miércoles, 26 de mayo de 2010

Carta de un misionero uruguayo en Angola al New York Times

Montevideo (Uruguay), 26 May. 10 (AICA) El sacerdote salesiano Martín Lasarte envió una carta al diario New York Times respecto a la morbosa insistencia sobre los sacerdotes pedófilos, carta que el diario neoyorquino nunca publicó. La carta comienza diciendo: “Soy un simple sacerdote católico. Me siento feliz y orgulloso de mi vocación. Hace veinte años que vivo en Angola como misionero.

Y continúa: “Me da un gran dolor por el profundo mal que personas que deberían ser señales del amor de Dios, sean un puñal en la vida de inocentes. No hay palabra que justifique tales actos. No hay duda que la Iglesia no puede estar, sino del lado de los débiles, de los más indefensos. Por lo tanto todas las medidas que sean tomadas para la protección, prevención de la dignidad de los niños serán siempre de una prioridad absoluta.

“Veo en muchos medios de información, sobre todo en vuestro periódico, la ampliación del tema en forma morbosa, investigando en los detalles de la vida de algún sacerdote pedófilo. Así aparece uno de una ciudad de los Estados Unidos, de la década del 70, otro en Australia de los años 80 y así de frente, otros casos recientes… ¡Ciertamente todo condenable! Se ven algunas presentaciones periodísticas ponderadas y equilibradas, otras amplificadas, llenas de preconceptos y hasta de odio.

“Pienso que a vuestro medio de información no le interesa que yo haya tenido que transportar, por caminos minados en el año 2002, a muchos niños desnutridos desde Cangumbe a Lwena (Angola), pues ni el gobierno se disponía a hacerlo y las ONG’s no estaban autorizadas; que haya tenido que enterrar decenas de pequeños fallecidos entre los desplazados de guerra y los que han retornado; que le hayamos salvado la vida a miles de personas en Moxico mediante el único puesto médico en 90.000 kilómetros cuadrados, así como con la distribución de alimentos y semillas; que hayamos dado la oportunidad de educación en estos 10 años y escuelas a más de 110.000 niños.

“No es de interés que con otros sacerdotes hayamos tenido que socorrer la crisis humanitaria de cerca de 15.000 personas en los acuartelamientos de la guerrilla, después de su rendición, porque no llegaban los alimentos del Gobierno y de la ONU.

“No es noticia que un sacerdote de 75 años, el padre Roberto, por las noches recorra las ciudad de Luanda curando a los chicos de la calle, llevándolos a una casa de acogida, para que se desintoxiquen de la gasolina, que alfabeticen cientos de presos; que otros sacerdotes, como padre Stefano, tengan casas para los chicos que son golpeados, maltratados y hasta violentados y buscan un refugio. Tampoco que Fray Maiato con sus 80 años, pase casa por casa confortando a los enfermos y desesperados.

“No es noticia que más de 60.000 de los 400.000 sacerdotes y religiosos hayan dejado su tierra y su familia para servir a sus hermanos en una leprosería, en hospitales, campos de refugiados, orfanatos para niños acusados de hechiceros o huérfanos de padres que fallecieron con Sida, en escuelas para los más pobres, en centros de formación profesional, en centros de atención a seropositivos, o sobre todo en parroquias y misiones dando motivaciones a la gente para vivir y amar.

“No es noticia que mi amigo, el padre Marcos Aurelio, por salvar a unos jóvenes durante la guerra en Angola, los haya transportado de Kalulo a Dondo y volviendo a su misión haya sido ametrallado en el camino; que el hermano Francisco, con cinco señoras catequistas, por ir a ayudar a las áreas rurales más recónditas hayan muerto en un accidente en la calle; que decenas de misioneros en Angola hayan muerto por falta de socorro sanitario, por una simple malaria; que otros hayan saltado por los aires, a causa de una mina, visitando a su gente. En el cementerio de Kalulo están las tumbas de los primeros sacerdotes que llegaron a la región. Ninguno pasa de los 40 años.

“No es noticia acompañar la vida de un sacerdote “normal” en su día a día, en sus dificultades y alegrías consumiendo sin ruido su vida a favor de la comunidad que sirve.

“La verdad es que no procuramos ser noticia, sino simplemente llevar la Buena Noticia, esa noticia que sin ruido comenzó en la noche de Pascua. Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece.

“No pretendo hacer una apología de la Iglesia y de los sacerdotes. El sacerdote no es ni un héroe ni un neurótico. Es un simple hombre, que con su humanidad busca seguir a Jesús y servir a sus hermanos. Hay miserias, pobrezas y fragilidades como en cada ser humano; y también belleza y bondad como en cada criatura.

“Insistir en forma obsesionada y persecutoria en un tema perdiendo la visión de conjunto crea verdaderamente caricaturas ofensivas del sacerdocio católico con la cual me siento ofendido.

“Sólo le pido, amigo periodista, que busque la Verdad, el Bien y la Belleza. Eso lo hará noble en su profesión”.

Firma: Padre Martín Lasarte, misionero uruguayo en Angola.
 
Fuente: AICA

Confesión

¿Qué efectos produce el pecado? 
Resumiendo lo que se dice en el tema sobre el pecado, los efectos del pecado son dos:
  • Inclinación de la voluntad hacia el mal cometido.
  • Alejamiento de Dios. Esta separación del Señor puede ser menor -pecados veniales o leves- o llegar a perder la vida sobrenatural y la gracia -pecados graves o mortales-. 
¿Ejemplos de pecados veniales o leves?  
Además de los actos graves realizados inadvertidamente, hay muchos ejemplos de pecados veniales: una mentira, algo de pereza, una falta de respeto o de caridad, murmuraciones o burlas, dejadez en las oraciones, excesos en la comida y en la comodidad, gastos superfluos, etc.

¿Ejemplos de pecados mortales o graves? 
Se comete pecado mortal cuando conscientemente se realizan actos gravemente malvados. Algunos ejemplos: insultar a Dios, faltar a la santa misa un domingo, cometer actos sexuales impuros, emborracharse o drogarse, etc.

¿Qué hacer para obtener el perdón divino? 
Para que el Señor perdone estas ofensas hay que realizar lo que el mismo Dios ha previsto. Precisamente para esto Jesucristo instituyó el sacramento de la confesión.

¿Basta confesarse a solas con Dios?  
Es bueno pedir perdón a Dios con frecuencia y el Señor puede perdonar los pecados como desee. Pero Él ha dicho que perdonará los pecados si el sacerdote los perdona y no lo hará en caso contrario: "A quienes les perdonéis los pecados, les son perdonados; a quienes se los retengáis, les son retenidos" (Jn 20, 23).

¿Qué efectos produce el sacramento de la confesión? 
Los efectos de la confesión son variados y se relacionan directamente con los efectos del pecado:
  • Corrige la inclinación desviada de la voluntad.
  • Repara el distanciamiento respecto a Dios obteniendo su perdón.
  • Recupera la dignidad del alma disminuida por el pecado.
  • Da fuerzas para vencer en las próximas tentaciones.
  • En caso de pecados mortales, la confesión devuelve la gracia y la vida sobrenatural que se habían perdido, y abre de nuevo las puertas del cielo. 
Cómo confesarse bien? 
Para confesarse se busca un sacerdote y se pide su ayuda para hacerlo bien. Se comienza diciendo el tiempo aproximado que ha pasado desde la anterior confesión. Luego se manifiestan los pecados teniendo en cuenta que deben decirse todos los pecados mortales distinguiendo unos de otros y exponiendo el número de veces aproximado que se cometieron; por ejemplo: he faltado cinco domingos a misa, me he emborrachado dos veces, etc. De los pecados veniales no es necesario precisar el número; basta decir por ejemplo: he tenido pereza, me he enfadado,...

¿Alguna condición más? 
Se trata de pedir perdón a Dios y el requisito principal es estar arrepentido; en consecuencia, habrá intención firme de no volver a cometer esos pecados.

¿Si uno piensa que volverá a caer? 
Para confesarse no se requiere adivinar el futuro, sino en el presente tener la intención firme de no pecar.

¿Es posible confesarse sólo de unos pecados, sin arrepentirse de otros? 
Es preciso arrepentirse y manifestar todos los pecados mortales, pues uno solo impide la recepción de la gracia y la curación del alma. Si se trata de pecados veniales, no es necesario abarcar todos.

¿Qué hacer después de confesarse?  
Conviene dar muchas gracias a Dios por perdonarnos una vez más. Sin el sacramento de la confesión la vida sería triste y desesperada.

Fuente: http://www.ideasrapidas.org

EL PECADO MORTAL Y EL PECADO VENIAL

Un pecado serio grave o mortal es la violación con pleno conocimiento y deliberado consentimiento de la Ley de Dios en una materia grave, por ejemplo, idolatría, adulterio, asesinato o difamación. Todas estas son gravemente contrarias al amor que debemos a Dios y por Él, a nuestro prójimo. Como enseñó Jesús al condenar hasta al que mira con malos deseos a una mujer, el pecado puede ser interior ( selección del deseo solamente ) y exterior ( selección del deseo seguido por la acción ). La persona que por su propia voluntad desea fornicar, robar, matar o cometer otro pecado grave, ya ha ofendido seriamente a Dios al escoger interiormente lo que Dios ha prohibido.

El pecado mortal se llama mortal porque es la muerte "espiritual " del alma ( separación de Dios ). Si estamos en un estado de gracia nos hace perder esta vida sobrenatural. Si morimos sin arrepentirnos, lo perdemos a Él por la eternidad. Sin embargo, si volvemos nuestro corazón a Él y recibimos el Sacramento de la Penitencia, nuestra amistad con Él queda restaurada. A los católicos no les está permitido recibir la Comunión si tienen pecados mortales sin confesar .

Los pecados veniales son pecados leves. No rompen nuestra amistad con Dios, sin embargo la afectan. Incluyen desobediencia a la Ley de Dios en materias leves ( veniales ). Si por chismes destruimos la reputación de una persona, esto es un pecado mortal. Sin embargo, los chismes normales son sobre asuntos insignificantes y solo son pecados veniales. Adicionalmente, algo que de otra manera sería un pecado mortal ( por ejemplo la calumnia ) puede ser en un caso particular solo un pecado venial. La persona puede haber actuado sin reflexionar o bajo la costumbre de un hábito. Pero, por no tener plena intención, su culpa ante Dios se ve reducida. Es bueno recordar especialmente para aquellos que están tratando de serle fieles a Dios, pero caen algunas veces, que el pecado mortal no solo debe ser 1) materia grave, sino 2) que la persona esté consciente de ello, y entonces 3 ) lo cometa libremente.

Estas dos categorías de pecado se encuentran explícitamente en las Escrituras. En el Antiguo Testamento había pecados que ameritaban la pena de muerte y pecados que se podían expiar con una ofrenda. Esta Ley ha sido nuestro pedagogo hasta Cristo, para ser justificados por nuestra fe ( Gál 3;24 ). En el Nuevo Testamento estas categorías materiales son reemplazadas por las espirituales, muerte natural por muerte eterna. Hay faltas diarias por las cuales debemos pedir diariamente perdón ( Mt 6;12 ), porque el " justo, aunque caiga siete veces se levanta" ( Pro 24;16 ), y faltas mortales que separan al pecador de Dios ( 1Co 6;9-10 ) por toda la eternidad.


Fuente: EWTN | Por : Colin B. Donovan, STL

martes, 25 de mayo de 2010

Ex modelo sorprende a Colombia con su conversión


BOGOTÁ, 25 May. 10 / 08:05 am (ACI) .- Amada Rosa Pérez llegó a ser una de las modelos de pasarela más cotizadas del país pero hace cinco años desapareció de la escena pública sin dejar rastro. Hace unas semanas volvió a ser noticia al compartir su testimonio de conversión en una entrevista concedida al diario El Tiempo.

Amada confesó que padeció una enfermedad que le quitó el 40 por ciento de la audición en el oído izquierdo y empezó a cuestionar toda su vida. "Me sentía inconforme, insatisfecha, sin rumbo, sumergida en satisfacciones pasajeras, pero siempre buscaba respuestas y el mundo jamás me las dio", indicó.

"Antes era una persona afanada, estresada, me alteraba fácilmente. Ahora vivo en paz, no me afana el mundo, disfruto cada momento que me ofrece el Señor. Voy a Misa y rezo el Santo Rosario diariamente, al igual que la coronilla de la Divina Misericordia a las 3:00 p.m. Me confieso con frecuencia ante un sacerdote", agregó.

Ahora se llama Amada Rosa de Jesús y María, es devota de la Virgen y una activista incansable de la comunidad religiosa Lazos de Amor Mariano.

Amada afirma que "ser modelo significa ser un punto de referencia, alguien cuyas actitudes son dignas de reproducir y yo me cansé de ser una modelo de superficialidad. Me cansé de un mundo de mentiras, apariencias, falsedad, hipocresía y engaños, una sociedad llena de antivalores, en la que se resalta la violencia, el adulterio, la droga, el alcohol, las peleas, un mundo que exalta las riquezas, los placeres, la inmoralidad sexual y el fraude".

"Quiero ser modelo de promoción de la verdadera dignidad de la mujer y no de su utilización comercial", concluyó.



Fuente: ACI Prensa

lunes, 24 de mayo de 2010

“No hay Iglesia sin Pentecostés ni Pentecostés sin la Virgen"

Ciudad del Vaticano, 24 May. 10 (AICA) Tras haber celebrado la Santa Eucaristía en la Basílica de San Pedro en la Solemnidad de Pentecostés, Benedicto XVI rezó el Regina Caeli con miles de peregrinos que se dieron cita en la Plaza de San Pedro, y en sus palabras introductorias recordó la necesidad que tiene la Iglesia de las efusiones del Espíritu Santo para poder cumplir su misión de anunciar el Evangelio en todo el mundo.

En sus palabras antes de la oración, el Santo Padre indicó que cincuenta días después de la Pascua, celebramos la solemnidad de Pentecostés, en la que se recuerda la manifestación de la fuerza del Espíritu Santo, que en forma de viento y fuego descendió sobre los Apóstoles reunidos en el Cenáculo y los hizo capaces de predicar con valentía el Evangelio a todas las gentes.

El misterio de Pentecostés, que nosotros identificamos con aquel acontecimiento, verdadero ‘bautismo’ de la Iglesia, no se agota en él. La Iglesia, en efecto, vive constantemente de la efusión del Espíritu Santo, sin el cual agotaría las propias fuerzas, como a una barca de vela, a la que le faltara el viento.

Benedicto XVI también dijo que Pentecostés se renueva de modo particular en algunos momentos fuertes, sean locales como universales, sea en las pequeñas asambleas como en las grandes convocatorias. Y puso como ejemplo los Concilios, en los cuales se dieron sesiones gratificadas por especiales efusiones del Espíritu Santo, y citó de manera explícita el Concilio Vaticano II. El Papa también recordó el célebre encuentro de los movimientos eclesiales con el Venerable Juan Pablo II, celebrado en Pentecostés de 1998 en la Plaza de san Pedro.

Pero la Iglesia conoce innumerables “pentecostés” que vivifican a las comunidades locales: pensemos en las Liturgias, en particular aquellas vividas en momentos especiales para la vida de la comunidad, en las que la fuerza de Dios se percibió de modo evidente infundiendo en las almas alegría y entusiasmo. Pensemos en tantos encuentros de oración, en los que los jóvenes sienten claramente la llamada de Dios a enraizar sus vidas en su amor, consagrándose totalmente a Él.

“No hay Iglesia sin Pentecostés. Y quisiera añadir: no hay Pentecostés sin la Virgen María”, afirmó el Pontífice, señalando que así fue al comienzo, en el Cenáculo, donde los discípulos “perseveraban en la oración, en compañía de algunas mujeres, y de María la madre de Jesús, y de sus hermanos”, como lo relata el Libro de los Hechos de los Apóstoles. Y así es siempre, en todo lugar y tiempo, como sucedió en Fátima, hace pocos días, de lo que doy testimonio.

“¿Qué vivió aquella inmensa multitud en la explanada del Santuario, donde todos éramos un solo corazón y una sola alma, sino un renovado Pentecostés? En medio de nosotros estaba María, la Madre de Jesús. Y esta experiencia típica de los grandes santuarios marianos –Lourdes, Guadalupe, Pompeya, Loreto– o también de los más pequeños: donde quiera que los cristianos se reúnan en oración con María, el Señor dona su Espíritu.

Benedicto XVI finalizó sus palabras diciendo que también nosotros queremos estar espiritualmente unidos a la Madre de Cristo y de la Iglesia invocando con fe una renovada efusión del divino Paráclito. “La invocamos –dijo– por toda la Iglesia, en particular, en este Año Sacerdotal, por todos los ministros del Evangelio, para que el mensaje de la salvación sea anunciado a todas las gentes.
 
Fuente: AICA

María Auxiliadora: Advocación de la Santísima Virgen

Historia de la devoción a María Auxiliadora en la Iglesia Antigua.

Los cristianos de la Iglesia de la antigüedad en Grecia, Egipto, Antioquía, Efeso, Alejandría y Atenas acostumbraban llamar a la Santísima Virgen con el nombre de Auxiliadora, que en su idioma, el griego, se dice con la palabra "Boetéia", que significa "La que trae auxilios venidos del cielo". Ya San Juan Crisóstomo, arzobispo de Constantinopla nacido en 345, la llama "Auxilio potentísimo" de los seguidores de Cristo. Los dos títulos que más se leen en los antiguos monumentos de Oriente (Grecia, Turquía, Egipto) son: Madre de Dios y Auxiliadora. (Teotocos y Boetéia). En el año 476 el gran orador Proclo decía: "La Madre de Dios es nuestra Auxiliadora porque nos trae auxilios de lo alto". San Sabas de Cesarea en el año 532 llama a la Virgen "Auxiliadora de los que sufren" y narra el hecho de un enfermo gravísimo que llevado junto a una imagen de Nuestra Señora recuperó la salud y que aquella imagen de la "Auxiliadora de los enfermos" se volvió sumamente popular entre la gente de su siglo.

El gran poeta griego Romano Melone, año 518, llama a María "Auxiliadora de los que rezan, exterminio de los malos espíritus y ayuda de los que somos débiles" e insiste en que recemos para que Ella sea también "Auxiliadora de los que gobiernan" y así cumplamos lo que dijo Cristo: "Dad al gobernante lo que es del gobernante" y lo que dijo Jeremías: "Orad por la nación donde estáis viviendo, porque su bien será vuestro bien". En las iglesias de las naciones de Asia Menor la fiesta de María Auxiliadora se celebra el 1º de octubre, desde antes del año mil (En Europa y América se celebre el 24 de mayo). San Sofronio, Arzobispo de Jerusalén dijo en el año 560: "María es Auxiliadora de los que están en la tierra y la alegría de los que ya están en el cielo". San Juan Damasceno, famoso predicador, año 749, es el primero en propagar esta jaculatoria: "María Auxiliadora rogad por nosotros". Y repite: "La Virgen es auxiliadora para conseguir la salvación. Auxiliadora para evitar los peligros, Auxiliadora en la hora de la muerte".

San Germán, Arzobispo de Constantinopla, año 733, dijo en un sermón: "Oh María Tú eres Poderosa Auxiliadora de los pobres, valiente Auxiliadora contra los enemigos de la fe. Auxiliadora de los ejércitos para que defiendan la patria. Auxiliadora de los gobernantes para que nos consigan el bienestar, Auxiliadora del pueblo humilde que necesita de tu ayuda".

La batalla de Lepanto.

En el siglo XVI, los mahometanos estaban invadiendo a Europa. En ese tiempo no había la tolerancia de unas religiones para con las otras. Y ellos a donde llegaban imponían a la fuerza su religión y destruían todo lo que fuera cristiano. Cada año invadían nuevos territorios de los católicos, llenando de muerte y de destrucción todo lo que ocupaban y ya estaban amenazando con invadir a la misma Roma. Fue entonces cuando el Sumo Pontífice Pío V, gran devoto de la Virgen María convocó a los Príncipes Católicos para que salieran a defender a sus colegas de religión. Pronto se formó un buen ejército y se fueron en busca del enemigo. El 7 de octubre de 1572, se encontraron los dos ejércitos en un sitio llamado el Golfo de Lepanto. Los mahometanos tenían 282 barcos y 88,000 soldados. Los cristianos eran inferiores en número. Antes de empezar la batalla, los soldados cristianos se confesaron, oyeron la Santa Misa, comulgaron, rezaron el Rosario y entonaron un canto a la Madre de Dios. Terminados estos actos se lanzaron como un huracán en busca del ejército contrario. Al principio la batalla era desfavorable para los cristianos, pues el viento corría en dirección opuesta a la que ellos llevaban, y detenían sus barcos que eran todos barcos de vela o sea movidos por el viento. Pero luego - de manera admirable - el viento cambió de rumbo, batió fuertemente las velas de los barcos del ejército cristiano, y los empujó con fuerza contra las naves enemigas. Entonces nuestros soldados dieron una carga tremenda y en poco rato derrotaron por completo a sus adversarios. Es de notar, que mientras la batalla se llevaba a cabo, el Papa Pío V, con una gran multitud de fieles recorría las calles de Roma rezando el Santo Rosario.

En agradecimiento de tan espléndida victoria San Pío V mandó que en adelante cada año se celebrara el siete de octubre, la fiesta del Santo Rosario, y que en las letanías se rezara siempre esta oración: MARÍA AUXILIO DE LOS CRISTIANOS, RUEGA POR NOSOTROS.

El Papa y Napoleón.

El siglo pasado sucedió un hecho bien lastimoso: El emperador Napoleón llevado por la ambición y el orgullo se atrevió a poner prisionero al Sumo Pontífice, el Papa Pío VII. Varios años llevaba en prisión el Vicario de Cristo y no se veían esperanzas de obtener la libertad, pues el emperador era el más poderoso gobernante de ese entonces. Hasta los reyes temblaban en su presencia, y su ejército era siempre el vencedor en las batallas. El Sumo Pontífice hizo entonces una promesa: "Oh Madre de Dios, si me libras de esta indigna prisión, te honraré decretándote una nueva fiesta en la Iglesia Católica". Y muy pronto vino lo inesperado. Napoleón que había dicho: "Las excomuniones del Papa no son capaces de quitar el fusil de la mano de mis soldados", vio con desilusión que, en los friísimos campos de Rusia, a donde había ido a batallar, el frío helaba las manos de sus soldados, y el fusil se les iba cayendo, y él que había ido deslumbrante, con su famoso ejército, volvió humillado con unos pocos y maltrechos hombres. Y al volver se encontró con que sus adversarios le habían preparado un fuerte ejército, el cual lo atacó y le proporcionó total derrota. Fue luego expulsado de su país y el que antes se atrevió a aprisionar al Papa, se vio obligado a pagar en triste prisión el resto de su vida. El Papa pudo entonces volver a su sede pontificia y el 24 de mayo de 1814 regresó triunfante a la ciudad de Roma. En memoria de este noble favor de la Virgen María, Pío VII decretó que en adelante cada 24 de mayo se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en acción de gracias a la madre de Dios.

San Juan Bosco y María Auxiliadora.


El 9 de junio de 1868, se consagró en Turín, Italia, la Basílica de María Auxiliadora. La historia de esta Basílica es una cadena de favores de la Madre de Dios. su constructor fue San Juan Bosco, humilde campesino nacido el 16 de agosto de 1815, de padres muy pobres. A los tres años quedó huérfano de padre. Para poder ir al colegio tuvo que andar de casa en casa pidiendo limosna. La Sma. Virgen se le había aparecido en sueños mandándole que adquiriera "ciencia y paciencia", porque Dios lo destinaba para educar a muchos niños pobres. Nuevamente se le apareció la Virgen y le pidió que le construyera un templo y que la invocara con el título de Auxiliadora.
Empezó la obra del templo con tres monedas de veinte centavos. Pero fueron tantos los milagros que María Auxiliadora empezó a hacer en favor de sus devotos, que en sólo cuatro años estuvo terminada la gran Basílica. El santo solía repetir: "Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen". Desde aquel santuario empezó a extenderse por el mundo la devoción a la Madre de Dios bajo el título de Auxiliadora, y son tantos los favores que Nuestra Señora concede a quienes la invocan con ese título, que ésta devoción ha llegado a ser una de las más populares.
San Juan Bosco decía: "Propagad la devoción a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros" y recomendaba repetir muchas veces esta pequeña oración: "María Auxiliadora, rogad por nosotros". El decía que los que dicen muchas veces esta jaculatoria consiguen grandes favores del cielo. 
 
Fuente: Catholic.net

jueves, 20 de mayo de 2010

Santa Teresa de Jesús: Afabilidad

7. Así que, hermanas, todo lo que pudiereis sin ofensa de Dios procurad ser afables y entender de manera con todas las personas que os trataren, que amen vuestra conversación y deseen vuestra manera de vivir y tratar y no se atemoricen y amedrenten de la virtud. A religiosas importa mucho esto: mientras más santas, más conversables con sus hermanas, y que aunque sintáis mucha pena si no van sus pláticas todas como vos las querríais hablar, nunca os extrañéis de ellas, si queréis aprovechar y ser amada. Que es lo que mucho hemos de procurar: ser afables y agradar y contentar a las personas que tratamos, en especial a nuestras hermanas.
 
Extraído de: Camino de Perfección - Santa Teresa de Jesús.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Juan Pablo II nunca pidió sedantes y abrazó siempre el dolor, explica su médico

ROMA, 18 May. 10 / 01:33 am (ACI) .- En una entrevista concedida a L’Osservatore Romano, el doctor italiano Renato Buzzonetti, actual médico de Benedicto XVI, relata cómo era su relación y muchas de las vivencias con su querido predecesor, Juan Pablo II, desde que el Papa Peregrino decidiera que él estuviese a cargo de su salud en 1978. Recuerda, entre muchas otras cosas, algunos detalles del atentado del 13 de mayo de 1981, su disposición a abrazar al Señor en la cruz del dolor y los últimos momentos de su vida.

El galeno recuerda que tras las cinco horas de la intervención a la que tuvo que ser sometido luego de recibir la bala en la Plaza de San Pedro el 13 de mayo de 1981, Juan Pablo II le dijo: "Como Bachelet". A lo que él respondió: "no, Santidad, porque usted está vivo y vivirá".

Buzzonetti prosigue: "creo que citó aquel nombre porque fue muy tocado por el asesinato del vicepresidente del Consejo superior de la magistratura, muerto por las Brigadas Rojas el 12 de febrero de 1980: el Papa lo conocía porque, ya siendo Presidente General de la Acción Católica Italiana, era miembro del Pontificio Consejo para los Laicos, del cual el Cardenal Wojtyla había formado parte. Y por Victorio Bachelet quiso celebrar una solemne Misa de sufragio en San Pedro pocos días después de su muerte".

Tras resaltar la profunda e impactante espiritualidad del Papa polaco, el médico se refiere al Parkinson que lo afectó desde 1991. Le había explicado que el temblor en las manos "no había matado a ninguno antes" pero era una clara indicación de esta dolencia. "La vida del Papa fue luego más complicada por la sintomatología dolorosa osteo-articular, particularmente importante en la rodilla derecha, que le impedía a Juan Pablo II estar de pie y caminar ágilmente. Eran dos síntomas que, sumados y entrelazados, hicieron necesarios el uso del bastón, y posteriormente la silla de ruedas".

Ante el dolor y los impedimentos, cuenta Buzzonetti, Karol Wojtyla "nunca pidió sedantes, ni siquiera en la fase final. Era sobre todo el dolor de un hombre encerrado, postrado en una cama o una silla, que había perdido la autonomía física. No podía hacer nada solo y llegaron los días de total debilidad física: no podía caminar, no podía hablar más que con una voz muy débil, su respiración se hizo fatigosa y entrecortada, se nutría con creciente dificultad".

"Cuando llegó la ora de la cruz, supo abrazarla sin atenuantes: Vexilla regis prodeunt (a todo viento las banderas reales ondean)".

Seguidamente relata que un momento particularmente dramático de los últimos días del Papa peregrino fue el que siguió a la traqueotomía que tuvo que practicarle: "levantándose tras la anestesia, luego de haber dado su consentimiento, se dio cuenta de que no podía hablar. De improviso se encontró ante una realidad pesadísima. Sobre una pizarrita escribió ‘Qué me han hecho. Totus tuus (Todo tuyo, su lema mariano)’ Era la toma de conciencia de la nueva condición existencial en la que acababa de caer, de pronto sublimado por el acto de confianza en María".

Los últimos días de Juan Pablo II, que pasó en intensa comunión con él, fueron para Buzzonetti "de una tensión extrema por la gran responsabilidad que pesaba sobre mi espalda". "Yo y mis colegas constatábamos que la enfermedad estaba inexorablemente en la última fase de su curso. Nuestra batalla había sido conducida con paciencia, humildad y prudencia, extremadamente difícil porque sabíamos que concluiría con la derrota".

Renato Buzzonetti quiso alguna vez dejar de servir al Papa como su médico, pero no le aceptó la renuncia. "Es la voluntad del Santo Padre" que lo siga siendo, le dijo alguna vez el actual Arzobispo de Cracovia, Cardenal Stanislaw Dziwisz, cuando era secretario personal del Santo Padre, pedido que acogió con solicitud y obediencia.

Tras comentar que acompañaban con "respeto al hombre sufriente", subraya que "para el médico cristiano la agonía del hombre es la imagen del Señor. Todo hombre tiene sus llagas, porta su corona de espinas, balbucea sus últimas palabras, se abandona en las manos de alguno que inconscientemente renueva el gesto de María, de las pías mujeres, de José de Arimatea. La muerte de Juan Pablo II me involucró aún más".

Al finalizar la entrevista, el Dr. Renato Buzzonetti afirma que el tránsito del Papa Wojtyla "fue la muerte de un hombre despojado de todo, que había vivido las horas de la batalla y de la gloria y que se presentaba en su desnudez interior, pobre y solo, al encuentro de su Señor al que estaba por restituir las llaves del Reino. En aquella hora de dolor y estupor, tuve la sensación de encontrarme en las orillas del lago Tiberíades. La historia parecía reajustada, mientras Cristo estaba por llamar al nuevo Pedro".



Fuente: ACI Prensa

lunes, 17 de mayo de 2010

¿Después de la Ascensión, qué?

Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que anuncie la Buena Nueva. Ahora nos toca a nosotros, sus discípulos, hacerlo. Los Sacerdotes predicando(sobre todo)con la palabra, los laicos predicando(sobre todo) con el ejemplo, los padres de familia predicando con la palabra y el ejemplo.

Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que compadezca a los pobres y lo enfermos. Ahora nos toca a nosotros.

Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que multiplique los panes y los pescados para alimentar a las multitudes. Esa es ahora nuestra tarea, multiplicando nuestros esfuerzos para dar de comer sino a las multitudes, por lo menos a los pobres que podamos.

Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que cuide a sus ovejas. Ahora nosotros tenemos que velar por ellas, especialmente por aquellas (el cónyuge, los hijos, los hermanos, los trabajadores) que Dios nos ha encomendado a cada uno.

Después de la Ascensión a nosotros nos toca ser la voz de Jesús para alentar y consolar. Sus manos para tenderlas a todo el que necesite ayuda. Sus pies para llevarlo a donde no lo conocen.

Después de la Ascensión:
¡No podemos quedarnos mirando al Cielo! 
 
Autor: Karime Alle | Fuente: Catholic.net

“El verdadero enemigo que hay que combatir es el pecado”

Ciudad del Vaticano, 17 May. 10 (AICA) “Queridos amigos, ustedes muestran hoy el gran afecto y profunda cercanía de la Iglesia y del pueblo italiano al Papa y a los sacerdotes que cada día cuidan de ustedes, para que en el compromiso de renovación espiritual y moral podamos servir siempre mejor a la Iglesia, al Pueblo de Dios, y a cuantos se dirigen a nosotros con confianza. El verdadero enemigo que hay que temer y combatir es el pecado, el mal espiritual, que a veces por desgracia contagia también a los miembros de la Iglesia”, dijo Benedicto XVI este domingo al rezar el “Regina Caeli” con miles de peregrinos que colmaron la Plaza de San Pedro.

Este domingo se celebró la fiesta de la Ascensión del Señor y la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Benedicto XVI recordó ambas conmemoraciones durante su alocución previa al rezo mariano. Explicando la Ascensión del Señor, el Santo Padre recordó que este acontecimiento estuvo precedido por la bendición de los discípulos, en preparación a recibir el don del Espíritu Santo. “El Señor dirigió la mirada de los Apóstoles hacia el cielo para indicarles –explicó el Papa- cómo recorrer el camino del bien en la vida terrena”.

Porque Él permanece en la historia humana, cerca de cada uno de nosotros para guiarnos: es compañero de los perseguidos por causa de la fe, está en el corazón de los marginados, y está presente en quien se le niega el derecho a la vida. Podemos escuchar, ver y tocar al Señor Jesús en la Iglesia especialmente mediante la palabra y los sacramentos. “A tal propósito exhorto a los jóvenes -que en este tiempo pascual reciben el sacramento de la Confirmación-, a permanecer fieles a la palabra de Dios y a su doctrina, y a acercarse con frecuencia a la Confesión y a la Eucaristía, conscientes de haber sido elegidos para testimoniar la verdad. Renuevo asimismo mi invitación particular a los hermanos en el sacerdocio, para que ‘en su vida y acción sobresalgan por su fuerte testimonio evangélico’ y sepan también utilizar con sabiduría los medios de comunicación, para dar a conocer la vida de la Iglesia y ayudar a los hombres de hoy a descubrir el rostro de Cristo”.

Benedicto XVI finalizó su alocución agradeciendo a la Virgen María su materna protección durante su viaje apostólico a Portugal. Y tras el rezo del Regina Caeli el Papa se dirigió a las miles de personas que se reunieron en la plaza de San Pedro para expresar su cercanía al Sucesor de Pedro. El Santo Padre agradeció “esta hermosa y espontánea manifestación de fe y de solidaridad”.

“Queridos amigos -les dijo-, ustedes muestran hoy el gran afecto y la profunda cercanía de la Iglesia y del pueblo italiano al Papa y a los sacerdotes que cada día cuidan de ustedes, para que en el compromiso de renovación espiritual y moral podamos servir siempre mejor a la Iglesia, al Pueblo de Dios, y a cuantos se dirigen a nosotros con confianza. El verdadero enemigo que hay que temer y combatir es el pecado, el mal espiritual, que a veces por desgracia contagia también a los miembros de la Iglesia”.

En este sentido Benedicto XVI señaló que los cristianos no tienen miedo del mundo. “En cambio –dijo- tenemos que temer al pecado, por eso debemos estar fuertemente enraizados en Dios, siendo solidarios en el bien, en el amor y en el servicio a los demás”. “Prosigamos juntos con confianza este camino, y que las pruebas, que el Señor nos presenta, nos empujen hacia una mayor radicalidad y coherencia. Es hermoso ver hoy esta multitud en la plaza de San Pedro, como también fue emocionante para mí ver en Fátima la inmensa multitud que, en la escuela de María, rezó por la conversión de los corazones. Renuevo hoy este llamamiento, confortado por esta numerosa presencia. ¡Gracias!”.

Fuente: AICA

miércoles, 5 de mayo de 2010

La Iglesia consideró “muy grave” avance del “matrimonio homosexual”

El obispo auxiliar de La Plata y responsable de la Conferencia Episcopal Argentina del seguimiento legislativo, monseñor Antonio Marino, calificó de “muy grave” el avance parlamentario del proyecto de ley sobre “matrimonio” entre personas del mismo sexo, porque, advirtió, “no constituye ningún progreso” y va a cambiar “de manera revolucionaria el concepto de sociedad, de familia”.

“Se trata de una revolución conceptual y cultural sobre la cual la Iglesia no está de acuerdo”, subrayó en declaraciones a la agencia AICA.

El prelado insistió en afirmar que “la reingeniería conceptual para llamar matrimonio a otras realidades que no lo son, nos parece grave. Matrimonio viene de mater, madre, mujer que se une con un varón, de un varón que se une con una mujer. Que se equipare este concepto nos parece muy serio”.

Pero consideró que “lo más grave es la posibilidad de que estas parejas puedan adoptar niños”.

“Es negar la evidencia científica y quitarle al niño el derecho a crecer y desarrollarse en su dimensión psicosexual que requiere de la presencia masculina y femenina. Siempre debe primar el bien superior del niño, criterio rector de la Convención sobre los Derechos del Niño. Y si hay cuestiones médicas o psicológicas todavía por comprobar, no se puede estar experimentando con el bien superior del niño”, aseveró.

Monseñor Marino señaló que la Iglesia va a continuar “dialogando y ofreciendo argumentos en este sentido” a los senadores, instancia legislativa que deberá próximamente analizar el proyecto de ley aprobado en Diputados anoche por 129 votos positivos, contra 109 negativos y seis abstenciones.

El prelado lamentó, además, que “algunos legisladores cedan ante presiones de grupos minoritarios y no tengan la valentía de expresar lo que en conciencia creen”.

Asimismo, estimó que la votación en el Senado “puede ser un poco más difícil” para la aprobación, y expresó su confianza en que “así sea, para que vuelva a Diputado para su modificación o archivo”.

Fuente: AICA

sábado, 1 de mayo de 2010

José Obrero, Santo

Fiesta, Mayo 1
 
Se cristianizó una fiesta que había sido hasta el momento la ocasión anual del trabajador para manifestar sus reivindicaciones, su descontento y hasta sus anhelos. Fácilmente en las grandes ciudades se observaba un paro general y con no menos frecuencia se podían observar las consecuencias sociales que llevan consigo la envidia, el odio y las bajas pasiones repetidamente soliviantadas por los agitadores de turno. En nuestro occidente se aprovechaba también ese momento para lanzar reiteradas calumnias contra la Iglesia que era presentada como fuerza aliada con el capitalismo y consecuentemente como el enemigo de los trabajadores.

Fue después de la época de la industrialización cuando toma cuerpo la fiesta del trabajo. Las grandes masas obreras han salido perjudicadas con el cambio y aparecen extensas masas de proletarios. También hay otros elementos que ayudan a echar leña al fuego del odio: la propaganda socialista-comunista de la lucha de clases.

Era entonces una fiesta basada en el odio de clases con el ingrediente del odio a la religión. Calumnia dicha por los que, en su injusticia, quizá tengan vergüenza de que en otro tiempo fuera la Iglesia la que se ocupó de prestar asistencia a sus antepasados en la cama del hospital en que murieron; o quizá lanzaron esas afirmaciones aquellos que un tanto frágiles de memoria olvidaron que los cuidados de la enseñanza primera los recibieron de unas monjas que no les cobraban a sus padres ni la comida que recibían por caridad; o posiblemente repetían lo que oían a otros sin enterarse de que son la Iglesia aquellas y aquellos que, sin esperar ningún tipo de aplauso humano, queman sus vidas ayudando en todos los campos que pueden a los que aún son más desafortunados en el ancho mundo, como Calcuta, territorios africanos pandemiados de sida, o tierras americanas plenas de abandono y de miseria; allí estuvieron y están, dando del amor que disfrutan, ayudando con lo que tienen y con lo que otros les dan, consolando lo que pueden y siendo testigos del que enseñó que el amor al hombre era la única regla a observar. Y son bien conscientes de que han sido siempre y son hoy los débiles los que están en el punto próximo de mira de la Iglesia. Quizá sean inconscientes, pero el resultado obvio es que su mala propaganda daña a quien hace el bien, aunque con defectos, y, desde luego, deseando mejorar.

El día 1 de Mayo del año 1955, el Papa Pío XII, instituyó la fiesta de San José Obrero. Una fiesta bien distinta que ha de celebrarse desde el punto de partida del amor a Dios y de ahí pasar a la vigilancia por la responsabilidad de todos y de cada uno al amplísimo y complejo mundo de la relación con el prójimo basada en el amor: desde el trabajador al empresario y del trabajo al capital, pasando por poner de relieve y bien manifiesta la dignidad del trabajo -don de Dios- y del trabajador -imagen de Dios-, los derechos a una vivienda digna, a formar familia, al salario justo para alimentarla y a la asistencia social para atenderla, al ocio y a practicar la religión que su conciencia le dicte; además, se recuerda la responsabilidad de los sindicatos para logro de mejoras sociales de los distintos grupos, habida cuenta de las exigencias del bien de toda la colectividad y se aviva también la responsabilidad política del gobernante. Todo esto incluye ¡y mucho más! la doctrina social de la Iglesia porque se toca al hombre al que ella debe anunciar el Evangelio y llevarle la Salvación; así mantuvo siempre su voz la Iglesia y quien tenga voluntad y ojos limpios lo puede leer sin tapujos ni retoques en Rerum novarum, Mater et magistra, Populorum progressio, Laborem exercens, Solicitudo rei socialis, entre otros documentos. Dar doctrina, enseñar donde está la justicia y señalar los límites de la moral; recordar la prioridad del hombre sobre el trabajo, el derecho a un puesto en el tajo común, animar a la revisión de comportamientos abusivos y atentatorios contra la dignidad humana... es su cometido para bien de toda la humanidad; y son principios aplicables al campo y a la industria, al comercio y a la universidad, a la labor manual y a la alta investigación científica, es decir, a todo el variadísimo campo donde se desarrolle la actividad humana.

Nada más natural que fuera el titular de la nueva fiesta cristiana José, esposo de María y padre en funciones de Jesús, el trabajador que no lo tuvo nada fácil a pesar de la nobilísima misión recibida de Dios para la Salvación definitiva y completa de todo hombre; es uno más del pueblo, el trabajador nato que entendió de carencias, supo de estrecheces en su familia y las llevó con dignidad, sufrió emigración forzada, conoció el cansancio del cuerpo por su esfuerzo, sacó adelante su responsabilidad familiar; es decir, vivió como vive cualquier trabajador y probablemente tuvo dificultades laborales mayores que muchos de ellos; se le conoce en su tiempo como José «el artesano» y a Jesús se le da el nombre descriptivo de «el hijo del artesano». Y, por si fuera poco, los designios de Dios cubrían todo su compromiso.

Fiesta sugiere honra a Dios, descanso y regocijo. Pues, ánimo. Honremos a Dios santificando el trabajo diario con el que nos ganamos el pan, descansemos hoy de la labor y disfrutemos la alegría que conlleva compartir lo nuestro con los demás.


Fuente: Archidiócesis de Madrid | Tomado de: Catholic.net