un santo, traigo esta noticia del año 2005, cuando fueron beatificados ocho Siervos de Dios.. esta vez no por el Papa, sino por un representante:

Ciudad del Vaticano, 2 Nov. 05 (AICA) El sábado pasado, por primera vez no fue el Papa sino el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, cardenal José Saraiva Martins, quien presidió el rito de beatificación de ocho siervos de Dios. Con ese motivo, el cardenal Saraiva Martins explicó las razones teológicas de los cambios introducidos por Benedicto XVI. Lo hizo en una entrevista concedida a la revista 30 Giorni, en la que respondió también a posiciones contrarias de algunos teólogos.

Al delegar la presidencia de los ritos de beatificación en un cardenal -aclaró el Purpurado-, Benedicto XVI quiere subrayar la diferencia radical entre este pronunciamiento y el de la canonización, que implica a su Magisterio infalible.

La decisión de volver a delegar las beatificaciones, como se hacía hasta antes de Pablo VI, aclara el cardenal, se debe a la diferencia de carácter de este acto pontificio.

“Siempre hay que tener en cuenta -señaló el presidente del dicasterio- que ambos son actos pontificios, pero con las beatificaciones el Papa concede que localmente o en determinadas familias religiosas se pueda rendir culto público a un siervo de Dios; mientras que con las canonizaciones el beato es declarado santo y el culto se convierte en obligatorio para toda la Iglesia”.

En las canonizaciones “la Iglesia actúa con un pronunciamiento que tiene el carácter de decreto definitivo y preceptivo para toda la Iglesia, comprometiendo el magisterio solemne del Romano Pontífice. Mientras que en el caso de las beatificaciones esto no sucede”.

El cardenal desmiente los rumores según los cuales Benedicto XVI no querría proclamar tantos santos o beatos como Juan Pablo II.

“Hasta ahora no hay señales en este sentido”, reveló. “Nuestra Congregación tiene unas dos mil causas en lista de espera y ya están listos 400 informes -la llamada "positio"- para ser examinados. El trabajo avanza regularmente, como en los últimos años”.

Por lo que se refiere al proceso de Juan Pablo II, explica que “comenzó su fase diocesana y procede como todas las demás”, aclarando que no es una causa de martirio.

“Sólo pueden considerarse mártires quienes voluntariamente han derramado su sangre, los que han sido asesinados "por odio a la fe". No me cabe la menor duda de que Juan Pablo II, si se hubiera hallado en esas condiciones, hubiera afrontado con valentía la prueba del martirio. Pero, según los hechos, no creo que estas condiciones se hayan verificado”, aclaró. Algunas personas consideraban que su sangre derramada en la plaza de San Pedro del Vaticano con motivo del atentado ya justificaba el que fuera un mártir.

Con referencia a la causa de Pío XII, el cardenal indicó que el informe sobre sus virtudes ya concluyó. “Se espera el juicio de los teólogos y el de los cardenales reunidos en congregación ordinaria”.

Por último, reveló que la causa del arzobispo de San Salvador, monseñor Oscar Arnulfo Romero, asesinado mientras celebraba la Eucaristía, todavía no ha superado las reservas expresadas por la Congregación para la Doctrina de la Fe, motivo por el cual el proceso no sigue su curso ordinario en la Congregación para los Santos.

Fuente: AICA

Que los legisladores pidan perdón a Dios por el “matrimonio” gay

La Plata (Buenos Aires), 2 May. 11 (AICA) El proceso de beatificación de Juan Pablo II “se ha desarrollado de acuerdo a las pautas establecidas pero en un tiempo muy breve, y eso se explica porque en este caso se ha dado de un modo eximio una de las condiciones para que un cristiano acceda al reconocimiento oficial de la Iglesia: la fama de santidad”, dijo el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, en su mensaje televisivo del sábado.

Al destacar que quienes lo conocieron personalmente pudieron “observar que, efectivamente, era un hombre que vivía en una continua unión con el Señor”. En cuanto a su propia experiencia, dijo que le “impresionó siempre la preparación del Papa para la celebración de la misa y luego la prolongada acción de gracias después de celebrada la misa. Se veía que era un hombre que entraba en un ámbito de intensa oración. Era también muy notable su devoción a la Virgen María”.

También valoró su enseñanza, y destacó “cómo el magisterio de Juan Pablo II refiere todo lo que la Iglesia tenía que enseñar acerca del hombre en el mundo contemporáneo a la figura de Cristo Redentor, a la misericordia del Padre, a la presencia continua del Espíritu Santo, Señor y Dador de vida”, en un momento en el que “la Congregación para la Doctrina de la Fe tuvo que intervenir reiteradamente para corregir los errores teológicos que alteraban la fe católica y confundían a los fieles”.

“El Papa Juan Pablo II se ocupó, como todos recordamos, de cuestiones claves de la historia contemporánea -agregó-. Ejemplos son la caída de los regímenes de socialismo real, como se les llamaba; la ponderación con la cual presentó el juicio de la Iglesia en situaciones dramáticas en el escenario internacional y cómo animó, en sus viajes apostólicos, a las distintas comunidades católicas de todo el mundo. La defensa de la vida humana desde la concepción, la santidad del matrimonio y la familia, la objetividad y trascendencia de los valores morales fueron puntos clave de su enseñanza. Millones y millones de personas se reunían para escucharlo. A todos, y especialmente a los jóvenes les animó a dar un testimonio actualizado de Jesucristo”.

La delegación oficial
Por otro lado, valoró que la Argentina haya enviado una delegación oficial a la celebración y al respecto dijo lo siguiente: “He visto que la representación oficial de la Argentina es bastante numerosa. Está compuesta por un número notable de legisladores. Yo me permito, con todo respeto, deslizar una sugerencia: algunos de ellos podrían aprovechar esta circunstancia excepcional para pedir la intercesión del nuevo Beato de modo que Dios Nuestro Señor les perdone haber aprobado el año pasado en el Congreso de la Nación una ley inicua contraria a la enseñanza del Gran Pontífice, la ley que alteró la naturaleza del matrimonio en la Argentina”.

“Y todos nosotros invocaremos la protección de Juan Pablo II para que nos ayude, dentro de todas nuestras limitaciones y pobrezas, a dar un auténtico testimonio de Cristo en el mundo de hoy”, concluyó.


Fuente: AICA