viernes, 30 de julio de 2010

La Noche Oscura de la Madre Teresa de Calcuta

Gran sorpresa ha causado la publicación de la correspondencia de la Madre Teresa de Calcuta con sus directores espirituales y superiores (Madre Teresa: ven se mi luz). Allí ella expone sus dudas y el vacío espiritual que sintió por muchos años. Algunos comentaristas seculares hasta se preguntan si su canonización se verá afectada.

Creo que dicha correspondencia afectará la canonización de la Madre Teresa positivamente porque demuestra su santidad heróica. De hecho estas cartas formaron parte de los documentos estudiados para su beatificación en el año 2003 y las publica el procurador de la causa, el padre Brian Kolodiejchuk MC, director del Mother Teresa Center. El ha publicado porque han pasado 10 años del fallecimiento de la Madre y ha dicho que muchas personas se identificarán y beneficiarán de estas cartas. "La Madre Teresa siempre dijo que la mayor pobreza está en no ser amado, no ser querido, no ser cuidado -dijo el Padre Brian- Ella era solidaria con las personas que vivían todo eso porque ella misma lo vivía. La Madre Teresa vivió no solo la pobreza material sino también la pobreza espiritual" (Our Sunday Visitor, 2,IX,07). En 1961 en una carta a las Misioneras de la Caridad, ella escribió, "Sin sufrimiento nuestro trabajo sería solo trabajo social... Toda la desolación de los pobres debe ser redimida y nosotros debemos compartir en ella".

La noche oscura encuentra sólido fundamento en las Sagradas Escrituras. Jesús nos dice "Esforzaos por entrar por la puerta estrecha" (Ver también I Pedro 4:13). Muchísimos santos han contado sobre sus propias experiencias similares a las de la Madre Teresa. Entre ellos San Benito, San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Avila, San Juan María Vianney y San Vicente de Paul. Santa Teresita del Niño Jesús, como la Madre Teresa, tuvo una noche oscura tan intensa que era tentada con dudas sobre la existencia de Dios. Sin embargo ambas permanecieron fieles aun en la mayor desolación interior. San Juan de la Cruz llamó a la experiencia "noche oscura del alma". Durante la noche oscura la persona participa de la experiencia de abandono de Dios que sufrió el propio Jesús en su pasión (Cf. Mateo 27:46). Dios purifica la fe de todo apego a los sentidos, haciéndola mucho mas fuerte y profunda. En realidad Dios está presente aunque no se sienta. San Pablo de la Cruz y Santa Juana de Chantal sufrieron mas de 40 años de noche oscura.

San Columbano, siglo VI, escribe: "Que no falten en mí esas heridas, Señor. Dichosa el alma que está así herida de amor. Ésa va en busca de la fuente. Ésa va a beber. Y, por más que bebe, siempre tiene sed. Siempre sorbe con ansia, porque siempre bebe con sed. Y, así, siempre va buscando con amor, porque halla la salud en las mismas heridas. Que se digne dejar impresas en lo más íntimo de nuestras almas esas saludables heridas el compasivo y bienhechor médico de nuestras almas, nuestro Dios y Señor Jesucristo, que es uno con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén."

Muchos de los santos que he mencionado eran bien conocidos y amados por la Madre Teresa de Calcuta. La Madre Teresa sabía que para el cristiano lo importante no es evitarse sufrimientos sino amar cueste lo que cueste. Ella logró vivir lo que enseñaba: "Hagamos algo bello para el Señor". Su noche oscura no se puede separar del contexto de toda su vida y enseñanza. Ver Madre Teresa de Calcuta

¿Como es posible que La Madre Teresa tuviese dudas, períodos de depresión y desolación espiritual?. Chuck Colson tiene una buena respuesta: "Cuando tu luchas con el demonio envuelto en miseria humana, puedes tener una buena razón para deprimirte. Lo se por los años que he trabajado en las cárceles. Hay muchas veces que te preguntas "¿Donde está Dios?". Estar deprimido en esas situaciones demuestra que eres humano. Ser capaz de seguir adelante a pesar de todo demuestra la presencia de la mano de Dios.

La experiencia de la Madre Teresa es incomprensible para los que fundamentan sus vidas en sus sentimientos y estado de ánimo. Si los sentimientos le faltan al hombre moderno se siente perdido. Por eso hay tantos fracasos en los matrimonios. Dicen "Ya no siento lo mismo por ella". En cambio, la fe cristiana se fundamenta en Cristo, la verdad suprema que se vive según una alianza de amor con compromisos concretos. A veces los sentidos ayudan, otras veces no. Hay tiempos buenos y malos; salud y enfermedad. El cristiano es como un piloto que se entrena a navegar para no depender de sus sentidos, porque sabe que habrá veces en que tendrá que volar en medio de la tormenta, sin ver nada. La Madre Teresa de Calcuta será en adelante un gran consuelo para tantos que navegan en la oscuridad y desean mantenerse fieles al Señor. Ella fue admirablemente consecuente a la verdad y el amor, aunque en su alma sintiese desolación.

Quizás la Madre Teresa no se diera cuenta del alto grado de santidad a que llegó en este mundo. Dios la protegió por su humildad y posiblemente gran parte de esa protección fue por medio de la misma noche oscura que tanto la hizo sufrir.

El ateo Christopher Hitchens opina que las cartas de la Madre Teresa demuestran que ella se dio cuenta de que "la religión es una fabricación humana''. El Sr. Hitchens ignora que la naturaleza del sufrimiento de la Madre Teresa es de anhelo por el amado. Ella sentía profundamente la ausencia de Dios precisamente porque creía en El y lo deseaba. Lo deseaba porque lo había conocido. Actuó según esa fe mucho mas allá de cualquier sentir o no sentir. El ateo no anhela en su alma a Dios ni sufre por su ausencia. El día que lo haga dejaría de ser ateo.



Autor: Padre Jordi Rivero | Fuente: http://www.corazones.org

jueves, 29 de julio de 2010

El consejo de Cristo a Marta


Yendo Jesús de camino, pasó por un pueblo. Parece que Jesús siempre va de paso, pero siempre va por algo, siempre nos enseña algo. En ese pueblo una mujer llamada Marta lo acoge en su casa. Mientras ella trajina para atender lo mejor posible a aquel huésped tan ilustre, una hermana suya, llamada María, se coloca a los pies de Cristo para escucharle. Marta se impacienta y le reclama a Cristo la tranquilidad de su hermana. Cristo aprovecha aquella situación para decirle a Marta con enorme cariño que en la vida realmente sólo hay una cosa importante y que María ha elegido lo mejor. La confianza que trasmite esta escena indica que la amistad de Cristo con aquellas hermanas era total. El Señor debió pasar muchos momentos con aquellos hermanos. Después nos contará el Evangelio que realizará con Lázaro uno de los milagros más grandes de los que realizó. En esta escena podemos descubrir cómo la vida humana tiene un sentido y cuál es realmente ese sentido.


¿Cuál es el sentido de la vida humana? Es ésta una pregunta que todos nos hacemos cuando vemos que no podemos lograr todo lo que queremos, cuando vemos que muere una persona en el inicio mismo de su vida, cuando contemplamos el sufrimiento de tantos seres humanos por culpa del egoísmo de los hombres, cuando vemos la desesperación de tantas personas ante el sufrimiento propio o de un ser querido. Y la realidad es que no podemos aceptar que todo se reduzca a nacer, vivir si es que se puede llamar vivir a muchas vidas, para terminar en la nada. El ser humano debe tener un fin más allá de las cosas que hace o que ve.

Marta representa para nosotros una forma de vivir. "Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola". Impresiona el cariño de Jesús por aquella mujer que se desvivía por atenderle y procurarle bienestar. El hecho de repetir dos veces su nombre es señal de cariño, de ternura y de reconocimiento a su labor. Pero Jesús quiere prevenirla contra un gran escollo de la vida: el vivir sin más, el irse tragando los días sin ver en el horizonte, el hacer muchas cosas, pero no preocuparse de lo más importante.


Marta es el símbolo de una humanidad que ha dado prioridad al hacer o al tener sobre el ser, a la eficacia sobre lo importante, a la inmanencia sobre la trascendencia. Marta somos cada uno de nosotros cuando en el día al día decimos: "No tengo tiempo para rezar". "No tengo tiempo para formarme". "No tengo tiempo para pensar". "No tengo tiempo para Dios". Basta asomarse a la calle y a las casas para ver cuánto se hace, cómo se corre, cómo se vive. Pareciera que estamos construyendo la ciudad terrena o que hubiera que terminar cada día algo que mañana hay que volver a empezar.

El consejo de Cristo a Marta, santa después al fin y al cabo, está lleno de afecto, de afecto del bueno. La invita a tomarse la vida de otra forma, a respirar, a vivir serenamente, a preocuparse más de las cosas del espíritu. Ahí va a encontrar la paz y la tranquilidad. Le enseña a construir el presente mirando a la eternidad, pues así aprenderá el verdadero valor de las cosas. Sin duda, Marta aprendió aquella lección y, sin dejar de ser la mujer activa y dinámica que era, en adelante su corazón se aficionó más a lo verdaderamente importante. Marta, por medio de Cristo, había comprendido que la vida tiene un sentido, que el fin del hombre está por encima de las cosas cotidianas.



Autor: P. Juan J. Ferrán LC | Fuente: Catholic.net

San Agustin: Grande eres Señor

Grande eres, Señor, y laudable sobre manera; grande es tu poder, y tu sabiduría no tiene numero. ¿Y pretende alabarte el hombre, pequeña parte de tu creación, y precisamente el hombre, que, revestido de su mortalidad, lleva consigo el testimonio de su pecado y el testimonio de que resistes a los soberbios? Con todo, quiere alabarte el hombre, pequeña parte de tu creación. Tú mismo le excitas a ello, haciendo que se deleite en alabarte, porque nos has hecho para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en Ti. Amen.

jueves, 8 de julio de 2010

Lo "fácil" de la oración

Ayer recordábamos las tres normas para predicar o dar catequesis: rezar, estudiar y amar. ¡Qué buena síntesis!

Tal vez alguien -de los "superocupados", de los que son "muy pastorales ellos"- pensará que lo de "orar" no es para tanto, ni es tan importante: lo importante son las reuniones, el estar en el bar para estar con la gente, organizar una "chocolatada" y un teatrito... y verán pérdida de tiempo tanto el estudiar como el orar. Una lástima, claro, porque luego se nota y repercute en todo.

Centrémonos hoy en un punto: la oración. ¿Tan difícil es? ¿Nos cuesta tanto conversar con Cristo en el Sagrario? ¿Tanta "pastoral" hay que luego no hay tiempo de estar "con el Señor de toda pastoral", con el Buen Pastor?

Pues para todos vendrá bien -empecemos por los sacerdotes "tan pastoralistas"- la sencillez de la oración.


"¿No es cosa difícil? ¿No está vedado a los rudos, a los ocupados, a los activos? ¿No es de sólo los escogidos o de los moradores de los claustros? ¿No ha menester estudios o preparativos prolijos? ¿Cómo se ora?...

La simple exposición de esos cuadros convencerá a los que los contemplen de dos cosas: la primera, que el orar es hablar a Dios con el corazón, y, por tanto, cosa sumamente fácil y al alcance de todos, ilustrados y rudos, mayores y chicos, buenos y malos, pues todos tienen boca y corazón; y la segunda, que toda oración se compone de dos elementos: uno humano, el conocimiento de nuestra indigencia absoluta en cuanto al alma y en cuanto al cuerpo, y otro divino, la fe y la confianza sobrenaturales en el amor misericordioso y omnipotente de Dios que quiere y puede y ha prometido socorrer nuestra indigencia; o, más breve: oración es la fe y la confianza poniendo en comunicación y en curación la gran miseria humana con la gran misericordia divina.

Eso es toda oración: la miseria de rodillas, con las manos extendidas y la boca abierta, ante la Misericordia omnipotente del Corazón de Dios. Ésa es, en la esencia, la oración del santo más contemplativo como la del cristiano más vulgar e interesado
”.


Beato D. Manuel González, Oremos en el Sagrario,
en O.C., Vol. I, nn. 892-893.

Fuente: http://corazoneucaristicodejesus.blogspot.com

miércoles, 7 de julio de 2010

¿Hay oraciones no escuchadas?

Hemos rezado, hemos suplicado, hemos invocado la ayuda de Dios. Por un familiar, por un amigo, por la Iglesia, por el párroco, por los agonizantes, por la patria, por los enemigos, por los pobres, por el mundo entero.

También hemos pedido por las propias necesidades: para vencer un pecado que nos debilita, para limpiar el corazón de rencores profundos, para conseguir un empleo, para descubrir cuál sea la Voluntad de Dios en nuestra vida.

Escuchamos o leemos casos muy hermosos de oraciones acogidas por Dios. Un enfermo que se cura desde las súplicas de familiares y de amigos. Un pecador que se convierte antes de morir gracias a las oraciones de santa Teresa del Niño Jesús y de otras almas buenas. Una victoria “política” a favor de la vida después de superar dificultades que parecían graníticas.

Pero otras veces, miles, millones de personas, sienten que sus peticiones no fueron escuchadas. No consiguen que Dios detenga una ley inicua que permitirá el aborto de miles de hijos. No logran que se supere una fuerte crisis ni que encuentren trabajo tantas personas necesitadas. No llevan a un matrimonio en conflicto a superar sus continuos choques. No alcanzan la salud de un hijo muy querido que muere ante las lágrimas de sus padres, familiares y amigos.

En el Antiguo Testamento encontramos varios relatos de oraciones “no escuchadas”. Uno nos presenta al pueblo de Israel antes de una batalla con los filisteos. Tras una primera derrota militar, Israel no sabía qué hacer. Decidieron traer al campamento el Arca de la Alianza. Los filisteos temieron, pero optaron por trabar batalla, y derrotaron a los judíos. Incluso el Arca fue capturada (cf. 1Sam 4,1-11).

Otro relato es el que nos presenta cómo el rey David suplica y ayuna por la vida del niño que ha tenido tras su adulterio con Betsabé. El hijo, tras varios días de enfermedad, muere, como si Dios no hubiera atendido las oraciones del famoso rey de Israel (cf. 2Sam 12,15-23).

El Nuevo Testamento ofrece numerosos relatos de oraciones escuchadas. Cristo actúa con el dedo de Dios, y con sus curaciones y milagros atestigua la llegada del Mesías. Por eso, ante la pregunta de los enviados de Juan el Bautista que desean saber si es o no es el que tenía que llegar, Jesús responde: “Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!” (Lc 7,22-23).

Pero también leemos cómo la oración en el Huerto de los Olivos, en la que el Hijo pide al Padre que le libre del cáliz, parecería no haber sido escuchada (cf. Lc 22,40-46). Jesús experimenta así, en su Humanidad santa, lo que significa desear y pedir algo y no “conseguirlo”.

Entonces, ¿hay oraciones que no son escuchadas? ¿Es posible que Jesús nos haya enseñado que si pedimos, conseguiremos (cf. Lc 11,1-13), pero luego vemos que las cosas suceden de una manera muy distinta?

En la carta de Santiago encontramos una pista de respuesta: “Pedís y no recibís porque pedís mal, con la intención de malgastarlo en vuestras pasiones” (Sant 4,3). Esta respuesta, sin embargo, sirve para aquellas peticiones que nacen no de deseos buenos, sino de la avaricia, de la esclavitud de las pasiones. ¿Cómo puede escuchar Dios la oración de quien reza para ganar la lotería para vivir holgadamente y con todos sus caprichos satisfechos?

Pero hay muchos casos en los que pedimos cosas buenas. ¿Por qué una madre y un padre que rezan para que el hijo deje la droga no perciben ningún cambio aparente? ¿Por qué unos niños que rezan un día sí y otro también no logran que sus padres se reconcilien, y tienen que llorar amargamente porque un día se divorcian? ¿Por qué un político bueno y honesto reza por la paz para su patria y ve un día que la conquistan los ejércitos de un tirano opresor?

Las situaciones de “no escucha” ante peticiones buenas son muchísimas. El corazón puede sentir, entonces, una pena profunda, un desánimo intenso, ante el silencio aparente de un Dios que no defiende a los inocentes ni da el castigo adecuado a los culpables.

Hay momentos en los que preguntamos, como el salmista: “¿Se ha agotado para siempre su amor? / ¿Se acabó la Palabra para todas las edades? / ¿Se habrá olvidado Dios de ser clemente, / habrá cerrado de ira sus entrañas?” (Sal 77,9-11).

Sin embargo, el “silencio de Dios” que permite el avance aparente del mal en el mundo, ha sido ya superado por la gran respuesta de la Pascua. Si es verdad que Cristo pasó por la Cruz mientras su Padre guardaba silencio, también es verdad que por su obediencia Cristo fue escuchado y ha vencido a la muerte, al dolor, al mal, al pecado (cf. Heb 5,7-10).

Nos cuesta entrar en ese misterio de la oración “no escuchada”. Se trata de confiar hasta el heroísmo, cuando el dolor penetra en lo más hondo del alma porque vemos cómo el sufrimiento hiere nuestra vida o la vida de aquellos seres que más amamos.

En esas ocasiones necesitamos recordar que no hay lágrimas perdidas para el corazón del Padre que sabe lo que es mejor para cada uno de sus hijos. El momento del “silencio de Dios” se convierte, desde la gracia de Cristo, en el momento del sí del creyente que confía más allá de la prueba.

Entonces se produce un milagro quizá mayor que el de una curación muy deseada: el del alma que acepta la Voluntad del Padre y que repite, como Jesús, las palabras que decidieron la salvación del mundo: “no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22,42).



Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net

martes, 6 de julio de 2010

3 normas para predicar o dar catequesis o cursillos

El diario de la Santa Sede se ha hecho eco de la publicación de un manuscrito del Papa Pablo VI, fechado en 1969, publicado a su vez por “Noticiario” del Instituto Bresciano. Se trata de unos apuntes del Papa con tres reglas de oro para la predicación, todo un tesoro de sabiduría de la inteligencia y del corazón que pueden ser bien útiles. Este es el texto traducido:

Para la predicación es necesario:

1.- REZAR: Es decir, una preparación interior de fe, de hacer hacia Dios, de invocación humilde, muy humilde y confiada en la asistencia del Espíritu Santo, “sermonem dictans gutturi”.

2.- ESTUDIAR: Es decir, saber bien de lo que se debe hablar; estudiar la Palabra de Dios y su interpretación teológica ortodoxa; estudiar las cuestiones humanas a las que se refiera predicación, que no de debe ser empírica, aproximativa, impresionista y superficial, sino sencilla y llana.

3.- AMAR. Es necesario tener en la voluntad un verdadero interés por el bien de aquellos a quienes se habla, una simpatía, un afecto, una amor hacia quienes van a escuchar la predicación”.


Aplíquese esto al orden de la Palabra en la Iglesia.
Quien por el ministerio sacerdotal ha de predicar: rezar, estudiar, amar.
Quien recibe el encargo de educar mediante la catequesis: rezar, estudiar, amar.
Quien pronuncia un curso de formación cristiana: rezar, estudiar, amar.

Porque si falla el rezar, pronunciaremos palabras que pueden estar vacías o repetirlas sin vida ni fuerza.

Porque si falla el estudiar, no se profundizará ni se dará razón de nuestra fe y esperanza, y sin solidez en la doctrina, poco se transmite.

Porque si falla el amar, no buscaremos el bien del otro sino cumplir una función encomendada y acabar cuanto antes y no encomendaremos a las personas a las que tenemos que formar.

Orar, estudiar, amar: ¡qué fina pedagogía!

Fuente: http://corazoneucaristicodejesus.blogspot.com

lunes, 5 de julio de 2010

España: Entra en vigor una ley “incompatible con la recta conciencia moral”

MADRID, lunes 5 de julio de 2010 (ZENIT.org).- Ante la entrada en vigor este lunes de la nueva Ley de aborto aprobada en España, la Conferencia Episcopal ha hecho pública una nota, este mismo día, en la que recuerda que es una ley “incompatible con la recta conciencia moral” y recuerda sus anteriores declaraciones sobre el asunto.

“Hoy entra en vigor la nueva Ley del aborto –dice la nota--. Es necesario recordar que se trata de una ley objetivamente incompatible con la recta conciencia moral --en particular, la católica- ya que, desde el punto de vista ético, empeora la legislación vigente por los siguientes motivos fundamentales”.

Primero, y sobre todo, recuerda la nota, “porque considera la eliminación de la vida de los que van a nacer como un derecho de la gestante durante las primeras catorce semanas del embarazo, dejando prácticamente sin protección alguna esas vidas humanas, justo en el tiempo en el que se producen la gran mayoría de los abortos”.

En segundo lugar, añade, “porque establece un concepto de salud tan ambiguo que equivale a la introducción de las llamadas indicaciones social y eugenésica como justificación legal del aborto”.

En tercer lugar, subraya, “porque impone en el sistema educativo obligatorio la ideología abortista y ‘de género’”.

Estos y otros motivos ya fueron explicados por la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal en su Declaración de 17 de junio de 2009, que la Asamblea Plenaria hizo expresamente suya en el comunicado final del 27 de noviembre de 2009.

Los obispos concluyen la Declaración con las siguientes palabras: “Hablamos precisamente en favor de quienes tienen derecho a nacer y a ser acogidos por sus padres con amor; hablamos en favor de las madres, que tienen derecho a recibir el apoyo social y estatal necesario para evitar convertirse en víctimas del aborto; hablamos en favor de la libertad de los padres y de las escuelas que colaboran con ellos para dar a sus hijos una formación afectiva y sexual de acuerdo con unas convicciones morales que los preparen de verdad para ser padres y acoger el don de la vida; hablamos en favor de una sociedad que tiene derecho a contar con leyes justas que no confundan la injusticia con el derecho”.



Fuente: Catholic.net

Proyecto de “matrimonio gay” claramente inconstitucional

Buenos Aires, 2 Jul. 10 (AICA) El doctor Guillermo Cartasso, asesor legislativo de la Comisión Episcopal de Seguimiento Legislativo, declaró hoy que "el proyecto de ley que tiene media sanción en Diputados otorgando la jerarquía matrimonial a las uniones de personas del mismo sexo es inconstitucional y eso debería ser muy tenido en cuenta por los Senadores, más cuando tanto costó a los argentinos recuperar la democracia y la vigencia de la Constitución".

El dirigente católico sostuvo que "son claras las normas de los tratados que en materia de Derechos Humanos incorporó la reforma de 1994, cuando al referirse a estos derechos para la generalidad de los casos usa vocablos genéricos como ‘personas’ o ‘seres humanos’ mientras que cuando se refiere al matrimonio hablan todos claramente de ‘hombre’ y ‘mujer’ o ‘varón’ y ‘mujer’".

El doctor Cartasso subrayó que "la inconstitucionalidad fue explicitada recientemente por la Academia Nacional de Derecho y por los prestigiosos constitucionalistas y juristas que asistieron a la audiencia pública del Senado hace menos de una semana".

"Nadie puede decir -aseguró- que, por ejemplo, Vanossi sea un militante católico o un portavoz oscurantista y sin embargo, con rigor científico, fue uno de los que argumentó la inconstitucionalidad" del proyecto que se votará previsiblemente el 14 de julio en el Senado.

El asesor legislativo mencionó a modo de ejemplo "la Convencion Americana sobre Derechos Humanos, comúnmente denominada Pacto de San José de Costa Rica, que en su artículo 17, punto 2, dice que "se reconoce el derecho del hombre y la mujer a contraer matrimonio y a fundar una familia"; la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer, que en su artículo 16, expresa que "los Estados partes adoptarán todas las medidas adecuadas para eliminar la discriminación contra la mujer en todos los asuntos relacionados con el matrimonio", para en su punto g aclarar que los mismos derechos personales se extienden "como marido y mujer, entre ellos al derecho a elegir apellido, profesión y ocupación".

También subrayó que el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que en el artículo 23 dice textual y claramente, en su punto 2, que "se reconoce el derecho del hombre y de la mujer a contraer matrimonio y a fundar una familia si tienen edad para ello".

Finalmente, el doctor Cartasso destacó la sentencia que pocos días atrás emitió la Corte Europea de Derechos Humanos en el sentido de que no legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo no implica discriminación alguna, y destacó que la Corte Europea es especialmente un espacio de "vanguardia que al emitir esa sentencia no sólo está diciendo que no aprobar el matrimonio homosexual no implica discriminación sino que la ausencia de ella implica, como es obvio, el imperio de la igualdad".

Fuente: AICA

jueves, 1 de julio de 2010

Una tarde ante el Sagrario

Cuando las personas tienen mucho que pensar, mucho que caminar, mucho que correr... andan ahí, Señor, ahí afuera. Desde aquí se oye el clamor del mundo. Ruido de coches, motocicletas, ruido de gran tráfico y ajetreo, de velocidad, de impaciencia. Hace mucho calor. Afuera todo es gran agitación, ruido de vida...y la Vida está aquí. En esta soledad, en este silencio, en esta semipenumbra, en esta quietud...

La nave desierta... Mármol, vitrales, imágenes... nada tiene vida, todo es materia muerta, solo hay algo que tiembla, que se mueve, que parpadea... es la lámpara roja del Sagrario. Está señalando que en ese silencio, en esa quietud, en esa gran paz está Dios. Un Dios que siendo el Rey de todo lo creado, está oculto tras unas cortinillas y una pequeña puerta. Silenciosa y humilde espera. Entrega y sumisa esperanza de un Dios que es todo amor. Mansedumbre infinita, paciencia de siglos... Locura de amor de un Dios enamorado de sus criaturas. Sólo a un Dios que muere por amor se le podía haber ocurrido semejante entrega.

Ahí estás, Señor, encerrado en todos los Sagrarios del mundo, desde los de oro y piedras preciosas, en las imponentes y majestuosas catedrales hasta los más humildes y simples de madera, en las iglesias perdidas de las sierras y en las casi legendarias misiones. Ahí te quedaste, Señor, paciente y sumiso, esperando. Porque los enamorados no pueden dejar a quien aman y tu te ibas a la Casa del Padre Celestial, a tu verdadero Reino con tu Madre, con los Santos, con los Ángeles...y nosotros aquí, solos, tropezando, cayendo perdiendo el CAMINO..., teniendo cada vez más lejano, más borroso, el recuerdo de tu paso por la tierra.

Pero no, te quedaste aquí, dando todo por nada; esperando, siempre esperando en tu gran locura de amor; para que sepamos que no te fuiste, que estás aquí, para ser nuestro alimento, carne de nuestra carne, sangre de nuestra sangre; para compartir nuestra alegría, para acompañarnos en nuestra soledad y nuestras penas.

¡Supremo amor de todos los amores que no pudo dejar solo al corazón del hombre porque sabía que tarde o temprano el corazón del hombre lo buscaría, lo necesitaría, lo llamaría... Y Él, sin pérdida de tiempo le daría la respuesta de amor:

- Aquí estoy, siempre me quedé contigo...nunca me fui, siempre te estoy esperando...



Autor: Ma Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net